"Como aquel capitán del purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas."
Jorge Luis Borges,
Poema conjetural
1
No hay revolución posible sin
respaldo popular. El fervor apasionado de las mayorías es la
única palanca que hace posible un cambio revolucionario. Y
sólo el compromiso vital, irreductible, a muerte, de
vanguardias políticas incorruptibles – un hombre, un partido,
un movimiento - puede garantizar que un cambio revolucionario
llegue a buen fin y no termine desbarrancado, corrompido,
pudriéndose en un fangal de frustraciones.
Chávez lo sabe. Olió el 27
de febrero de 1989 - cuando el Caracazo - la putrefacción del
fangal de corrupción y frustraciones en que terminara la
revolución democrática iniciada el 23 de enero de 1958 bajo la
batuta de Rómulo Betancourt y Acción Democrática. Y tuvo el
inmenso talento de convertirlo en humus de un nuevo despertar
revolucionario y hacerlo suyo, transformándolo en palanca de
ese inmenso movimiento redentor que bautizara el 4 de febrero
de 1992 y se hiciera a la mar bajo banderas electorales en
febrero de 1999.
Por sus manos manchadas de
sangre, ese movimiento sufrió un golpe devastador el 11 de
abril de 2002. Que no se tradujo en su definitiva caída por
factores absolutamente ajenos a ese movimiento mismo: a la
inconmensurable estupidez de la vieja élite política burguesa,
en primer lugar. Y a la amalgama de corrupción y pusilanimidad
que había minado el nervio vital de las fuerzas armadas
venezolanas, en segundo lugar.
Todo lo que vino después ha
sido un tira y afloje, un va y viene de esa marea creciente y
tenaz de descontento que amenaza con barrerlo de la faz de
Venezuela. Con un talento político innegable, Chávez supo
convertir la fuerza que amenazaba con defenestrarlo en fuerza
de su propio movimiento. Así cuando el paro cívico nacional:
se asió a él como el karateka de la manga de su adversario
para arrastrarlo en su caída.
Pero ya el 15 de agosto de
2004 demostró con los hechos que su revolución había muerto.
Se mantuvo formalmente en vida gracias al maquillaje
fraudulento de una maquinaria ruin y tramposa. Ajena a una
auténtica revolución. Él y nadie más que él – con la excepción
de Jorge Rodríguez, el hechor y testigo de excepción – sabe
que perdió el RR. Que el 60% de la población le pidió que
dejara el cargo. Y que ese restante 40% estaba trucado con
cedulaciones chimbas, nacionalizaciones fantasmas y misiones
mendicantes.
Su caída era sólo cuestión de
tiempo. El abismo estaba a la vista, pero supo eludirlo con
mañosería, experticia cubana y un gigantesco caudal de
recursos. Ganó un segundo aire. Hasta este domingo 4 de
diciembre, cuando ni la maña, ni Fidel Castro ni los
gigantescos ingresos petroleros pudieron echarle una mano. La
muerte de la revolución se vio finalmente decretada y
certificada. Nadie lo sabe mejor que el propio Chávez Frías.
2
Único líder de una revolución
monocéfala y perfectamente consciente de que seguía siendo
presidente de la república por mor de un fraude, el 12 y 13 de
noviembre del 2004 decidió reunir en Fuerte Tiuna a su estado
mayor – gobernadores, alcaldes, parlamentarios, ministros,
oficiales de confianza – y trazar la estrategia para enfrentar
un futuro lleno de oscuros presagios. Es cierto: la oposición
había salido triturada por la bomba sólo mata antichavistas
montada por Fidel Castro, José Vicente Rangel y Jorge
Rodríguez. Pero las cifras estaban allí y eran preocupantes:
un fraude como el del 15-A serviría para atornillarlo en el
cargo, no para proveer de carburante a una revolución
continental. Había que mudar de estrategia y reconquistar los
ímpetus perdidos.
Las órdenes fueron
terminantes y el lenguaje más diáfano imposible. Lo dijo
claramente:
"Nosotros no podemos darnos
el lujo de que una parte importante de los millones de
compatriotas de sectores populares de los más pobres no vaya a
votar, sea cual fuere el nivel de la autoridad a ser elegidos,
alcaldes, juntas comunales. Si seguimos como vamos, el año que
viene que son elecciones de juntas parroquiales y concejales,
la abstención será del noventa por ciento. 90% si nosotros no
reflexionamos ni empujamos desde abajo. La abstención sería
una gigantesca derrota política para nuestro movimiento. Por
eso es que desde hoy exijo a todos y por eso los quise
convocar a todos, y a todas, una rectificación inmediata de
rumbo en este sentido, inmediata. Para comenzar a ver
resultados ya en el corto plazo”.
