No estamos ante la
campaña admirable, sino ante una campaña electoral abominable
que deja poco para la construcción del futuro. La inmensa
mayoría entiende que aquí sólo hay la grotesca exhibición de una
fuerza que ha hecho de la riqueza, fuente para la creación de un
socialismo capitalista de Estado que potencie la represión a
niveles inéditos, como recurso indispensable para garantizar su
estabilidad destructiva.
Por esto el
colectivo debe marchar hoy hacia la creación de un poder social
y político propios. Elaborar un proyecto y proceder a su
realización, a sabiendas que la dirección vendrá de su propio
seno. Esto implica un cambio de mentalidad. No es igual depender
de un salario que trabajar por cuenta propia. El colectivo debe
ubicarse ante nuevos caminos y políticas. De no ser así quedará
en la misma estación del fracaso y el engaño y este régimen de
firme inspiración totalitario-fascista seguirá aplicando su
maquinaria de terror-zozobra-manipulación.
En la
actualidad hay conciencia de que lo electoral sólo sirve para
mantener los privilegios de estos “revolucionarios” al servicio
del neoliberalismo. Y si no se rompe con esa política y se
avanza hacia otros derroteros, todos quedamos atrapados en ese
pasado.
Y ante esta
circunstancia se monta la trampa de un tal socialismo cuya base
y fundamento es el neoliberalismo, pero cuyo discurso ofrece un
modelo ‘fresco, democrático, amplio, republicano, alternativo,
pacífico, solidario, bolivariano’. El GP no alude a la toma del
poder por los ‘de abajo’ sino de un socialismo compatible con
la entrega al centro neoliberal de los mayores beneficios. Una
realidad que la propia Venecuba estimula, no por el empeño de
crear un bloque socialista sino una realidad económico-social y
política capaz de competir en el mercado con el neoliberalismo
padre.
Se simula
entonces una confrontación para ocultar las verdaderas
intenciones. Por ello, aquí no está planteado un rompimiento
alguno con USA. Menos cuando el viejo “socialismo chino-ruso”
cierra filas globalizadas con el capital. De allí el drama de
este gobierno: se queda sin discurso revolución y deviene en
importante agente del neoliberalismo. El ‘socialismo XXI’ es
un disfraz para renovar las esperanzas de un colectivo
desorientado, frustrado y que da muestras de un descontento
creciente.
Este testimonio es
revelador: “Chávez se jodió con nosotros, ahora que llame a
Tarzán y a sus misioneros para que voten por él. Con nosotros
que no cuente porque aquí lo único revolucionado es el
desempleo, la pobreza, el hambre. Y lo salva que uno tampoco va
a ir a votar por un escuálido, porque ellos son iguales o peores
que él. Pero cuando aquí aparezca un movimiento que nos tome en
cuenta a todos y que en vez de prometer, nos dé trabajo,
entonces va a ver que la gente lo va a dejar solo. ¡Estamos
cansados de tanta burla!”
Ante la
protesta en cierne el Estado perfecciona sus instrumentos
represivos y de control, y no se detendrá en muertos para salvar
su “revolución”. De esto tiene que adquirir conciencia el
colectivo, antes de que sea demasiado tarde. El monstruo se
proyecta hoy hacia los 200 años de la muerte de Bolívar. Pero
nada tiene de raro que espere el 2060 para conmemorar la muerte
de Zamora.
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