Unidad
por Alexis Márquez Rodríguez
jueves, 26
mayo 2005
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Mucha gente de oposición parece no
darse cuenta, o no quiere hacerlo, de que Venezuela cambió
radicalmente el 15 de agosto de 2004. Sea que Chávez haya ganado
realmente el referendo, sea que haya habido fraude y de esto yo
no tengo la menor duda, lo cierto es que desde ese día el país
es otro, y es torpeza no reconocerlo.
Varias veces califiqué de alianza promiscua el gran frente
antichávez, que iba desde la extrema derecha Fedecámaras, en
particular algunos de sus representantes hasta la extrema
izquierda de Bandera Roja. No lo dije peyorativamente ni como
crítica. Tal alianza era imprescindible para salir de Chávez,
como lo fue el 23 de enero de 1958 para derrocar a Pérez
Jiménez. Lo importante es que cada cual sepa quién va a su lado
y qué intereses lo motivan. También dije que ese tipo de alianza
triunfa en poco tiempo, o no triunfa.
Es natural que, una vez derrotada de momento o
permanentemente, esa alianza tan heterogénea, cada una de las
fuerzas allí agrupadas tome su camino. Fedecámaras y las
empresas individualmente, los partidos políticos, los medios de
comunicación en tanto que empresas, las meras agrupaciones
circunstanciales, vuelven a sus intereses propios, no siempre
muy plausibles, perdido el objetivo común inmediato.
Por eso uno no se explica por qué a mucha gente le sorprende
ahora que, por ejemplo, los medios de comunicación, por lo
general empresas millonarias con mucho qué perder, hayan
suavizado sus dardos antichavistas, y hayan asumido, mucho o
poco, una oposición más suave, o menos agresiva, y hasta una
verdadera mediatización ante Chávez y su gobierno.
Por supuesto, en esta posición, algunos medios, en defensa de
sus intereses económicos, han llegado a actitudes oportunistas,
indecentes y asquerosas, y eso es, claro está, indignante. Pero
no todo ha sido así, y cuando sólo se trata de un atemperamiento
táctico de la línea opositora, sin caer en la villanía, hay que
ser comprensivos.
Ante hechos como los del 15 y 16 de agosto es natural que cunda
la decepción, y muchos tiendan al achantamiento. Igual ocurrió
en 1952, después del fraude perezjimenista. Tuvieron que pasar
cinco años para que, en 1957, el pueblo caraqueño retomara la
iniciativa, y decidiese en la calle la salida del dictador.
No obstante que durante esos cinco años hubo partidos
organizados clandestinamente, AD y el PCV sobre todo, pequeños
pero muy efectivos, que mantuvieron la lucha contra la
dictadura.
Ahora, en medio de la decepción y el desconcierto, está
ocurriendo algo esperanzador, como es la organización de grupos
diversos, que mantengan vivo el aliento opositor, necesariamente
pequeños al comienzo. Es un primer paso para, oportunamente,
lograr la unidad que la gente aspira, y que en estos momentos
es irrealizable. La unión requiere, no sólo de individuos, sino
también de organizaciones que unir.
Nunca como hoy ha tenido tanta vigencia la vieja y sabia idea de
que la política es un largo ejercicio de paciencia.
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Artículo publicado en
el vespertino
Tal Cual, edición del
jueves 26, mayo 2005 |
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