Hubiese preferido que Petkoff hiciese sus
planteamientos con igual contundencia, pero sin mezclarlos con
ofensas hacia Súmate. A pesar de las críticas que puedan
formulársele, Súmate merece el respeto y consideración de los
que en Venezuela valoramos la libertad y la democracia. Lamento
que Súmate se haya apartado de su papel contralor independiente
para dedicarse a gerenciar la escogencia de un candidato, así
como deploro la proliferación de presuntos abanderados que sólo
añaden voces adicionales a la ya intolerable cacofonía
opositora. No obstante, carece de sentido que los diversos
grupos e individualidades de oposición nos enfrasquemos en una
pugna autodestructiva, que sólo beneficiará al adversario
totalitario que procura doblegarnos.
Dejando por el momento de lado su estilo
agresivo y expresiones injustas, Petkoff dijo también palabras
que apuntan al blanco y lo hacen con acierto. Lo que está en
juego en Venezuela es una decisión entre libertad y
totalitarismo. Hugo Chávez desea a la vez legitimarse
democráticamente y aplastar la libertad. Me temo que ello es
posible a través del sistema de presiones, chantaje y trampas
establecido en un país que ha aprendido a temer las
consecuencias del voto, y las represalias de un gobierno canalla.
Me temo igualmente que sectores "progresistas" en la comunidad
internacional, y no pocos latinoamericanos hipócritas y
oportunistas, aspiran que Chávez preserve su barniz democrático,
pero poco les interesa si acaba con la libertad de los
venezolanos. Debido a ello resulta fundamental que la oposición
democrática obstaculice la renovada legitimación de Chávez.
Quizás no logremos evitar que continúe en el poder, pero debemos
impedir que lo haga en un marco de legitimidad.
De allí que el franco cuestionamiento de
Petkoff al carácter totalitario del proyecto de Chávez adquiera
especial significación. Petkoff goza de prestigio y pegada en
los ambientes de la izquierda democrática internacional y de los
influyentes medios de comunicación bajo su control, tanto en
Estados Unidos como en Europa y América Latina, y sus
aseveraciones generan en ese ámbito un impacto difícilmente
alcanzable por otras figuras opositoras. Si Petkoff prosigue su
línea de crítica implacable al régimen, y cesa sus ataques
contra otros factores de oposición, podrá realizar un aporte
constructivo a la lucha estos próximos meses, lucha que
seguramente desembocará en una denuncia global por parte de la
oposición democrática a la pantomima electoral del régimen.
Lo esencial es no perder la brújula
política. Hugo Chávez es un autócrata, aliado con las fuerzas
más oscuras y condenables de la historia de este tiempo, y busca
perpetuarse en el poder en un marco totalitario con fachada
democrática, mediante el uso plebiscitario de elecciones
fraudulentas. El proyecto totalitario puede ser derrotado, pero
no sucumbirá si permanecemos divididos y persistimos en
desconocer el carácter totalitario de la amenaza que
gradualmente nos ahoga.
Son admisibles las divergencias en cuanto a
las tácticas frente a determinadas coyunturas, pero no debe
continuar el extravío estratégico de la oposición. No deseo
arrojar más leña al fuego en torno al tema de las primarias.
Quiero ver más allá y enfocar el análisis en el escenario de
diciembre. Estoy completamente seguro de que el régimen impedirá
que para entonces exista un panorama propicio al ejercicio
transparente del voto democrático. Debido a ello la oposición se
verá en el imperativo de denunciar ante el mundo el estado de
cosas en Venezuela, y retirarse de una contienda cuyo único fin
es permitirle a Hugo Chávez que consolide su rumbo totalitario
con disfraz democrático. A partir de esa denuncia colectiva se
abrirá una nueva etapa, cuyos contornos precisos no pretendo
adivinar. Confío en que los venezolanos comprometidos con la
libertad logremos unirnos y continuar el combate, armados de una
claridad política plena sobre lo que tenemos entre manos en esta
encrucijada histórica.