A
partir de hoy, dedicaré varias
columnas a las partes de la oración, conocidas también
como partes del discurso o categorías gramaticales.
El conocimiento básico de ellas, y el saber reconocerlas, es
muy útil para usar apropiadamente la lengua, oralmente o por
escrito. Comenzaré por el verbo.
El verbo se define de varias maneras. Yo opto por
definirlo como la palabra o parte de la oración que sirve
para expresar las acciones de las personas, de los animales y de
algunas cosas. Pero debo advertir que aquí se emplea el término
acción con un sentido más amplio que el que se le da
comúnmente. Hay verbos en los cuales la acción es obvia, como
los de movimiento o traslación: correr, caminar, entrar,
salir, golpear, bailar, escribir, caer, huir, barrer, etc.
En otros, sin ser de movimiento propia o necesariamente, también
la acción se muestra con claridad: reír, leer, mostrar,
cantar, llorar, estremecer, cubrir, etc. En un tercer grupo
no se percibe claramente una acción en el sentido que
habitualmente tenemos de este vocablo, al que automáticamente
tendemos a relacionar con el movimiento o la traslación: ser,
estar, dormir, pensar, sentir, desear, amar, querer, adorar,
merecer, intuir, etc. A muchas personas les cuesta ver en
estos verbos una acción propiamente dicha, porque la buscan en
razón de lo antes señalado, del movimiento o traslación. Sin
embargo, aquí podríamos aplicar al término acción el significado
de todo lo que ocurre en el tiempo, todo lo que tiene
alguna duración, sea de tipo activo o pasivo. De ese modo,
si bien convencionalmente, todos los verbos se asimilan sin
dificultad a la idea de acción.
Característica esencial y definitoria del verbo es contener en
sí mismo diversos elementos, que son por definición verbales.
En primer lugar la persona gramatical que realiza la
acción. En los siguientes verbos: amo, corres, salió,
comimos, teméis (en América: temen), saldrán, va
implícita, reconocida por la terminación del verbo, la persona
gramatical correspondiente: (yo) amo; (tú) corres, (él)
salió, (nosotros) comimos, (vosotros) teméis (en América:
ustedes temen), (ellos) saldrán.
Esto quiere decir que la persona que ejecuta la acción del
verbo, identificada gramaticalmente con los pronombres
personales, por estar implícita en el verbo mismo no tiene que
aparecer necesariamente en la oración, a diferencia de otros
idiomas, en los que la presencia explícita del pronombre es
indispensable. En Castellano basta con que conozcamos el
verbo, para saber cuál es la persona que le corresponde, aunque
esta no aparezca en la oración. Por supuesto, si queremos
mostrar explícitamente el pronombre, podemos hacerlo. Esta
potestad suele manejarse con fines estilísticos, por ejemplo,
para enfatizar la persona que realiza la acción.
Nota bene.
Agradezco a los amables
lectores que me enviaron mensajes de alegría con motivo de la
reaparición de esta columna, ahora en Tal cual, donde
saldrá todos los martes. Creo mi deber, además, advertir que
estoy seguro de que la desaparición de Con la lengua del
diario El Nacional, después de diecisiete años
ininterrumpidos, no obedeció a ningún motivo político, como
algunos lo han afirmado o sugerido. Desconozco las causas de su
eliminación, pero tengo razones para asegurar que no han sido
políticas. A. M. R.
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Artículo publicado en
el vespertino
Tal Cual, edición del
martes 17, mayo 2005 |
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