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Bolivia:¿y ahora qué?
por Axel Kaiser
lunes, 22 mayo 2006

 

Evo Morales cumplió - ante el estupor de muchos quienes con  algo de ingenuidad vieron en Morales más bien un cercano a la línea de Lula - su anunciada promesa: la nacionalización de los hidrocarburos.  Pero ¿ tenía realmente el ex líder cocalero otra alternativa? Probablemente no. El actual presidente boliviano no podía sino cumplir con lo que había sido su bandera de lucha por excelencia desde sus tiempos como diputado de oposición. No haber cumplido con esta demanda de una inmensa parte de la sociedad boliviana – estimulada en gran medida por sus antiguos discursos - le habría significado un costo político de tal magnitud que incluso podría haber puesto, más temprano que tarde, en jaque la estabilidad de su propio gobierno. Desde luego se oculta detrás de esta medida no sólo la consecuencia ideológica con un modelo al estilo Chávez, sino también la búsqueda de la mayor popularidad posible de cara a la  conformación de la asamblea constituyente, que a modo de lo ocurrido en Venezuela pretende la refundación ideológica y estructural de Bolivia. No deja de ser curiosa la similitud de ciertas etapas con el proceso venezolano, a ratos es como si Chávez – y por lo visto no es tan fantasioso pensarlo - estuviera dirigiendo personalmente la “refundación” boliviana.

Pero Bolivia no es Venezuela. La posibilidad de establecer definitivamente un gobierno con aspiraciones de poder hegemónico resulta, por la naturaleza misma de la caótica realidad boliviana, más compleja. Aun así, parece claro que la idea del gobierno de Morales es seguir la línea venezolana, para lo cual contará sin duda con el apoyo financiero de su colega Hugo Chávez. Sin embargo, es posible pensar que a pesar de los esfuerzos, el desgaste que implique mantener a Bolivia en el eje La Habana- Caracas, en la medida en que la popularidad de Morales baje – cuestión difícilmente evitable - sea tal que finalmente se torne insostenible. Quizás la caótica y desestructurada realidad boliviana esta vez termine irónicamente jugando a favor de Bolivia y supere con creces los esfuerzos artificiales de unidad y alineamiento con la propuesta chavista.

La nacionalización de los hidrocarburos fue sólo un primer paso en la dirección de concitar y mantener el apoyo popular. Lo más probable es que continue con el latifundio – probablemente incorpore en la nueva constitución una declaración a favor de su eliminación, similar a la existente en la nueva constitución venezolana-, los recursos forestales, las aguas, etc. Lo cierto es que Morales tendrá cada vez menos alternativas y más que pasos de un programa de gobierno, estos se transformarán en medidas necesarias para mantenerse en el poder. Y es que la asunción de Morales tuvo una connotación casi mitológica para el pueblo boliviano. Esta vez sintieron, como nunca antes, que finalmente sus problemas encontrarían solución, algo que ciertamente no ocurrirá. Entonces es cuando los diversos grupos, insatisfechos, comenzarán a exigir cada uno su parte y el gobierno, a fin de evitar la impopularidad comenzará a ceder en una espiral de populismo cuyas consecuencias son conocidas. No sería extraño incluso que Bolivia experimente en algún momento una inestabilidad tal que amenace seriamente las posibilidades de terminar el período presidencial de Evo Morales. Inestabilidad que, de ocurrir, seguramente irá acompañada de convulsión social y violencia.

No será fácil para el gobierno de Morales satisfacer las expectativas que ha creado entre la población y difícilmente podrá contener grupos radicalizados como el que lidera Felipe Quispe. Bolivia no cuenta, como Venezuela, con ingresos estratosféricos como para efectuar amplias políticas de reparto, y está por verse el rol que habrán de jugar las fuerzas armadas ante una eventual situación futura de inestabilidad, así como los límites de la asistencia financiera venezolana.

Lo que si está claro es que Bolivia se alejará sustancialmente  del incipiente camino que había emprendido hacia el desarrollo, al espantar la inversión  extranjera, generar inseguridad jurídica, crear un clima de permanente amenaza a los intereses privados y por sobre todo alinearse con el proyecto de Chávez, que ha sido catastrófico para un país riquísimo como Venezuela.

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Axel Kaiser, Investigador del Centro de Estudios Estratégicos Alexis de Tocqueville, programa Chile.

 
 
 
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