En
una muestra de insólito cinismo, Jorge Rodríguez ha culpado del
encarcelamiento de los presos políticos del régimen a la propia
oposición. Entrevistado en el canal del gobierno por una
periodista del régimen dijo, palabras más, palabras menos, que
en el colmo de la falta de solidaridad los opositores no habían
ido a votar por sus presos políticos. La conclusión es
aberrante: ¡la culpa de que Simonovis y sus compañeros continúen
en prisión es de quienes se abstuvieron de votar por ellos en
las pasadas elecciones del 4-D! Así, el siquiatra
convertido en verdugo electoral se auto designa alto magistrado
de los tribunales del régimen.
¿Qué país
es éste en que un ciudadano encarcelado injustamente por
estrictas razones políticas no cuenta con el auxilio de la
justicia para demostrar su inocencia? ¿Qué país es éste en que
para volver a ver la luz de la libertad debe verse compelido a
subterfugios absolutamente ajenos a los competentes
judicialmente, como tener que participar en un proceso electoral
y convertirse en candidato de la causa por la que está,
precisamente, encarcelado? ¿Qué país es éste en que un ciudadano
aherrojado por un régimen despótico se ve convertido en rehén de
su maquinaria electoral?
Fue un
grave, un gravísimo error de una parte de la oposición usar el
subterfugio electoral como medio de obtener justicia de un
régimen que la desconoce olímpicamente para millones y millones
de conciudadanos. No se lucha contra la injusticia abriendo la
puerta trasera del resquicio electoral. Más aún sabiéndolo
tramposo, ruin y amañado. Se lucha contra la injusticia por la
calle del medio del enfrentamiento frontal contra el régimen que
la cohonesta. Postular a Simonovis y a los otros presos
políticos fue un grave error político, plagado de ingenuidad. Un
político experimentado como Carlos Ortega y un militar orgullo
de su institución como Francisco Usón tuvieron la hidalguía y la
reciedumbre de reconocerlo. Rechazaron ser postulados sin lugar
a equívocos.
No podemos
dejar de sentir conmiseración por su suerte y la de sus
familiares y amigos. Y por ello es que estamos dispuestos a dar
nuestra vida en la lucha por la democracia venezolana. No me la
reduzcan a la suerte de un preso político. En la balanza hay
cientos de masacrados, veinte mil petroleros sufriendo hambre y
miseria, decenas y decenas de miles de asesinados, un país
entero hundido en la humillación, la ruina y el descrédito.
Profesionales del periodismo que comparten la óptica de Jorge
Rodríguez a este respecto debieran saberlo. Entristece que su
óptica no vaya más allá de sus narices. Es hora de que velen por
el destino de la patria.
sanchez2000@cantv.net
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