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¿Llegó la hora de liquidar las FF.AA. en Venezuela?
por Alberto Franceschi
domingo, 15 octubre 2006

 

    Solo quien no tenga ambiciones políticas personales, puede abordar este tema con absoluta transparencia e independencia de criterio.

Opinar sobre la cuestión militar equivale a riesgo. Es como opinar a fondo sobre los medios de comunicación. Ambos son parte de los llamados poderes fácticos, que ejercen una potestad de veto de hecho contra todo el que vulnere sus intereses, así como para premiar mientras pueden a aquellos que hacen de su cerebro una prolongación neural de quienes constituyen las élites de ambas castas.  

Líbreme Dios de tocar y en esta etapa menos, los intereses de los grandes medios, sometidos al chantaje del bárbaro gobernante y andar de librepensador generando entredichos. Eso sencillamente puede ser usado contra la oposición y por eso me callo. 

Los medios constituyen uno de los escasísimos recursos que quedan al país democrático para defenderse, al pueblo para sus denuncias y por supuesto a la élite política que aspira dirigir la nación en el poschavismo.

Esto puede ya no ser hipótesis, sino una realidad viviente, desde los próximos meses, si sigue derrumbándose la capacidad del régimen para imponerse mediante fraude electoral y dar continuismo al agente cubano que funge de Presidente a veces de visita en el país. 

A la pregunta del título, responderé sin ambages que Manuel Rosales en la Presidencia, no puede aspirar a ir mas allá de una reforma de depure el actual estamento militar que exhibe esa obscena predominancia partidista del chavismo.

 El cúmulo de tareas que deberá enfrentar Rosales es sin embargo de una amplitud impresionante. Antes incluso de ir al fondo del tema militar, el nuevo gobierno debería enfocar su atención fundamental sobre la seguridad personal, el empleo, parar la corrupción y recuperar la confianza internacional en la seriedad del país. (Posdata 1) 

Muchos de esos temas, que atienden a la convivencia social y a la recuperación de la gobernabilidad, pondrán en segundo plano la regeneración de las FFAA, por cuanto ningún presidente electo democráticamente, y sometido a graves presiones, en una transición de régimen, puede mover mucho el cotarro militar, sin asumir riesgos importantes que le desplacen de sus centros de interés, que sobraran mas acá y mas allá del tema militar, para superar los entuertos dejados por el chavismo. 

Pero a riesgo de ser inoportuno abordaré el tema, porque de esto, aunque no se hable públicamente, dependen demasiados desarrollos y si está entre ceja y ceja de quienes piensen en los temas del poder político. 

 Por carecer de la más elemental visión de poder, el Dr. Carmona, por ejemplo duró 24 horas de tambaleante autoridad dada la debilidad espantosa en el manejo del tema militar y en otros aspectos fundamentales del poder político, como son la consideración del conjunto de intereses políticos en juego desde la sociedad civil. 

No alcanzo a visualizar como será la transición, mejor dicho, que nivel de profundidad tendrán las correcciones, para erradicar los vicios dejados por el chavismo y aprovechar de modelar un tipo de Estado moderno, mucho más pequeño aunque de mucha mayor eficiencia.

Y es allí donde el tema tabú que me preocupa está en el centro de los debates de quienes quieran ver a mediano plazo, los nuevos desafíos para quienes ocupen el liderazgo del país, mas allá de la tormenta inicial, que implicará la sustitución del chavismo a la cabeza del Gobierno, del Régimen y del Estado. 

Relevar al chavismo del Gobierno implica contar con la mayoría de las FFAA que en principio deberían optar por una solución política, no traumática.  

Una vez ganada por Manuel Rosales las elecciones, la cúpula militar deberá decidir esa noche del 3 de diciembre si acompaña o no a Chávez en su alocada y funesta empresa de mantenerse en el poder, mediante un fraude que lo ilegitima de ipsofacto. 

