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La
Suma de
Todos los
Miedos
por Alberto Franceschi
lunes, 23
febrero
2004
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Como
en la película de este mismo título, comienzan a alinearse
desgraciados presagios sobre nuestro destino inmediato. En
Colombia ya se vive bajo zozobra por la próxima
confrontación venezolana, una vez que el gobierno chavista,
“con sus cartas marcadas y sus árbitros de bolsillo” (1)
burle el Referéndum Revocatorio, luego de cien trastadas
contra este derecho del 90% de la población.
¿Ceguera o imbecilidad? Se pregunta el editorialista del más
prestigioso diario colombiano, cuando increpa a la comunidad
internacional sobre porque no actúa cuanto antes, para
evitar la guerra civil o una feroz dictadura castrista en
Venezuela.
La dirección de la oposición aquí debería creerle a los
lúcidos analistas colombianos ya que desestimó las voces de
quienes, desde el primer día de gobierno de Chávez,
alertamos sobre la necesaria salida de fuerza, preventiva,
para quitarnos de encima esta maldición de revolución
hamponil.
Y cada día que pasa su costo será mayor. Ya los analistas
bogotanos ni siquiera dan espacio para sortear la
alternativa de hierro entre guerra civil o dictadura
castrista. Ellos juzgan, me imagino, por el tipo de ejército
que tienen. Las Fuerzas Armadas neogranadinas están en
guerra hace décadas contra los chavistas – FARC-
colombianos.
Quizá no pueden entender que aquí tengamos a generales
GarciaCarneiros, AcostaCarles y Badueles, en la cúpula
militar, como alcahuetes de un plan de desintegración
nacional, manejados como títeres de un gobierno que financia
la mitad de los gastos del presupuesto cubano incluyendo,
por supuesto, la fuerza expedicionaria de Castro que
incubamos disfrazada por ahora de servicio civil, aunque
sepamos que con ellas intentarán degollarnos cualquier día
de estos.
Para poner otro ejemplo de cinófilo, esto me recuerda
aquella ficción: ALIENS, el octavo pasajero. Castro se nos
pegó, con Chávez, como un emplasto en la cara y una vez
incubado el mutante saldrá, de nuestro pecho estallado, como
un enorme bicharraco metálico y babeante que querrá todo
nuestro espacio. Así opera el Estado cubano como cliente o
como “protector”.
Mientras la oposición no entienda que el problema NO ES de
candidaturas, ni de posicionamientos ventajosos para algún
factor de los aspirantes a conformar transiciones, o
beneficiarios de salidas negociadas o reconstituciones de
viejos e inconfesables intereses, aquí seguiremos en este
impasse que mantiene a flote al atronao mediante
malabarismos legales sustentados solamente en: LA SUMA DE
TODOS LOS MIEDOS.
El gobierno teme la insurgencia militar, la insurgencia
civil, la combinación de ambas, la presión norteamericana,
la de los vecinos, la de la OEA, la parálisis económica, la
descomposición social, el desbocamiento de la corrupción que
hace estragos en la credibilidad ante los adeptos con hambre
del chavismo.
Los corruptos mandamases entran en pánico ante el sólo doble
de campanas de un gobierno que les permitió saquear y que ya
no podrá guarecerlos…y perderán todo… y serán extraditables…
y no podrán evadir las confiscaciones de los dineros y
propiedades mal habidos.
Los bandidos en uniformes mancillados ven cerca el día de su
degradación, el decomiso de su cuantioso botín, la pérdida
de su condición militar, porque habrá de execrárseles, y
deberán pagar cárcel por toda la insolencia de ayudar a
procrear al hamponato dirigente.
Por su parte los dirigentes menguados de la oposición temen
que ha llegado el momento donde ya no pueden seguir
declamando en televisión sobre salidas institucionales
inviables. Temen la insurgencia militar porque no la
controlarán. Temen la insurgencia civil porque la mayoría de
los parlanchines de oficio… que ahora cantan como gallos, no
saben otra cosa que dar órdenes para evacuar… para
retroceder, para desviar, para entonar cánticos comeflores,
para negociar en el terreno del gobierno.
Son los mismos que viven llamando a naciones que siguen
indiferentes a nuestro drama por cuanto estas están metidas
en sus propios problemas o con intereses que no dan sentido
de urgencia a los nuestros. Sencillamente no estamos entre
sus prioridades o, peor aun, consideran que debe vérsenos
despellejados en carne viva,para socorrernos con condiciones
indignas.
¿Cómo entender el escenario que se aproxima? Los actores del
gobierno ya tienen asignados sus guiones: ejercer el
atropello “legal” desde el CNE, el tribunal supremo, la
violencia fascista de sus grupos de choque, predicar la
guerra étnica con el verbo racista de su jefe, la demagogia
pestilente, la repartidera de real para comprar tiempo, el
chovinismo gerrerista contra vecinos sumergidos en sus
propios dramas y por supuesto apelar al manoseado recurso de
victimizarse frente a naciones poderosas, como le ha
resultado a Fidel por casi cinco décadas.
El gobierno malandro cree que puede pasar el temporal si
logra llegar al 1º de Agosto, donde nos remataría con un
gigantesco fraude electoral, sobre todo si mientras tanto
genera una burbuja de fantasmagórico crecimiento económico,
forjado desde un bestial despilfarro con dineros públicos y
contando para ello con el oxigeno de una burguesía bancaria
que ha hecho mas real con Chávez que en los restantes 501
años que nos separan del descubrimiento.
¿Y Cual es el guión de la oposición? NO TIENE. