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Los
árboles de
Juan
Fernández
por Alberto Franceschi
viernes, 7
julio
2006
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Lo
que diré hoy por escrito era lo que quise decirle
verbalmente al señor Juan Fernández, a fines de noviembre de
2002.
Le dejé de 20 a 30 mensajes durante tres días en su
contestadora…Pepe Toro Hardy me consiguió el número de
celular y ante mi insistencia, ya exagerada, también ante
Pepe para que lograra que el líder de PDVSA me escuchara,
Pepe accedió a intermediar él mismo para lograr la
comunicación.
El muy amable Pepe me dijo: acabo de hablar con él y está
esperando tú llamada… Marqué a los 3 segundos y de nuevo la
impertérrita grabadora, repitiendo el mensaje digital del
hombre para mí más importante en esos días de la oposición
venezolana… es Juan Fernández, deje su mensaje… deje su
mensaje…deje su mensaje.
Insistí 10 veces más y al final solo pude atinar a dejarle
una mentada de madre y mi indignada protesta por su
displicencia.
Juan Fernández no tenía tiempo para atender a ningún mortal
común. Ya estaba endiosado, había entrado al olimpo de las
inaccesibles cúpulas de los dirigentes de aquella
Coordinadora Democrática de nuestras desgracias.
Ahora creo que por fin lograré que Juan Fernández lea esto
porque en su anonimato, “de árbol caído”, quizás escuche a
amigos suyos que le digan: un tal Franceschi dijo cosas muy
duras sobre tus árboles…
Lanzar a los petroleros a la Huelga General fue un disparate
que nos costó, nada mas ni nada menos, perder la columna de
sustentación social fundamental de la oposición al plan
dictatorial de Chávez.
La gente de PDVSA era, de lejos, la única dirección con el
prestigio para sostener, con asideros reales, una posición
de fuerza.
Eran nada mas ni nada menos que los cuentadantes de la
chequera del país, que el presidente quería tener y no
podía.
Eran quienes todavía garantizaban que la generación del 70%
del presupuesto nacional de entonces, estuviera fuera del
control directo del mandamás de Sabaneta y su chulo Castro.
Los otros convocantes al paro cívico FEDECAMARAS, la CTV y
TODOS los partidos de la otrora poderosa oposición, quedaron
luego DERROTADOS BRUTALMENTE por toda una etapa.
Pero en el caso de los petroleros, estos fueron
sencillamente LIQUIDADOS. Una cosa es derrota y otra muy
distinta liquidación. Y fíjese que sólo me he referido a la
gente de PDVSA como vanguardia política. Si abordara el tema
con mayor ambición, tendría que referirme a las
consecuencias infinitas de sus despidos, tanto para la
industria y el presente y futuro del país como del colosal
drama humano que desgarró tantas familias, pulverizó tantas
esperanzas, cortó o frustró tantas carreras y mucho más.
Estamos hablando, señor Fernández, de árboles a los que se
le pasó un Caterpillar, se sacó la capa vegetal y se cubrió
el sitio con cal. O si prefiere, sin ponerle cal, se
construyó en el lugar, un enorme gallinero vertical.
Para su información, NUNCA nos recuperamos de la derrota y
de las pérdidas originadas por el paro cívico.
Pero sobre todo el gobierno puede ufanarse de su solidez,
gracias a haber liquidado a los petroleros y a haber
comprado, como lote de marranos de feria, a la piara de
oficiales gobierneros que deshonran las FFAA, poniéndolas
bajo control del G2 cubano.
Luego de esa derrota mayor, la lucha por el Referéndum
Revocatorio se dio en términos defensivos y negociados.
Se perdieron no solo las suelas de los zapatos en las
marchas, que esperaban forzar al imbecil Carter y del
burócrata Gaviria a que, por favor intercedieran, para que
nos permitieran ir en las casi vergonzosas condiciones a un
referéndum trampeado.
Yo quería decirle señor Fernández, semanas antes, que si se
lanzaba la Huelga General sin preparar simultáneamente su
carácter insurreccional, en los primeros días de su
desarrollo, era trabajar a favor de Chávez, que nos
destrozaría en una huelga pacífica indefinida.
Quería decirle señor Fernández que si uno lanza una huelga
sin objetivo explicito, se arriesga a que cada quien la haga
por un motivo distinto. Unos por expulsar al gobierno, otros
para restituir la directiva de PDVSA, otros para animar el
ambiente para recoger unas firmas que preguntarían a Chávez
si quizás no era conveniente que se paseara por la hipótesis
de un referéndum consultivo, otros, los mas bizarros,
querían que con ese paro le apoyaran un hipotético golpe que
montaba el General Medina, con su alzamiento de espectáculo
en plaza pública, sacrificando centenares de oficiales
activos.
Esos árboles de plástico que estorbaban la vista nunca iban
a dar frutos.