 Si las FFAA optaran por convalidar el fraude, deben saber entonces que han de prepararse para reprimir masivamente y sostener una dictadura de matachines y que ello las hará estallar en segmentos, que desencadenarán una guerra civil, que por supuesto contará sus primeros miles de muertos sobre todo en esas divididas  FFAA.  

Además quienes asuman la infamia y la felonía, de respaldar las huestes del gobierno fraudulento, deben tener la seguridad de que ante uno u otro escenario, terminarían en un proceso de disolución y el enjuiciamiento y condenas, sin impunidad posible, para todos los responsables de crímenes por represión sangrienta.  

 Quienes acaricien la quimera de que pueden sostener el chavismo mediante una guerra interna y ganarla, deben conocer que, al precio que sea, ese conflicto se regionalizará en cuestión de días y el frente democrático, además de su mayoría aplastante en la población, terminará contando para decidir con recursos bélicos 10 a 1, mas fuertes que un gobierno de corruptos militaristas fraudulento y bloqueados hasta su inanición. 

 Esto lo afirmo tajantemente, por si alguien tiene la duda que una guerra de sistemas sociales y tipos de Estado la gana en Venezuela un representante, como el Gallineitor, de los residuos del medioevo fanático del sector islamista integrista y de emisarios de Kim Jong il, del norcoreano del otro lado del planeta. 

 De una vez les digo, a los chavistas que quieran defenderle las fortunas mal habidas de quienes les mandarían a la guerra, que tampoco cuenten con Cuba.

 El moribundo régimen comunista que agoniza con Castro, ni de vaina pone en peligro los disfrutes alcanzados con la plata venezolana y el pronto deceso del tirano señala el comienzo en grande de la TRANSICIÓN, con los cubanos de Florida, para reconstruir el capitalismo cubano.

El día del carajo en la tarde, se interesaran los chulos del régimen castrista feneciente en una guerra regional promovida por este locoide sabaneitor. 

Si las FFAA aciertan en gran mayoría a defender los resultados electorales a favor de la democracia, perderá muy poco en la etapa siguiente, solo de reajustes sobre y del estamento militar.

 El Estado bajo la conducción de Rosales, no puede evitar una rápida Reforma Constitucional,  que por vía referendaria o de convocatoria anticipada  a una nueva Asamblea Nacional, a la que se le otorguen Poderes Constituyentes, remodele el régimen donde debe quedar establecido, taxativamente, que las funciones civiles se separan absoluta y totalmente de las funciones militares, que los militares se subordinan al poder civil y que todos sus actos son  supervisados por los poderes electos de la República en particular el Congreso. Sus presupuestos vuelven a ser auditables y no se deja rastro alguno de preeminencia de lo militar sobre lo civil, en ningún campo de la acción del régimen. 

Pero Venezuela no se modernizará y abrirá sus perspectivas para convertirse en una nación del primer mundo, si no acomete una total transformación de su Estado.

 Los ámbitos del Estado son 10 veces superiores a los del Régimen que lo expresa organizadamente y 100 veces más extenso y profundo que el Gobierno que transitoriamente lo representa. 

Cuando se habla de transformaciones drásticas, para construir sobre nuestro espacio geográfico otro tipo de Estado, me refiero a otra realidad social, política, económica, cultural y por supuesto MILITAR, que implicarían enunciados, propuestas y discusiones mucho más detalladas que las que pretende este artículo. (Posdata 2) 

Tenemos dos opciones fundamentalmente distintas para resolver estrangulamientos históricos en nuestra organización social y estatal.

Muchos sueñan con implantar un tipo de sociedad organizada en base a un Gobierno, Régimen y Estado de despotismo ilustrado, tipo Pérez Jiménez, en su visión de eficiencia y promoción económica, y creen que marcharía, aunque se obligue a respetar regulaciones severas sobre derechos humanos, amen de arbitrios y cuerpos legales con serios impedimentos contra la corrupción.

