La
política de intervención de Chávez en asuntos internos de
otros países, está bien documentada en el caso Azteca. El
rechazo de los mexicanos a esta política, que la revolución
bolivariana está desarrollando en América Latina, se hace
pública con el llamado al embajador venezolano de turno,
ahora vice-canciller, para que explicara sus contubernios
con organizaciones políticas de izquierda.
Probablemente, los mexicanos fueron los primeros que
resintieron la penetración de la Cancillería
“revolucionaria” de Venezuela convertida en aparato
político-ideológico. Los nuevos diplomáticos, funcionarios
miembros del aparato revolucionario, son dedicados a
desarrollar misiones que van más allá de las tradicionales
relaciones entre gobiernos, prestándose para la expansión de
la revolución a nivel de la sociedad política y de la
sociedad civil. En este caso se trató de la formación y
organización de los círculos bolivarianos y las redes
ciudadanas de tendencias francamente izquierdistas o al
menos contestatarias.
El rollo de
Chávez con México escala con los insultos que Chávez
profirió al Presidente Fox, en relación a lo sucedido en la
Cumbre de las Américas donde Chávez afirmaba que el ALCA
estaba enterrada, mientras los otros países apoyaban la
propuesta de firmar Tratados de Libre Comercio (TLC) con el
“imperio”. Allí atacó a Fox llamándolo “cachorro del
imperialismo”, lo que provocó eventualmente el retiro de los
embajadores.
Consecuente
con su” lucha anti-imperialista” saca a Venezuela del G-3,
grupo de integración comercial, donde estaban México y
Colombia países que son o van a ser parte de un TLC con
EE.UU., por lo que se aísla más de México.
Posteriormente, tenemos el affaire del uso publicitario de
Chávez en la campaña electoral mexicana, y su continuo apoyo
al candidato del PRD. Sin embargo, el asunto se complicó
pues el candidato de Chávez pierde las elecciones. Como los
primeros cómputos no daban a ganador a López Obrador, la
revolución bolivariana empezó a cuestionar los resultados.
Acusó al árbitro electoral y “recomendó” un sistema
automatizado como el nuestro. ¿Qué tal? López pide revisión,
conteo voto a voto y comienza un largo proceso de
escrutinio.
Pero, hasta
allí llegó el apoyo público a López. Hubo que callar. Las
marchas, “guarimbas”, acampamientos, toma de instalaciones y
otras acciones de calle, que se convirtieron en el arma de
lucha del candidato perdedor, no podían ser reconocidas como
un método de protesta válido, sin legitimar una forma de
lucha que podría ser utilizada por la propia oposición
venezolana en las elecciones contra Chávez.
Finalmente,
las autoridades electorales mexicanas ratificaron la
victoria del candidato del gobierno. Entonces, Chávez
atacado por “la venganza de Montezuma” no pudo contenerse y
comenzó a gritar a los cuatro vientos que él no reconocerá
el gobierno de Felipe Calderón, pues cree que “a López
Obrador le robaron las elecciones”. Si Chávez fuera
consistente con su apreciación, su próximo paso debería ser
invocar la Carta Democrática de la OEA. Aunque,
probablemente, se podría conformar con una ruptura de
relaciones diplomáticas.
Esta
posición ha puesto a Chávez, una vez más, en una situación
embarazosa. Paradójicamente, Chávez, cuyo gobierno está
acusado de fraude y falta de transparencia electoral,
desconoce a un gobierno formalmente electo en otro país por
estas mismas razones, abriendo las puertas para que otros
países hagan con él lo que él ha hecho con México.
Tan fácil
que hubiera sido parafrasear la muy mexicana doctrina
Estrada y decir simplemente, que Venezuela “no se pronuncia
en el sentido de otorgar reconocimientos” a los gobiernos,
evitando así pronunciarse sobre el triunfo de Felipe
Calderón, dando por terminado el impasse. Pero el que no
sabe, es como el que no ve, y en esto el conductor de la
Cancillería es ignaro. La venganza de Montezuma no sólo deja
al descubierto la política de intervención de la revolución
bolivariana en otros países sino que permite revelar como
ella misma ha creado bases para su cuestionamiento por la
comunidad internacional democrática.