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La mentalidad de “garimpeiro”
por Alfredo Michelena
jueves, 16 noviembre 2006

 

Es a veces incomprensible para muchos que todavía Chávez continúe teniendo apoyo no sólo entre los venezolanos pobres y ricos, sino entre diferentes gobernantes que se califican como democráticos. Las señales de que Venezuela se dirigirá irremediablemente, si gana Chávez, a ese menjurje de caudillismo/populismo, estatismo, socialismo-marxista y militarismo, que él llama socialismo del SXXI, que retrotraería a Venezuela a estadios que todos creíamos superados, están por todos lados y él no sólo no las oculta sino que las grita boca en cuello

Es difícil entender porque una colectividad se suicida, o como un pueblo culto (o inculto) elige y mantiene a un gobernante que termina acabando con todo lo que se había construido, crea un estado de terror e incluso diezma a la población. En especial en una Venezuela donde, según las encuestas, la inmensa mayoría no quiere el comunismo, el modelo cubano o un partido único, la persecución política o volver al trueque o la falta de libertad de expresión.

Tampoco es fácil de entender que, si bien en el vecindario internacional nadie quiere tener en sus fronteras otro país castrista, fuertemente armado y muy beligerante, que sistemáticamente interviene en asuntos internos de otros países y que dificulta, por decir lo menos, los procesos de integración y la búsqueda de salidas consensuales, el presidente brasileño venga justo al cierre de esta campaña electoral a darle un espaldarazo a Chávez.

Claro que  cuando vemos que el puente Orinoquia, proyectado a fines de los años noventa a un costo de US $ 400 millones, termina costando mil millones más, que el intercambio con Brasil ha crecido casi a US $ 4.000 millones anuales- más de US $ 3.000 son importaciones de Brasil-, que Venezuela quiere hacer un gasoducto que atravesará el Mato Grosso, cuyo costo se calcula en unos US $ 23.000 millones, que se construirá una refinería-en Brasil- que costará US $ 2.800 millones con dólares venezolanos y que se estima una inversión de US$ 9.000 millones en la faja del Orinoco, no podemos menos que entender que el problema es de dinero y no político o de valores. “París bien vale una misa” dijo Enrique IV, quien abdicó sus creencias por ser Rey de Francia.

Pero en el fondo lo que hay es, lo que podemos denominar, una mentalidad del garimpeiro. Esta mentalidad cunde entre aquellos que han sido obnubilados con el inmenso flujo de dólares (US $ 500 millardos) que ha impactado a Venezuela. Nos referimos a países y Presidentes, pero también podemos incluir desde los ricos tradicionales que han incrementado su riqueza o los nuevos ricos, o boliburguesía, que nos la restregan sus Hummers, BMW o lujosos 4x4,  hasta algunos de los que simplemente reciben “burusas”, porque al fin lograron un puesto en la administración pública o en PDVSA, no por sus capacidades sino por ser “rojo rojitos”, o simplemente a todos aquellos que les va bien con la inyección de petrodólares  a una economía que crece sin producir riqueza ni puestos de trabajo y que parecen decir, como en el refrán criollo. “si así llueve que no escampe”.

Quienes tienen esta mentalidad saben que frente a una mina o “bomba” deben sacar la mayor cantidad de oro lo más rápidamente posible, pues están al tanto que la mina se agotará, que otros también están chupando de la misma y que cuanto más rápido saquen sus ganancias menos peligro tendrán cuando venga el desplome. Ellos saben que con la extracción del metal están haciendo daño al ambiente físico y social, que ponen en riesgo su existencia y la de los suyos, que incluso están violando o al menos torciendo la ley, en un ambiente de mucha violencia, pero asumen que al final el tiempo y el dinero perdonara todos los pecados, a los que logren sobrevivir. Para explotar la “bomba” rápida y furiosamente se permite engatusar, mentir, seducir, crear amistades circunstanciales y de conveniencia pues el único fin es explotar el oro y sacar los dólares. Esperan tener un futuro promisor pues al acabarse la mina ellos no sólo habrán sobrevivido sino que serán muy ricos. El problema es que esta historia de final feliz no es la que la gran mayoría ha vivido, pues más temprano que tarde terminan subsumidos en la vorágine que ellos mismos ayudaron a construir

La mentalidad garimpeira  es fundamentalmente oportunista y  depredadora, no crea riqueza y agota las posibilidades de desarrollo, y en su búsqueda de dinero fácil termina poniendo en riesgo no sólo  a si mismo sino a toda la sociedad. Esto recuerda a aquellos inversionistas que creyeron que hacían un gran negocio al comprar las propiedades de los cubanos que corrían a Miami huyendo del Castro-comunismo pues esperaban sobrevivir y que el comunismo nunca llegaría, pero no lo lograron. Terminaron afilando el hacha del verdugo que acabó con todos sus sueños. En cuanto al mundo internacional, consolidar a este tipo de personajes creyendo que se van a obtener beneficios, también nos hace recordar el caso del Primer Ministro Inglés Neville Chamberlain y del mismo Stalin con Adolfo Hitler. Lo que pasaba internamente en Alemania no importaba. ¡Que errados estaban!

 
 
 
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