“Porque hay que recordar
hermanos y hermanas que el partido Acción Democrática llegó a
tener aquí el sesenta por ciento de apoyo electoral y que tuvo
líderes que arrastraban gente, y movían a las masas, pero creo
que este año terminó ese partido, ya es sólo un cascarón
podrido, no sólo vacío, podrido. Ese es nuestro rumbo. Si no
cambiamos, ese sería el destino de los partidos nuestros.
Porque aquí no hay magia posible: o tenemos el apoyo popular y
lo incrementamos con participación y atención a la gente y
amor por la gente, no sólo de boca sino demostrándolo, o no lo
tenemos y nuestro destino será la muerte política.
¡Escríbanlo!, porque así será." Amén.
3
Se ha cumplido más de un año
de tan conmovedor presagio. Y a juzgar por los resultados del
4 de diciembre, no se enmendó el rumbo: Hugo Chávez y el
chavismo han sufrido “una gigantesca derrota política”. Esta
vez sin posibilidad de maquillaje inmediato, pues se cumplió
desbaratando la posibilidad de montar un tinglado ad hoc. Como
lo señalara ante sus pares en Montevideo - cada ladrón juzga
por su condición -: “me montaron una emboscada”. Montó la suya
para el RR y hasta lo confesó públicamente, cuando comparase
el desastre que le preparaba a la oposición venezolana con la
batalla de Santa Inés. AD y COPEI le pagan con la misma
moneda: vuelven caras en el último minuto. No como Zamora en
Santa Inés. Como los lanceros de Páez en Las Queseras del
Medio.
Quien revise las cifras
oficiales de la gigantesca abstención del 4 de diciembre no
puede menos que conmoverse por la profundidad de la falla
geológica que fractura los fundamentos del chavismo. En
Bolívar, centro de actividad obrera y proletaria del país, el
rechazo a votar fue de un 80,48%. Andrés Velásquez, otrora
prócer matancero, estaba obligado a presentirlo. Cerrando sus
ojos, cavó su propia fosa. En Miranda, Estado capital de la
república y centro popular por excelencia, el repudio ante las
urnas electorales alcanzó el 80,38%. Considérese los votos
nulos y el maquillaje del CNE y se tiene un 90% redondo. La
cifra tan temida por el deus ex machina de esta revolución que
se desangra a vista y paciencia de todos. Incluso de
invidentes como Fausto Masó, Julio Borges y otros próceres de
la ceguera nacional. Vargas pasa su factura por el abandono:
un 77,06% de varguenses le cerraron sus puertas. Y según
rumores no desmentidos, un 60% de los votos emitidos por los
uniformados en Fuerte Tiuna fueron nulos. Como para coger
palco.
Chávez, el político más
brillante y talentoso de la generación del setenta lo olió a
la distancia. Pero se equivocó cuando pensó que bastaba con
una admonición a su entorno para reparar lo irreparable. Pues
embriagado por el furor de su carlosandresismo impenitente
abandonó el negocio y se fue tras la conquista del mundo. Ha
consentido, comprado y seducido a Lula – hoy en desgracia – a
Kirchner – pronto será su turno – y a un señor que al parecer
es presidente del Paraguay. Apuesta a Evo Morales y a Humala.
Y deja encargados del campamento petrolero a Jorge Rodríguez y
a José Vicente, sus sátrapas.
¿Será capaz de detener la
perversa maquinaria conquistadora que echó a rodar antes de
que muera atropellado bajo sus propias ruedas? ¿Podrá
reconquistar el amor perdido de un pueblo que, como las
doncellas de la vida real, no suele enamorarse dos veces del
mismo galán? ¿Podrá recuperarse de esta grave, de esta
gravísima catástrofe política?
Desde luego: José Vicente
Rangel y Jorge Rodríguez están exhaustos, ya al final del
camino. Los trituró el principio de Peter y una ambición
crematística digna de ratas voraces. Diosdado Cabello, Jesse
Chacón y otros pares del entorno estarán haciendo sus cálculos
y preparándose a intentar el relevo de un chavismo sin Chávez.
Para Chávez, como lo intuyera hace un año, pueda que el
deslave abstencionista del 4 de diciembre termine convertido
en sus Idus de Marzo. Sólo le falta el entierro.
sanchez2000@cantv.net
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