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La Paragua y los Derechos Humanos
por Alfredo Michelena
lunes, 2 octubre 2006

 

La muerte a mansalva de una decena de mineros en La Paragua no es simplemente un caso de exceso de violencia militar que debe ser penalizado. La Paragua es parte de la masiva y sistemática violación de los derechos humanos que sucede en nuestro país, pero que no notamos porque nos hemos acostumbrado a su existencia. Al igual que no notamos los 90.000 asesinatos que han sucedido en lo que va del siglo porque no estamos, teóricamente, en guerra.

No es sólo el  abuso policial y militar en La Paragua, en Kennedy, en Fuerte Mara, en Apure, entre otros lugares del país, o lo que ha acaecido en los Estados  Apure,  Guárico, Falcón y Anzoátegui, donde grupos parapoliciales deambulan cometiendo crímenes, ni las seis mil víctimas reconocidas de ejecuciones extrajudiciales, sino que además tenemos la falta de independencia judicial, el ataque contra la libertad de expresión, los presos políticos, la persecución política- lista Tascón-, y muchas otras flagrantes y notorias  transgresiones que ponen al descubierto la persistente violación de los derechos humanos en Venezuela.

La violación de los derechos humanos por parte del Estado se vuelto una constante. No hay que extrañarse, la transformación de la democracia venezolana en un modo autoritario y militarista de gobierno, necesariamente nos lleva a situaciones como estas. Aquí el tema no es si antes también se violaban los derechos humanos, si tal o cual persona fue asesinada o torturada en a cuarta, tercera o primera república. Lo grave es que, ahora estos procedimientos siguen en práctica y la violencia no parece detenerse. Pareciera que el ambiente actual es propicio para que se produzcan estos terribles hechos.

Venezuela ha nivel internacional ha optado por una posición que claramente lo aleja de la comunidad democrática de naciones y lo alinea con los países autoritarios, violadores de derechos humanos. Así se opuso a la refundación del Consejo de Derechos Humanos y se abstuvo junto a Irán y Bielorrusia para no votar en contra, con los Estados Unidos. Además, junto a Cuba y otro grupo de países no democráticos, no ha formulado una invitación permanente a los mecanismos del sistema de derechos humanos, para que evalúen la situación del país, como lo han hecho los europeos occidentales, los latinoamericanos y los europeos orientales con la excepción de Azerbaiján y Rusia.

Adicionalmente, para la Venezuela bolivariana, ahora unos derechos son más humanos que otros. Nuestra anterior Vice-ministro dijo ante Consejo de Derechos Humanos que, "Todos los derechos son importantes, pero forma parte de la lógica biológica y humana que es mucho más importante alimentarse que poder formar parte de un partido político, tener un trabajo digno que vivir en un sistema democrático, saber leer y escribir que tener libertad de expresión". En este sentido, se alinea con la justificación de todos los regímenes autoritarios que pretenden justificar la pérdida de los derechos políticos y las libertades fundamentales, con el fin de asegurar la satisfacción de las necesidades básicas de la población, que nunca llega.

El gobierno bolivariano no ha creado las condiciones para que se impongan los derechos fundamentales de los hombres, pues por encima están los intereses de la “revolución”. La situación es crítica, ha desbordado al gobierno bolivariano, y eso que sólo hemos hablado de los derechos políticos y las libertades fundamentales, y no de los sociales, económicos y culturales.

Un nuevo gobierno debería basar tanto su política interna como la externa en la defensa y mejoramiento de los derechos humanos y adelantar acciones contundentes en este sentido. Para esto, entre otras cosas, debería solicitar a las Naciones Unidas la creación de una Oficina de Derechos Humanos dependiente de la Alta Comisionada, a fin de que nos acompañe y asesore en el proceso de mejoramiento de tales derechos y nos ayude a monitorear su situación. No porque Venezuela carezca del personal idóneo, sino para conseguir todo el apoyo posible y mostrar de forma transparente a nuestros ciudadanos y al mundo, el interés y compromiso del nuevo gobierno nacional. Además, no sólo habría que realizar la invitación permanente a los relatores, representantes especiales o expertos independientes del sistema de derechos humanos de Naciones Unidas, y de la OEA, sino requerir su inmediata presencia para conocer sus evaluaciones y recomendaciones, y junto a nuestros expertos poner en práctica las medidas y acciones pertinentes que devuelvan a los venezolanos la tranquilidad y el sosiego que se merecen.

 
 
 
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