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Está en la calle el candidato de los chavistas sin Chávez
por Alberto Franceschi  
lunes, 14 agosto 2006

 

Yo no tengo la menor duda que Chávez representa ahora sólo una minoría en el país, inferior incluso al 20% de la población. Puede llegar a 50% si la oposición se vuelve a pelar, por ejemplo con el abstencionismo, o manteniendo dos candidatos hasta diciembre. 

Se viene hablando de una corriente política nacional muy fuerte, subterránea, sin morfología ni rostros, puesto que se suponía animada por líderes oficialistas emboscados y encapuchados, que los periodistas llamaron:  “Chavismo sin Chávez”.  

Yo creo que esa expresión o  designación  es  equivocada. Lo que si existe es: “Chavistas rompiendo con Chávez”.

Esto si es una realidad palpable y Benjamín Rausseo es el símbolo que escogieron esa multitud de votantes que día a día desertan del campo gubernamental hacia lo que el Conde llamó: “el centro del lomito”.

El electorado está apartándose de esquemas tradicionales, de clasificación de izquierdas, derechas y todo ese arsenal terminológico de divisiones entre los venezolanos.

Eso sólo puede tener algún interés académico, pero ninguno para reunir en el discurso a la familia venezolana más allá de las ideologías. 

Benjamín Rausseo es una persona de valores, ideología y práctica de vida,  ajena al presidente y de hecho enfrentada a este, aunque en forma muy distinta a las características  de la oposición tradicional. 

Rausseo esta convocando a la unidad del país, a la paz y a la reconciliación, para dejar atrás este especie de miedo y susto cotidiano por lo que viene y por lo que ya hay.

La mayoría de los que confiaron en Chávez se decepcionaron pero no quieren volver a confiar en ninguna de las figuras del pasado ni en sus pimpollos. 

Benjamín Rausseo se convirtió en los barrios y entre la juventud rebelde de todo el país, en la expresión visible simpática e irreverente de ese fenómeno de oposición profunda a la continuación de Chávez en el poder.

Y es un hecho que agarró vuelo como un candidato de grandes posibilidades de triunfo, si aquí se imponen elecciones limpias y se derrota el fraude del CNE chavista.

Rausseo es el candidato de chavistas rompiendo con Chávez. 

El  ayer votante por Chávez,  ya no quiere al presidente y detesta verse defraudado una vez mas por los políticos que no aciertan en desarrollar el país, habiendo tenido tantos recursos para ello, y censuran con rabia infinita que los parlanchines del gobierno, como a aquellos que le recuerdan los de la oposición.

El pueblo llano los identifica a todos como aspirantes a ir al gobierno solo para robarse esos inmensos recursos, que son del pueblo y no de los corruptos de cualquier signo.

Se le llama antipolítico pero es el reflejo más profundamente político que constatamos hasta sin mediciones. 

La oposición tradicional,  para llamarla de forma benévola, insiste en creer que bastan los mecanismos propios de la vieja democracia y ardides de propaganda efectista, para cautivar de nuevo al electorado, por ejemplo llamando a votar por el Gobernador del Zulia, el señor  Manuel Rosales y su obra de gobierno eficiente. 

Mientras tanto, es un hecho, y es lo único interesante de todas las encuestas publicadas desde hace un año o más, que Chávez y la oposición tradicional, donde se incluye a los grandes medios, sólo reflejan una MINORIA del país. 

Chávez representa un 15 % duro y la oposición un 10 %  de atrincheramiento también duro.

Y el 70-75  % sencillamente se apartó de esos dilemas desgastantes, enervantes, estresantes y sobre todo paralizantes. 

Los venezolanos en su inmensa mayoría desean un cambio drástico, rápido, pero también pacífico, del mapa político del país y por supuesto del poder.

La decepción sobre Chávez es muy profunda, pero al colocar a la gente a escoger entre Chávez y la oposición tradicional, cuando se presionan  definiciones, muchos  sectores  populares  prefieren irse  a la abstención, o se devuelven hacia las nuevas promesas del presidente o de sus operadores regionales y locales que les engatusan, amarrándoles con alguna carantoña clientelar o de conveniencias. 