Se piensa en esta hipótesis a sabiendas que tal régimen se haría inviable, a no ser que funcione con mecanismos realmente inéditos, con auto limitaciones en el régimen electoral, anulación en términos prácticos de libertades de información, organización, protesta, etc. etc. 

 La piedra de tranca, para hacer o no viable esta, o cualquier otra opción de tipo autoritaria, siempre como hipótesis de análisis, e implantar y darle permanencia además de cierta legitimidad de asiento social, es que siempre se necesitaría un cuerpo militar de gran autoridad al cual se subordine el país entero.  

La cultura democrática de vehemente crítica y protesta, contrasta contradictoriamente con los rasgos autoritarios, casi innatos, en todo funcionario venezolano al ser investido del menor poder discrecional.

Estos dos, casi fundamentos, de la cultura política nacional acabarían en poco tiempo con un ensayo de naturaleza autocrática.

 Solo aumentando “el grado de despotismo, en detrimento del ilustrado” podría sostenerse, pero lo más probable es que termine siendo CERO ilustrado y CIEN POR CIENTO despótico. 

Quizás estamos “condenados”, para infinita suerte nuestra, en seguir viviendo -o volver a aprender- democracia, que a diferencia de lo que muchos creen, si puede generar ORDEN y racionalidad, en la conducción de los asuntos públicos, o por lo menos que estos no estorben al progreso social, como en los últimos 15 años. 

Pero una de las precondiciones para rehacer la convivencia democrática y reencaminarnos a su perfectibilidad y eficiencia, radica en reconstruir las FFAA nacionales o eliminarlas. 

 Planteo la eliminación ex profeso, para que quienes leyendo esto dentro de las FFAA, perciban la gravedad de lo que tiene planteada la Republica, una vez que las cúpulas militares dejaron o terminaron de gangrenar a las FFAA venezolanas. 

No se trata de mejoras o reformas, o dejar las cosas como están y hacer algunos retoques luego de sustituir a los jefes militares más conspicuos de este septenio chavista de putrefacción de las FFAA.

El nuevo Régimen que deberá sustituir al Puntofijista podrido al extremo por Chávez y su casta AUDI, tiene que asumir la reconstrucción, desde casi CERO, de las FFAA.  

Dentro de una nueva concepción estratégica de la defensa nacional, las FFAA no pueden seguir siendo concebidas y mantenidas en plan de haraganes sustentando un régimen que favorece la casta de oficiales adeptos al mandamás de turno. 

El conflicto real que padece el país está en su frontera occidental y no es precisamente con el Estado colombiano sino con fuerzas disolventes y subversivas, que afectan a ambos Estados y nos permiten ganar en eficiencia, con una sólida asistencia mutua con las FFAA de Colombia, en lugar de suponer una innecesaria rivalidad estratégica. 

Las armas misilísticas y de aviación de combate, asistidos por un amplio sistema de radares de alta tecnología, mas todas las fuerzas de blindados, inexplicablemente emplazados hoy a 800 Km. de la frontera, serian suficientes como elementos permanentes de disuasión, contra cualquier aventura procedente del Estado colombiano, si algún accidente ocurriera allí, en la elección, o usurpación del poder, por parte de un gobierno belicista. Pero salvo para resguardarnos ante la más rara de las hipótesis, la soberanía territorial deberá por una década o mas hacer énfasis en la extirpación del delito de narcotráfico, guerrillerismo y bandolerismo, que devuelvan la paz y seguridad en nuestras fronteras. 

El 90% de las instalaciones de permanencia militar deben estar en zonas de frontera. Todas las bases del centro del país y particularmente las de Caracas, Maracay y Valencia deben salir de allí, donde solo sirven para andar de desfile en desfile o como disuasión de guerra civil contra nuestra propia población.  

Los nuevos efectivos deberían ser parte de cuerpos de elite, con altísimo standard de entrenamiento y con armas de última generación.

