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La morfina democratista
por Alberto Franceschi  
jueves, 18 diciembre 2003

 

Una cosa es ser demócrata y otra muy distinta es ser pendejos. La Coordinadora nos trata como tales, cuando pretende hacernos creer que el
árbitro nombrado por Chávez decidirá a favor nuestro.

Nuestra prédica no puede ser la de confiar en el árbitro, esa es la de Chávez. El posicionamiento nuestro debe ser el de desconfiar de quien se le ha dado demasiado poder para burlar la voluntad democrática del pueblo que, contra todos los obstáculos, firmó masivamente para que Chávez se vaya y no fue al firmazo chavista que resultó esmirriado.

Si el bendito árbitro decide a favor nuestro sería porque no puede burlarnos. Pero que nadie dude que quisieran complacer la bárbara petición del mandamás atronao, que ya resolvió, por su cuenta, desconocer las tres millones y medio de firmas. Por eso, aunque resulte irritante, repito que nosotros debemos desconfiar, como quien camina por zona roja de madrugada.

Todos los voceros de la oposición viven tranquilizando y dando por sentado que el malandro presidente tendrá que calársela. Por el contrario permítaseme sostener que este tipo de argumentos pertenece a ingenuos de la misma estirpe de quienes dejaron intacta la Guardia de Honor el 12 de Abril del 2002, cuando lo que correspondía hacer era ponerlos a todos en calzoncillos y enviarlos presos, mientras no se definiera total y absolutamente el panorama del poder. Son los mismos cándidos que creyeron que con una huelga pacifista, casera y hasta algo festiva, podía arrinconarse a un caníbal político.

No quisiera hurgar sobre heridas aun abiertas, pero yo no confío a priori en quien no supiera que dirigir como se dirigió, la huelga petrolera, no terminara en ese holocausto laboral y político que entregó a las fauces del bárbaro lo mejor de nuestro movimiento opositor.

Digo ingenuos porque todavía me niego a creer que las pendejeras que se oyen como doctas estrategias no se correspondan, más bien, con un cínico manejo de una muy sutil manera de trabajar al lado del régimen, para perpetuar su permanencia y dar chance a mejor suerte de cuanto personajillo
se cree con derecho a dirigir este país.

Si no queremos volver a sufrir grandes decepciones mantengámonos unidos, pero desconfiados incluso respecto a nuestra propia dirección. Porque nunca tantos fueron burlados tantas veces por "líderes", por lo menos improvisados que con sus prédicas, y sobre todos con sus tácticas de desgaste, insulsas y amedrentadas, nos ataban de pies y manos ante las arremetidas del arrogante aprendiz de tirano, que movía una y otra vez el arsenal de recursos coercitivos del Estado, y en particular las Fuerzas Armadas, para mantener en pie su desgobierno.
¿Porque vuelvo sobre nuestras desgracias pasadas? Sencillamente porque podemos estar al borde de grandes disparates, con esta maldición que nos cayó encima de tener dirigentes empeñados en dar tiempo y más tiempo a quien más lo necesita para saltarnos a la yugular.


Recuerden que son los mismos dirigentes opositores de los últimos tres años. Algunos nombres cambiaron pero se graduaron en la misma escuela.
Tienen inyectada la morfina democratista. Esa es una droga que nos bebimos cuarenta años y suponemos que quienes se resistieron a ella también la toman y construirán con nosotros un final feliz. Se desconoce por ejemplo que el crack revolucionario genera más poderosas adicciones y sus
deslumbrados adictos ni siquiera perciben otra realidad que la de sus pasiones y pesadillas atiborradas de resentimientos por fin vengados, donde según su léxico guerrerista somos el enemigo a liquidar.

Podemos aplaudir a nuestra dirección comeflor que nos han evitado una y otra vez las confrontaciones violentas que hubieran teñido de más sangre el calendario de luchas contra el déspota. Pero. ¿Y si el final del camino se nos reserva pagar junta toda la sangre que no se vertió en un siglo?, ¿seremos tan indulgentes para seguir dando nuestras confianza a quienes nos lleven al matadero que está tras el tabique de las ilusiones fabricadas por los adictos al pacifismo bobo, que ha dado todas las ventajas al pichón de tirano? Se que no digo nada nuevo si remacho que Chávez está en el poder gracias a una excepcional combinación de circunstancias, que entre otras razones determinó que la oposición tuviese la dirección que le hemos conocido.

Chávez desconocerá las firmas y boicoteará el Referéndum. Para imponerlo lo primero es demostrarle al Consejo Nacional Electoral que deberán arriesgar como mínimo su destierro de por vida si se atrevieran a desconocer los tres millones y medio de firmas.

Chávez dice que no se puede presionar el árbitro. Frente a este sermón fariseo decimos que si hay que presionar el árbitro tanto o más que Chávez. Quienes están allí no son patriotas angelicales que arriesgan los méritos que orlan su dignidad, bla, bla, bla. Querían poder, querían y buscaron denodadamente ese cambur, querían ganar grandes sueldos, querían ser influyentes. Pues bien, que se calen la presión de la mayoría, con derecho a indignarse ante la sola idea que se les pueda ocurrir hacerle caso al presidente malandro.

Que nadie se engañe, los episodios que vienen no son dirimibles en el cenáculo del CNE. Venezuela está metida hasta los tuétanos en el escenario de un conflicto regional y de repercusión mundial. El presidente malandro nos convirtió en los financistas, por lo menos con dos mil millones de dólares anuales, para la sobrevivencia de la agónica burocracia totalitaria castrista. Segmentos de su ejército profesional miliciano está ya entre nosotros, por miles, bajo el manto de un servicio social solidario. Al propio tiempo nuestros estados de frontera fueron convertidos en basurero territorial de la narcoguerrilla terrorista colombiana.

El Plan Colombia no termina de ganar irreversiblemente, porque el gobierno venezolano dejó en poder de la insurgencia colombiana decenas de miles de kilómetros cuadrados de nuestros territorios de frontera, que constituyen su más preciado bastión logístico. Esa guerrilla ya se siente dueña de nuestro territorio porque cuenta hasta con la criminal complicidad
de altos mandos militares chavistas.

La devastación nacional, el desmadre del desempleo y el hambre, la inseguridad que alcanzó niveles históricos, además de la ruina de las instituciones, provocadas por el gran orate y su corte de depredadores, determinan que la suerte de este país no está en manos del CNE. Grandes fuerzas políticas, sociales, financieras, geopolíticas, militares etc, van hacia el escenario de la confrontación inevitable y Chávez perderá, sencillamente porque somos cien veces más fuertes que él.

Lo que falta es confiar en nuestras propias fuerzas y en líderes que la interpreten, no que la hipotequen en manos de árbitros vendidos o cobardes.
Me importa poco la diferencia. El futuro de nuestras familias y el de nuestro país no podemos entregarlo a ningún arbitraje. Estoy convencido que así opinamos en el fondo la inmensa mayoría que no se tragará ni a Chávez, ni a los que le den más y más plazos. Se acabó. Que se vaya. Que termine ya la ridícula comedia de postergar los desenlaces.

Si el bicharraco se quiere quedar por la fuerza, entonces que las Fuerzas Armadas impongan el respeto a los derechos constitucionales del pueblo, sacando al petardista de la presidencia. Ya deberíamos volver por millones a las calles exigiéndole a las Fuerzas Armadas que cumplan con su deber de
mantener la seguridad de nuestras fronteras y la paz interior de la República, quitándosela de las manos al irresponsable que nos lleva a la desintegración como nación.

 
 
 
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