La
división entre quienes nos oponemos al régimen, entregaría
el país, por toda una etapa de años, a quien ya nos impone
un modelo totalitario de gobierno.
Unos quieren
votar y otros resolvieron, desde un año antes, no votar.
Entre los que votan, se dividen entre 15 opciones, de las
cuales unas dos o tres representan verdaderas corrientes de
opinión.
No puede
negarse que algunas son importantes y otras realmente
patéticas. Entre los abstencionistas, los hay desde quienes
resolvieron apagar la luz e irse y los que estarían
dispuestos a incendiar la sede del CNE y de paso Miraflores,
de donde proviene el miserable poder que detentan los
títeres para liquidar el derecho al sufragio.
Ya me dirá
algún anónimo que quiere seguir siéndolo… “gran vaina
franceschi, descubriste el agua tibia”.
Estoy
obligado sin embargo ha realizar primero el inventario de
nuestras desgracias, para buscar ENTRE TODOS un camino que
nos una y nos permita movilizarnos para pararle el trote al
déspota y derrotarlo.
Si aquí se
imponen unas elecciones limpias contaríamos que SOMOS DOS
TERCIOS del país y él sólo tiene un tercio, así las
encuestadoras digan misa. Sigue tibia el agua: aquí hay
mucho miedo y un sector importante se pasó al campo ni-ni,
que encarna el sector que está más chorreado, aunque muy
mezclado con las tropas de los simuladores del mas craso
oportunismo, y sobre quienes gotea algo de la plata dulce
del despilfarro sin límites de los forajidos gobernantes.
El
excremento del diablo, sobre el que nos alertaron por
décadas grandes venezolanos, como Pérez Alfonso y Uslar
Pietri, diagnosticando y pronosticando el desastre de
convertirnos, con la renta petrolera, en un país de mendigos
y de corruptos, desarrolló su clímax clientelar con este
mamotreto quinta-republicano edificado por la burguesía roja
delincuencial.
Llegamos al
año electoral con los mas graves presagios sobre la
imposibilidad, según los mas escépticos, de siquiera soñar
con derrotar electoralmente a Chávez y aunque estemos
convencidos de que todo es reversible en política,
divaguemos sobre un cuadro de hipótesis que quizá nos ayuden
a comprender mejor, entre todos, a cuales desafíos hacemos
frente.
Las
derrotas y el desconcierto en las filas opositoras,
provocadas por nosotros mismos, por complejas y duras
razones que preferimos no evocar, han permitido que avance
raudamente la estrategia de imposición del proceso de
confiscación de todo el ámbito privado, mientras nosotros,
que lo padecemos bajo la bota autoritaria, parecemos no
creer en la posibilidad y necesidad de contener y derrotar
ese curso totalitario. Al propio tiempo resulta paradójico
ver derrumbarse electoralmente en otros países a los
candidatos que Chávez apoya y financia dolosamente.
Si para el 3
de diciembre en la guerra de los egos compiten 15 candidatos
y el 60% de los venezolanos nos abstenemos, estaríamos ante
el peor escenario posible frente al avance del plan
totalitario de Chávez.
Si las
elecciones se dieran hoy, o se mantuviera hasta diciembre la
división que genera la enorme confusión que padece la
mayoría nacional, Chávez gana fácil y su plan totalitario
avanza.
Si logramos
un sólo candidato de la mayoría democrática y la abstención
se redujera a cifras muy moderadas, el 3 D, probablemente
Chávez pierde y es derrotado el plan castrista. Sin embargo
quien represente esa victoria deberá estar dispuesto a todo
para cobrarla. El gobierno dirá que ganó y tendremos que
sacarlo como el 11 de abril de 2002 pero con un 12 siguiente
que nos pertenezca y que defendamos todos.
Pero si el
CNE mantiene el plan de trampa y todos impulsamos la
abstención, Chávez sería electo con el 20-25% de los votos
del padrón electoral. Los comparsas que encuentre lograrían
otro 5%. Chávez se queda, no es contenido el plan
totalitario y el país sigue en sus manos. La confrontación
seguiría viva pero difiere sus desenlaces. Nadie puede, con
propiedad, argumentar sobre las condiciones en que estará el
país para ese momento. Es cierto que la abstención también
puede derrotar a Chávez por cuanto el país indignado puede
rechazar el fraude y lanzarse a la calle. Esa abstención
solo será un arma poderosa si es la calle el escenario del 3
de diciembre en la noche.
Si el CNE
mantiene su voluntad y mecanismos de fraude, aunque estemos
unidos y la abstención es baja, Chávez gana por fraude, pero
el país explota contra el gobierno.
Pero si
nuestra gran unidad se moviliza para imponer elecciones
limpias y nuestra fuerza es como mínimo la que teníamos para
el 15 de Agosto de 2004, derrotamos la trampa y Chávez
pierde. Si insistieran en producir un fraude masivo el país
explota y la confrontación se hace abierta y generalizada.
Si tenemos
una dirección decidida a no dejarse hacer trampa, con el
país decente [ 90 % ] de parte de las elecciones limpias,
Chávez pierde y si gana lo logra por poco margen, pero queda
con las manos atadas.
La pregunta
sigue siendo entonces ¿como obtener la mejor hipótesis?
a saber: imposición al CNE de las medidas que garanticen
elecciones limpias, derrota de la trampa, un solo candidato,
abstención muy baja y una dirección dispuesta a cobrar su
victoria, por TODOS los medios, solo tiene como respuesta la
de concebir UNA NUEVA ESTRATEGIA que nos permita, de mayo a
fines de noviembre de 2006, obtener grandes posibilidades
para esa hipótesis óptima.
Sobre esa
NUEVA ESTRATEGIA deberán concentrarse todos los esfuerzos de
quienes queremos contener y derrotar el régimen.
Estoy
absolutamente convencido que esa estrategia verá la luz y
nos permitirá recuperar el grueso de nuestras fuerzas. Nunca
seamos tan torpes como para creer que alguien puede hacer
mejor que nosotros el trabajo de salir de esta pesadilla de
gobierno y reunificar el país para prosperar en paz y en
democracia.
Nada más
fácil que concebir soluciones milagrosas. Las únicas que he
oído nos harían pagar precios tan o mas altos de los que nos
costaría salir nosotros mismos de la calamidad que se
engendró en las entrañas mismas de nuestras desidias y
renuncias.
Ni nadando en
petróleo y en dólares pudimos evitar llenar de parias
nuestras ciudades. Sólo mentes muy perspicaces comprendieron
hace décadas que los engendros sociales de la riqueza fácil
para pocos y la rebatiña clientelar, terminaría por
hundirnos en el excremento del diablo.
Sólo nos
queda encontrar la manera de emerger unidos contra quienes
lograron dividir a los venezolanos. Ajustemos cuentas con el
gran divisor empezando por unir a quienes queremos
derrotarlo.