Para
todos los que oímos los resultados de las elecciones
presidenciales la noche del 3 de diciembre, el impacto de lo
dicho aún resuena en nuestros oídos. La tristeza, la rabia,
la impotencia, la desolación, la melancolía y la depresión
se apoderaron de muchos. ¡Fraude!, ¡a la calle!, fueron
gritos de guerra que más que intentar movilizar al país
trataron de exorcizar esos demonios, para poder tragar duro
el amargo cáliz que no era extraño para muchos.
Pero el 4 D, es diferente al 3D. Ya el tema no es lo
electoral ahora es lo político. No es como ganar las
elecciones sino como transformar esa avalancha democrática,
que impactó a moros y cristianos, en una opción viable de
cambio. Si los numeritos no nos dieron, consolidar estos
avances si está en nuestras manos.
Lo primero que hemos ganado es la conformación de un gran
movimiento que creció como avalancha de las cenizas del
descalabro del revocatorio y que se ha convertido en una
enorme porción del país que ha tomado cuerpo y seguirá
creciendo. Somos la mayoría democrática
Lo segundo es que se ha establecido un liderazgo claro y
responsable. Rosales salió, en forma gallarda y honesta, en
el momento oportuno a sellar de una manera inequívoca el
carácter democrático del movimiento al reconocer el triunfo
del otro candidato. Y anunciar su compromiso de quedarse al
frente de la lucha política y no irse del país, como otros
lo hicieron.
Tercero, ahora poseemos una fuerza política organizada,
fuerte y decidida que representa a más de la mitad del país
que cree en la democracia. A la que se sumarán más y más
venezolanos al comprender el camino errado y peligroso que
ha escogido el Teniente Coronel para la patria.
Cuarto, esta opción política tiene un claro mensaje basado
en los principios democráticos y en la defensa de las
libertades fundamentales, con un imprescindible contenido
social. Esta visión se enfrenta al autoritarismo del Siglo
XXI que, edulcorado con el oro negro, se quiere imponer
desde un estado todopoderoso.
Quinto hemos aprendido que hay que aprovechar al máximo las
opciones democráticas que aún existen en este sistema
autocrático. La prueba fue lo logrado en apenas 3 meses. En
el futuro cercano hay nuevas opciones que nos brinda la
Constitución vigente como referendos, propuestas de ley y
nuevas elecciones. Además podemos decir con confianza que
hemos conquistado la calle, al demostrar una gran capacidad
de movilización. Hay mucho por lo que hay que luchar y
espacios que podemos conquistar.
Claro que todo esto deberá ser concretado, en otras palabras
debemos cobrar. Sólo que en este caso dependerá del esfuerzo
que hagamos por la unidad y la coherencia del movimiento, y
esto, en este momento, está en las manos de Rosales y de los
otros líderes de la mayoría democrática venezolana, quienes
no pueden fallar o pasarán al basurero de la historia, como
recientemente ha sucedido con otros. Hasta ahora lo que
hemos tenido son lideres mediocres con un pueblo valiente.
Es la hora que los lideres estén a la altura del pueblo
democrático.
Aunque perdimos electoralmente, ganamos políticamente. Ahora
hay que cobrar este triunfo y rescatar al país del
autoritarismo y del totalitarismo si podemos consolidar una
gran fuerza política con la mayoría democrática.