La mayoría de esos soldados serían profesionales, con excelentes condiciones de protección social y de alto nivel de adiestramiento en armas sofisticadas, lo que supone un buen nivel cultural promedio.

 El arsenal de ese Ejército Profesional, estaría diseñado para la guerra irregular de frontera, labores de inteligencia y total movilidad aerotransportada.

Las bases aéreas y misilisticas, con el personal de alta calidad profesional constituirían, aunque sea de muy pocos miles de efectivos, una fuerza de disuasión suficiente para resguardo de la soberanía. 

 Las fuerzas estrictamente militares pueden suponer un número máximo de unos 10.000 efectivos es decir 15 veces menos que ahora. Así en lugar de una pesada carga burocrática y parasitaria, que solo prepara desfiles con 10.000 oficiales  que dirigen un contingente de bajísimo nivel cultural, se ahorrarían las enormes cifras erogadas que en cambio servirían para, en muy buena parte, elevar la calidad  y sofisticación del armamento, la calidad de la preparación educativa, profesional  y  tecnológica de todo el contingente y en mejorar sustancialmente, en base a méritos y riesgos,  su protección social y las de sus familias. 

Ese es un ejercito 100% distinto al actual, vagueando en las grandes ciudades del centro, convertido en masa de maniobra de los distintos gobiernos, que lo usan como un ejército de ocupación o para la guerra civil como fue el caso del 27 de febrero de 1989. 

Hay que acabar definitivamente con los equívocos sobre la naturaleza de la GUARDIA NACIONAL.  La Guardia por mayor exposición cotidiana al trabajo de mantenimiento del Estado deberá recibir tantas o más consideraciones que las de los otros cuerpos militares. Cuando ejerzan funciones estrictamente ligadas al ámbito civil, sus efectivos deberán recibir todas las ventajas del personal civil, afectado a esa área específica, como el Seniat, rentas, aduanas, resguardos, aeropuertos, vigilancia forestal etc. 

Los cuerpos de seguridad ciudadana, antimotines, orden público, policía antinarcóticos etc. deberán percibir primas de acuerdo a riesgos o sacrificios por la naturaleza de funciones y cualquier otra consideración de estímulos y gratificaciones. 

La inútil discusión sin fin sobre una policía nacional debe terminar y concebir el grueso de esas funciones y atribuciones para entregárselas a la Guardia Nacional como ejecutora de tales tareas.

Ante las suspicacias reales o caprichosas, que  despierta en las otras fuerzas militares la edificación de un poder  muy grande  de  esa Guardia Nacional, susceptible de desplegar una influencia mayor sobre  el Estado y el gobierno, deberíase suponer preventivamente un control del poder civil aun mas cotidiano y segmentado, sobre esas atribuciones  de la Guardia concebida como Gendarmería Nacional.

La autoridad máxima por ejemplo radicaría no en el Comando de esa Guardia, sino en el Ministerio del interior y Justicia.

Toda esa basura teórica y de diseño sobre GUERRA ASIMETRICA deberá tener un destino apropiado, el cesto.

La construcción de un Nuevo Estado que obtenga, aprovechando su novedad de implantación, lo mas avanzado del mundo, que pueda funcionar en nuestro país, sería la única manera de saldar cuentas históricas con el chavismo, como forma bastarda de régimen y con las causas que lo engendraron en las deformaciones agudas que ya eclosionaban del régimen democrático bajo sistema de partidos clientelares. 

Si a la caída del chavismo no estamos preparados para estos grandes virajes históricos, sencillamente seguiremos dando tumbos, realmente no me imagino bajo que mezcla de lo peor y no de lo mejor de nuestras tradiciones.  

Lo que se impone como inevitable es rehacer el Estado y podrán imaginarse amigos, que sobre este tema hay infinidad de aportes, dignos de tomarse en consideración, porque adoptar un nuevo Estado debe ser la obra de toda la nación, aunque su propuesta defensa y aplicación, responde obviamente a una élite lúcida y modernizante.  

