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Chávez: huele a peligro
por Axel Kaiser
martes, 17 octubre 2006

 

Con una ingenuidad sólo explicable por el desconocimiento – o quizás la mala fe -, un importante sector de políticos y analistas de nuestro país han subestimado la peligrosidad que el intervensionismo de Chávez en la región implica para Chile. Parecen no entender de qué se trata de un gobernante con vocación totalitaria, expansionista y que para empeorar las cosas está lleno de dólares.

Un golpe de estado fallido en 1992; la destitución de la Corte Suprema y su  integración con partidarios del régimen en el año 2000; denuncias de violaciones a DD.HH por organizaciones como Human Rights Watch; la declaración de inconstitucionalidad de la propiedad privada sobre la tierra (Art. 307 de la nueva Constitución); la consolidación  de milicias civiles armadas para la defensa de la revolución; el establecimiento de delitos con pena de cárcel para quien ofenda al presidente (Art. 147 del nuevo Código Penal) y una reforma constitucional programada para permitir la reelección indefinida del presidente son argumentos de sobra para entender de quien estamos hablando. Así es la democracia “a la Chávez” tan admirada por políticos socialistas y algunos intelectuales afines. Pero por si no resulta suficiente recordemos los pactos de Chávez con grupos violentistas como las FARC de Colombia, los Piqueteros de Argentina, los Sin Tierra en Brasil y con movimientos indigenistas en Bolivia, Ecuador y Perú. Nada de raro tendría que incluso en Chile existiera una intromisión de esa naturaleza en desarrollo. Es más, la lógica indica que ya debiera existir, de hecho la rearticulación de ciertos grupos antisistémicos podría ser una expresión de ello. No debemos olvidar que Chávez ha declarado públicamente su intención de destruir el eje Santiago- Bogotá- Washington, donde Chile representa la alternativa “neoliberal” exitosa que debe ser quebrada para consolidar así el proyecto revolucionario bolivariano. Es una payasada pensará razonablemente usted. Pero basta ver los casos de México, Perú y Bolivia para entender que el tema es en serio.

Es comprensible entonces el rechazo de la DC a cualquier acercamiento amistoso con el líder venezolano. Porque aquí hay de fondo fundamentalmente una cuestión de principios, y para ser francos en esa materia la Concertación se asemeja cada vez más a un Frankinstein político: un cuerpo contrahecho cuya atrofia y desincronización es evidente, pero que sin embargo continúa siendo funcional a sus fines.

Y así, el apoyo del PS se explica por la razón contraria: Chávez revivió de golpe esa fantasía de un modelo alternativo con su socialismo del siglo XXI, resucitando lo que con la caída del muro de Berlín parecía sepultado definitivamente.  Pero además ha sabido, con su insolencia y una gracia de la cual carece Fidel, canalizar el antinorteamericanismo que históricamente ha caracterizado a ese sector. Así es, se trata de una compleja cuestión de hermandad ideológica. Y eso quizás es lo peor que nos podría pasar, porque significa que el intervensionismo de Chávez – vaya ironía- está entrando por la alfombra roja a nuestro país.
 

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Axel Kaiser, Investigador asociado Área de Análisis del Entorno Empresarial, Escuela de Postgrado, Facultad de Economía y Empresa Universidad Diego Portales.

 
 
 
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