Vimos
que, según el tipo de acción que representan, los verbos
pueden ser de acción momentánea, reiterativos y
durativos o permanentes.
También pueden ser incoativos y desinentes. Son
incoativos los que se refieren a una acción en su
comienzo, sin que se aluda a su posible desarrollo ulterior:
nacer, comenzar, empezar, arrancar, iniciar, etc. Si
decimos ³La reunión comenzó puntualmente² nos referimos
sólo al inicio de la reunión, destacando por algún motivo la
puntualidad del mismo, pero sin aludir a lo que ocurrió
después. Lo mismo si decimos ³Las vacaciones comienzan
mañana².
Puede ocurrir que verbos de este tipo en ciertas
circunstancias se comporten de otra manera. En la frase ³La
carrera arrancó muy bien² no hay duda del carácter
incoativo del verbo. Pero en ³Él es muy fuerte y
arranca los clavos de un tirón² el verbo pasa a ser de
acción momentánea, aunque con un matiz de permanente.
Los verbos desinentes son los que indican una acción
en su momento final, sin referirse a su fase previa: morir,
terminar, acabar, concluir, finalizar, culminar: ³La
señora murió a las 6 de la mañana². Aquí el verbo se
refiere sólo al momento de la muerte, sin aludir a lo que pudo
ocurrir antes, ni a la vida larga o corta que así culmina, ni
al posible proceso que desembocó en la muerte. Lo mismo en
estos otros ejemplos: ³La reunión terminó sin llegar a
nada²; ³Fulano acaba muy rápido²; ³No sabemos cómo
finalizará este asunto².
El dinamismo de nuestra lengua hace que ninguna de estas
clasificaciones sea absoluta, como ya dije, y unos verbos
puedan cambiar de categoría en determinados contextos. Por eso
hay que fijarse muy bien para saber cuál es el comportamiento
del verbo que utilicemos.
LA JUSTICIA ENTRA POR CASA
En una entrevista publicada por Tal Cual el pasado
jueves 4, en la p. 8, leemos en un titular muy destacado: SE
NECESITA EXPERTICIA. Según el contexto, aquí experticia
se usó con el valor de experiencia, lo cual es un
error muy chocante. Experticia significa ³prueba pericial² (DRAE),
es decir, es un medio de prueba mediante el examen que de algo
hacen uno o varios expertos para comprobar determinados
hechos. Es, por cierto, un venezolanismo, razón de más para
defenderlo contra su deformación semántica.
En el texto está claro que fue el entrevistado, Jaime Gómez,
Director de Vivienda de la Cámara Venezolana de la
Construcción, quien utilizó la palabra equivocadamente, pero
su presencia en el titular sólo es atribuible al redactor,
Alejandro Hinds, o a algún otro dentro del periódico. El
redactor ha debido evitar el vocablo, si es que no podía
corregirlo, o marcarlo con un (sic) para señalar el
error.
Y TAMBIÉN EN CASA AJENA
En El Nacional del 27 de julio pasado, en una reseña
firmada por Albinson Linares, leemos: ³También descolla
la participación del desaparecido dramaturgo José Ignacio
CabrujasŠ². Es decir, se transforma en regular el verbo
descollar, que es irregular: yo descuello, tú
descuellas, él descuella, nosotros descollamos, vosotros
descolláis (ustedes descuellan), ellos descuellan.
El verbo descollar es palabra compuesta, formada
por el prefijo des- y el sustantivo cuello, y se
conjuga como contar.
Y HASTA EN LA CASA DE TODOS
El pasado 5 de agosto se realizó una reunión de periodistas y
políticos con la delegación de la OEA que vino a presenciar,
no a observar, las elecciones del pasado domingo. Al
salir de la reunión fue entrevistada por televisión mi buena
amiga Helena Salcedo, de grata recordación desde los tiempos
de la vieja Escuela de Periodismo de la UCV. Allí ella dijo,
entre otras cosas, que ³en Venezuela hay antecedentes
anteriores² de no recuerdo qué cosa. No tenías que haberlo
destacado, querida Helena. La gracia, y en consecuencia la
noticia, habría sido que hubiese ³antecedentes posteriores².
No deje de oír de lunes a viernes, a las
11,30 a.m., el micro CON LA LENGUA EN ONDA, por la
emisora Radio Onda, 107.9 FM, en el programa de Mari
Montes.
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Artículo publicado en
el vespertino
Tal Cual, edición del
martes 9, agosto 2005 |
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