Al
leer ciertos artículos y declaraciones en los que se defiende a
los partidos políticos de la oposición venezolana, y se regaña a
la denominada sociedad civil por promover una presunta "anti-política",
se podría pensar que, en efecto, el electorado ha dejado de lado
esas organizaciones y sus dirigentes gracias a un acto de
malcriadez, o quizás de franca estupidez. Mas no es así, de
ninguna manera. El electorado de oposición ha arrojado a la
basura a los partidos y sus dirigentes porque se lo merecen,
porque no han estado al nivel del desafío histórico que enfrenta
Venezuela, porque han cometido sucesivos e imperdonables
desatinos políticos que han llevado al foso a la oposición,
porque la imagen que transmiten es la de una concepción de la
política y de la tarea de los políticos como un fin en sí misma
para beneficio propio, y no como un medio para el servicio
público, y finalmente porque son totalmente incapaces de darle
al electorado una sola razón para votar por ellos. Son partidos
y dirigentes sin propuestas, sin visión, y sin habilidad alguna
para concertar y convencer.
Por encima de todo a esos partidos, y a esa dirigencia
incompetente y egoísta, les ha faltado dignidad. Y ser dignos es
importante en la vida y en la política, particularmente en
situaciones como la que atraviesa Venezuela, en la que un
gobierno autocrático maneja amplios recursos para manipular,
engañar, y ocultar sus tropelías tras las cortinas de humo que
el dinero puede generar, dentro y fuera del país. Los partidos
políticos, y la agotada dirigencia que ahora les maneja,
arrastraron a la oposición al oprobio de los llamados "reparos"
electorales, y luego a la trampa del Referéndum Revocatorio
Presidencial del año 2004, a pesar de que era evidente que todo
el proceso estaba viciado jurídica, técnica y moralmente. Lo
mismo ocurrió en agosto de este año, y a pesar de todo lo que
sabemos, de lo que la nación entera conoce, los partidos y sus
dirigentes se aprestan una vez más a participar en la patraña
electoral del régimen. ¡De paso aún aspiran que votemos por
ellos!
Es tanta la indignación del electorado con los personajes
que a diario aparecen en televisión como "voceros de la
oposición", tan grandes el enojo y el deseo de que se vayan de
una vez por todas, que en Venezuela se ha producido un fenómeno
análogo, salvando las distancias, al que ocurrió en Alemania en
1932-3: la gente les tiene más rabia a los dirigentes y partidos
democráticos, por su mezquindad, su mediocridad y su miopía, que
al propio caudillo rocambolesco y disparatado que en nuestro
caso controla el Estado y la industria petrolera, en medio del
caos administrativo, la ineptitud, la arbitrariedad y la
corrupción más extendidos de nuestra historia.
Tan intenso rechazo hacia la desgastada dirigencia opositora
es perfectamente explicable. Al menos Hugo Chávez vive en su
ley, aunque su delirio y ambición le conducirán eventualmente a
un final (político) terrible, llevándose consigo al fracaso el
porvenir del país en las próximas dos décadas. Sin embargo, la
actual dirigencia de oposición obviamente carece de la dignidad,
la conciencia de los retos vigentes, el desprendimiento, y la
aptitud para articular una fórmula persuasiva que hagan factible
el relevo del caudillo en un tiempo previsible. Dicho de otra
forma, con la actual dirigencia de oposición como contrincante,
Chávez no saldrá del mando en años, ni democráticamente ni por
otros medios. Y para que no queden dudas lo repito: la actual
dirigencia de la oposición es la mejor garantía de la
perdurabilidad de Hugo Chávez y su atolondrada y destructiva
revolución en el poder.
Por todo esto el primer objetivo de los millones de
venezolanos que cuestionamos al régimen, y deseamos ponerle fin,
tiene que ser contribuir —cada uno con base en las posibilidades
de su específica condición ciudadana—, al reemplazo de la actual
dirigencia opositora. No debemos permitir que la misma gente que
nos ha traído hasta este punto, sin que de su parte ocurra la
más mínima autocrítica, siga definiendo nuestro destino. Esos
personajes no renunciarán jamás, pues para casi todos ellos la
política es un modo de vida. Hay que desplazarlos. Es imperativo
que se imponga una nueva dirigencia democrática (y no hablo de
los prematuramente envejecidos "nuevos" partidos, como Primero
Justicia), que sustituya a los que continúan empujándonos al
abismo. En tal sentido, los medios de comunicación no deberían
prestarse por más tiempo a la pantomima de esa dirigencia
extenuada. Ambos, la desvergonzada dirigencia de siempre y los
medios de comunicación que la alientan, le hacen enorme daño a
Venezuela.
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