La mayor lección de ese paro cívico indefinido, madre de
todas nuestras derrotas, no es siquiera comparable con el
desastre del carmonazo.
Ese otro dislate histórico de dirigentes improvisados como
jamás vio país alguno, que enterró nuestra huelga política
de abril y en particular nuestra insurrección cívica del 11,
resultó un episodio trágico pero de resultados ambivalentes.
Expulsamos a Chávez del poder con la revolución del 10-11
triunfante, el doce unos aventureros resolvieron rifarse el
poder entre camarillas civiles y militares. Chávez vuelve al
poder pero profundamente debilitado. Su única fuerza era
contar con la estupidez de la dirección opositora.
Eso fue ocho meses antes del paro de Juan. El Referéndum que
se da ya en medio del proceso de recuperación de fuerzas del
gobierno es año y medio después del paro suicida de
diciembre 2002- enero 2003.
Teníamos ya reservado el tercer gran disparate de nuestros
dirigentes. El resultado del R.R. es robado impunemente: esa
es la ignominia del chavismo, la nuestra, por tercera vez,
una dirección opositora disparatada y en fuga en la hora de
las chiquiticas.
No le estamos pidiendo cuentas a Juan Fernández por la
derrota, le estamos pidiendo cuentas por la inmolación de
sus compañeros, de nuestra gente de PDVSA, por mantener un
conflicto que se hacia indefinido solamente para cuidar el
trasero de una dirección que debió saber retroceder y
conservar el empleo de miles y miles y con ello el vigor
social de la oposición, en lugar de apostar a la piratería
política de: esperar a ver que pasa, seguir a ver que
sucede, a mi no me toca retroceder… debo cuidar mi
candidatura futura…
Las Huelgas señor Fernández uno las lanza para ganar, pero,
muchas veces, incluso la mayoría de las veces, se pierde.
Semejante bolsería era lo que yo quería hablar con usted.
Le iba a preguntar si tenían un plan de contingencia,
también para retroceder y hacer lo que ustedes como gerentes
se suponen conocían: el control de riesgos.
Los políticos que nos formamos en la oposición durante
décadas contra los gobiernos de la cuarta, siempre supimos
que era inviable una línea insurreccional, porque bajo
presión huelguista siempre se obtenían resultados, aunque
fueran parciales, y a veces nimios.
Quienes teníamos esa experiencia sabíamos que enfrentar un
gobierno como el de Chávez, sin ningún tipo de escrúpulos y
dispuesto a destruirte, implicaba que el margen de
negociación era aún mas estrecho.
Eso quiere decir que el conflicto debía suspenderse a partir
de alguna concesión aunque fuera pequeña, o ir a la
confrontación total para exigir la reivindicación máxima: la
expulsión del gobierno.
Pero eso, señor Fernández, sólo podía lograrse convirtiendo
la Huelga General Política, desde los primeros ocho días, en
una insurrección y además por supuesto debía garantizarse,
en tal evento, que ella resultase triunfante, que debíamos
hacer inevitable y preparar la división de la FAN y
eventualmente estar dispuestos a presenciar conatos de
guerra civil.
Pero no quiero darle la impresión que esta es una discusión
de gónadas más o gónadas menos.
Le quisiera decir que se necesitan mas gónadas para
retroceder en una huelga general, que se estima débil o
perdida, que para impulsarla.
Se necesita mucho más testosterona u ovarios para asumir la
responsabilidad de una derrota parcial, que para ser el
intransigente arrechísimo.
Ese torneo trágico de la dirección opositora jugando al
cuide de no aparecer cada cual como el gallina, nos metió a
todos en la eterización de esta piltrafa de gobierno… y eso
es bueno que usted por fin lo sepa, porque los árboles que
usted quiere levantar todavía, defendiendo lo indefendible,
sobre los resultados de ese paro cívico suicida, se los
llevó al cipote Hugo Chávez, que si resolvió desde el
principio como se juega a fondo en escenarios parecidos.
Juega a matarnos y eso lo logró contra nuestras fuerzas
principales, como las de los petroleros, de las que ahora
carecemos.
Ya nacerán nuevos árboles, las grandes derrotas también
enseñan a quienes quieren aprender…
Aunque le parezca irrelevante quiero manifestarle mi respeto
por su condición de perseguido por este gobierno, y me pongo
a su disposición, asegurándole que contestaré su llamada si
alguna vez quiere conversar.
Quiero incluso ofrecerle mi amistad, porque yo se
distinguir, me imagino al igual que usted, entre las
divergencias políticas y el valor y la calidad de las
personas. Le adelanto si, que no quisiera verlo dirigiendo
otra lucha contra este gobierno. Usted quedó en la lista de
las personas que ya probaron suerte… a costilla nuestra,
aunque nunca olvidaré que usted también resultó su propia
víctima.
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