Esa es la mayor dificultad para convertir en mayoritaria la candidatura de Rosales. No hay empatía con él entre grandes sectores decepcionados con Chávez, que por cierto no podemos identificar que sean “del chavismo”. 

Fueron votantes por Chávez y aun no han roto completamente con sus ilusiones en él, pero NO SON adherentes al carato ideológico del presidente y menos aun de la zambumbia comunista y al mismo tiempo patriotera, del altar de burla a la santería, que exhibe el fanático de La Hojilla cada noche a nombre de Chávez.  

Ser del chavismo es pertenecer a la corriente de activistas pagados para pensar adulando al líder, odiando al lado del líder, vociferando al lado del líder, maltratando al lado del líder y por sobre todo abusando en nombre del líder.  

Ser votante de Chávez, es decir haber sido “chavista”, mas bien se corresponde a esa costumbre que viene del pasado, que permitía votar por X candidato pero sin abrazar apasionadamente la ideología y poses demagógicas dictadas por las maquinarias que estaban sosteniendo esos presidentes o sus sustitutos. 

Se podía, sin drama, cambiar la opción de voto, sobre todo entre AD y COPEI,  por considerar que el gobierno que terminaba lo hizo mal o bien, además por supuesto, del peso con el que orbitaban  las grandes corrientes clientelares, manejados por los operadores locales y su importante o menguada solvencia, según fuese su acierto para acercarse a la opción que ganaba el poder, en cualquier nivel del aparato de estado.  

No estoy diciendo que Rosales pierde si o si. Sólo sostengo que la candidatura de Benjamín Rausseo tiene mucho mayores posibilidades de imponerse contra Chávez, en una situación particular, en que se han cambiado los parámetros lógicos de los viejos enfoques, de la vieja clase política, ya desplazada del poder. 

Quien abandona a Chávez nunca fue del “chavismo” es decir  miembro activo de la corriente  afín al pensamiento socialista, dictatorial, castrista y aventurero en política internacional del presidente, quizá sólo le une a él confusamente un cierto afecto, aunque teñido de amargas decepciones.  

Ese chavista está dispuesto a creerle a un candidato opositor, pero más le creerá a Chávez cuando pongan la propaganda del gobernador Rosales firmando el decreto de Carmona.  

Cuando aparece un candidato como Rausseo diciendo amablemente las mejores propuestas radicales contra Chávez, automáticamente acerca a los votantes chavistas, no al “chavismo” que es otra cosa aunque parezcan idénticos.  

Aunque sea de abc, repitamos que se votaba por AD o COPEI sin ser adeco o copeyano y esto era por millones. Bueno, igual que ahora.  Tenemos el mismo fenómeno pero sólo RAUSSEO lo puso en evidencia.

Una cosa es haber votado por Chávez y hasta volver a tener intenciones de votar por él, y otra cosa muy distinta es ser parte “del chavismo”. Por eso se trata, repitámoslo, candidato de chavistas rompiendo con Chávez y no “del chavismo sin Chávez”.  

¿Saben que recriminan más los pobres a Chávez? : La demagogia sobre que es del pueblo y quiere al pueblo. Porque no lo pueden ver, ni tocar, ni hablar con él. Los partidarios del presidente sienten como si  ahora les tuviera asco. Los papelitos de peticiones los recogen los funcionarios, ministros etc.  Y la gente indignada les gritan que se vayan al carajo, que ellos quieren es ver al presidente, para reclamarle la solución a su tragedia familiar o personal.  

Aquel calor humano que sintieron del hombre fuerte que les tendía la mano, se perdió hace años, tras una cortina de funcionarios y escoltas que lo hacen inaccesible.

Siempre con la vaina que lo van a matar como excusa, para perdérsele al pueblo y no tocar a nadie, ni hablar sino a chavistas bien pagados y ensayados para la ocasión de una aparición pública, mientras el pueblo grita a 50 – 100 metros, contenidos y apretujados tras una cadena de la casa militar. 