Eso es lo mas difícil de lograr si se rinde tributo a los poderes fácticos de todo genero, porque para lograr estos grandes objetivos, son muchos los intereses que habrá que consensuar, pero mayores aún los que habrá que obviar, enfrentar, disminuir o liquidar.

 No nos quepa la menor duda sobre la complejidad de las tareas, pero al país le sobran talentos para asumirlas, también por supuesto en las filas militares. 


 

(Posdata 1) Son demasiados los desajustes institucionales y solo su lista se haría interminable. Anotemos la falta de equilibrios y la necesaria reconstrucción de la independencia y colaboración de poderes públicos, corrección de graves ilegalidades, reconstitución del estado de derecho, de la seguridad jurídica, derrota al hampa desbordada, recuperación de la confianza en las instituciones, reconstrucción de las relaciones entre el Estado y la Iglesia,  recuperación de activos de la República cuyos bienes muebles e inmuebles fueron presas de latrocinios inenarrables,  reconstrucción del régimen de descentralización, lucha contra la inercia del peculado que infectó de arriba abajo toda la administración pública, reponer todas las formas licitatorias para construcción, compra y contratación de bienes y  servicios por parte del Estado  y reconstrucción de la juridicidad sobre Salvaguardas y restitución de derechos  de carrera administrativa, también de meritocracia  en PDVSA, reconstrucción de la identificación  de los venezolanos y regulación de identidad de extranjeros, recuperación de las fronteras y particularmente la occidental perdida a manos del hampa , el narcotráfico y la narcoguerrilla. Hay que superar el desorden fiscal, la destrucción de la infraestructura, el desorden inaudito en el régimen presupuestario, las aberraciones diplomáticas, el asfixiante estatismo en la economía, el desastre del estallido administrativo, gerencial y de desinversión masiva de PDVSA, endeudamientos macabros, déficit sociales en todos los órdenes, necesaria e impostergable recuperación industrial, disminución drástica de economia de despilfarro importador y un largo etc.

 

(Posdata 2) Rehacer la base jurídica del Estado para insertar a fondo el país en la globalización capitalista del mundo, implica rehacer todo el aparato educativo, para alcanzar el pleno empleo, en base a competencias de  una población con mano de obra calificada y profesionalizada, a partir de inducir la economia mediante gigantescas inversiones nacionales y foráneas a producir quince o mas millones de barriles diarios de crudos transformados, alcanzar un potencial de producción petroquímica en unos 200 o mas productos, de los 5000 que se producen en el mundo, en lugar de los 30 que actualmente se  procesan y dirigirnos,  con alta competitividad, a una industrialización en rubros de alto consumo energético, aprovechando nuestras enormes ventajas comparativas,  que nos garanticen espacios firmes en el marcado mundial, son entre otros temas y materias pertinentes de discusión, con nuestro sector privado para que ayude a liderar esa transformación de fondo del estado,  hacia la economia productiva de exportación masiva y de pleno empleo. El Estado tiene que ser capaz de proporcionar mediante los Fondos de Pensiones, compartida con el sector privado, una transformación radical de la calidad de vida de los venezolanos. El solo esfuerzo nacional para resolver en  pocos años el déficit de los dos millones de viviendas, o la transformación educativa, en el sistema de salud, sistema de justicia, régimen penitenciario, leyes y reorganización policial, en la multiplicación de la red vial por ley de concesiones etc., o la lucha implacable para erradicar la corrupción administrativa mediante la auditoria publica, por cualquier ciudadano,  en tiempo real mediante la publicación de todos los mas insignificantes ingresos y egresos y su motivación, beneficiario,  licitaciones etc. todo publicado en Internet, asequibles al público, como mandato constitucional, con graves penas, incluida la remoción inmediata de funcionario en caso de infracción etc. implicaría reformas de forma y de fondo en toda la administración pública.

 
 
 
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