En
su nuevo libro ("Una ideología de reemplazo", Caracas 2005), el
historiador Germán Carrera Damas argumenta que la crisis del
socialismo ha generado un panorama de desorientación ideológica,
que ha abierto el campo a ideologías de reemplazo. El llamado
bolivarianismo-militarismo constituye la expresión
específicamente venezolana de la debacle del socialismo. Esa
ideología de reemplazo, que ha servido de sustento a la
revolución de Hugo Chávez, combina ingredientes ya conocidos en
nuestra historia. De un lado el uso de Bolívar para engañar a
las masas y legitimar al régimen. De otro lado el militarismo,
recurrente en nuestro devenir como pueblo, enaltecido como
mecanismo presuntamente superior al mando civil en el manejo del
gobierno.
La obra de Carrera Damas estudia estas corrientes y la ideología
de reemplazo a la que han dado forma, ubicándolas en perspectiva
y desmontando sus imposturas. Se trata de un libro que ratifica
la densidad intelectual, capacidad analítica, honestidad crítica
y erudición del autor. Su aporte se suma a una extensa cadena de
obras, en las que Carrera Damas ha desarmado las falsificaciones
de nuestra historiografía republicana, colocando los estudios
históricos sobre nuevas bases de rigor metodológico,
originalidad de enfoque y solidez conceptual. En tiempos
caracterizados por la aparición de significativos libros de
ciencia política, sociología, historia, biografía y otros
géneros, que han contribuido a esclarecer el actual momento
venezolano, esta obra de Carrera Damas ocupa un lugar de
singular relevancia y merece el mayor reconocimiento.
Su lectura me ha suscitado reflexiones focalizadas en dos áreas.
Por una parte, cabe preguntarse si a estas alturas del proceso
chavista, la ideología de reemplazo bolivariano-militarista
cumple y puede cumplir la función que ejerció durante la primera
fase del régimen. Me refiero a los años 1999 a 2004, entre la
llegada al poder de Hugo Chávez y el referéndum revocatorio de
agosto de 2004. Por otra parte debe destacarse la aseveración
del autor, según la cual el socialismo era el principio
ordenador del universo político venezolano (p. 122), con la
socialdemocracia y el socialcristianismo como expresiones
moderadas de un mismo ámbito ideológico dominante (p. 54).
El bolivarianismo-militarista jugó un papel fundamental durante
los primeros años del régimen, pero a partir del referéndum de
agosto de 2004, Hugo Chávez ha ido dejando de lado esa ideología
de reemplazo como instrumento primordial de legitimación,
sustituyéndola por la apelación al "socialismo del siglo XXI".
¿Qué ha llevado a Chávez a minimizar un instrumento de
manipulación tan efectivo como el bolivarianismo, y a
sustituirlo gradualmente por el socialismo? Podemos esbozar
varias hipótesis: 1) Que el bolivarianismo es demasiado flexible
y abstracto, y no funciona para sustentar un proyecto de cambio
en las condiciones medianamente modernas de Venezuela. Nunca fue
fácil hacer de Bolívar —un miembro de la aristocracia criolla,
hondamente conservador, consciente de su rango en la Venezuela
colonial, y enemigo jurado de la "pardocracia"— un
"revolucionario", pero hoy las dificultades se multiplican. 2)
Chávez decidió despojarse de disfraces y asumir su verdadera
intención: duplicar en lo posible la experiencia castrista en
Venezuela. 3) El bolivarianismo tiene impacto en este medio,
pero carece de pegada fuera de nuestras fronteras. En vista de
las ambiciones de liderazgo regional de Chávez, y su necesidad
de fortalecer el apoyo de la izquierda internacional, es
imperativo desplegar el socialismo como bandera y proclamar su
renacimiento. Quizás esta última conjetura sea la menos
extraviada.
En cuanto al socialismo como principio ordenador de la política
venezolana, creo que sigue siéndolo, pues a decir verdad todas
las principales fuerzas políticas del país han sido y son de
izquierda o centro-izquierda, y jamás ha existido acá movimiento
o líder alguno con el coraje y claridad teórica para enfrentar
la cultura política dominante, y proponer una alternativa a los
mitos de la mayoría. Estos mitos no hacen sino hundirnos, y han
llegado al paroxismo con la "revolución" chavista. Semejante
hegemonía cultural se pondrá de manifiesto otra vez en el 2006,
cuando se nos solicite escoger entre una izquierda "mala" y otra
"buena", con el resultado de costumbre: decadencia y atraso.
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