El chavista decepcionado se acerca a Rausseo, lo quiere, es su humorista predilecto y quiere oír la novedad sobre su plan de ser presidente, le entretiene pensarlo, le ilusiona que sea posible que alguien nacido y criado de tan abajo, pueda llegar a la cima. Hay cero resistencia a oír el mensaje, y entonces se establece una empatía, entre el candidato Rausseo, a quien si le creen que quiere unir al país, y representar por igual a chavistas y opositores adecos, copeyanos, etc. 

Rausseo no dice que hay que expulsar a Chávez, o mandarlo preso a perpetuidad, él dice que ese señor debe descansar porque ha viajado mucho, y que ya le tiene un nuevo empleo, después que pierda las elecciones de diciembre, y  es mandarlo a cobrar todo lo que prestó o regaló, para que nos lo devuelvan, porque esos reales son de los venezolanos. 

Les parecerá de segundo orden, pero el que llame a Chávez ladrón, asesino, loco, vendido a Fidel, y otras realidades; no tiene, y quizá no tenga nunca como captar la atención del pueblo pobre que votó por Chávez y quiere abandonarlo, pero lamentando que el tipo les falló, que se volvió pura bulla, que nos amarga con sus malditas guerras, que no entienden esa botadera y regaladera de real a todo el mundo y esas compras de inmensas fortunas en armas, pudiendo usar todos esos recursos para calmar tantas privaciones de los venezolanos y modernizar al país.  

Mientras Rausseo permite la evolución mayoritaria del voto de Chavistas al voto por un demócrata como él, los que adversamos sin contemplaciones a ese chavismo de nuestras desgracias de hoy, y las increíblemente peores que vendrán, si el gran orate se mantiene por fraude el 3 de Diciembre, seguiremos explicando cosas para disputarle a  la maquinaria clientelar de la sinrazón de los ideólogos del  chavismo, la razón extraviada de muchos venezolanos. 

La casta social de depredadores del chavismo son  detentores hoy de un poder gigantesco por su usufructo del aparato de estado. Pero también  existe y es poderosa la corriente racional entre los venezolanos que rechazamos vehementemente su basura revolucionaria que pretenden convertirla en ideología de estado. 

El chavista que abandona a Chávez es porque nunca fue del CHAVISMO, corriente política de vividores disfrazados de simbologías heroicas, tramposas o pavosas. 

¿A quien se le ocurriría, la estupidez, por ejemplo, de que los venezolanos seríamos guevaristas y llevaríamos en mayoría franelas del Ché,  el fracasado “guerrillero heroico”, estampado en el pecho como el gordo de La Hojilla.? 

¿Fue Chávez el genio que creyó que tragaríamos a Fidel como nuestro padre espiritual, siendo que  Venezuela fue forjada en luchas por las libertades y se atraganta con ese criminal ya senil, símbolo vivo por unos días más,  de la opresión, el totalitarismo, la penuria y la idiotez colectiva detrás de un bicharraco endiosado, impuestos como sistema a esa pobre isla prisión? 

¿ Que país cree que dirige Chávez si jura que iremos a Irán a defender con la sangre venezolana el delirante gobierno de los ayatolas fanáticos persas, empeñados en desatar la peor guerra de todos los tiempos, con el entrépito Chávez en el medio?  

Rausseo le hará a este país el mejor favor que necesitaba ya agónicamente. Él  hará posible que los chavistas de ayer e incluso muchísimos de los de hoy, voten al lado de los que nunca fuimos, de los que nunca tuvimos la menor ilusión,  desde el primer segundo de este gobierno disparatero. 

Rausseo une  a todos de cualquier procedencia que quiera reconstruir una democracia mucho mejor que la del pasado. 

Estamos en el deber de unir los esfuerzos de todos para salir de la pesadilla. Los de la oposición tradicional que crean poder sacar a Chávez electoralmente, imponiéndole elecciones limpias, hoy cuesta arriba, no tendrán quizá otra opción que trabajar por la victoria del Conde Rausseo.

A finales de Octubre hay que unir las fuerzas de quienes queremos salir de Chávez.

Recuerden siempre que Rausseo se ofrece como un presidente sólo de transición para sacar el país del atolladero político y de este vendaval de odios y aventuras en que nos metió el héroe de los topochales de Sabaneta.

 
 
 
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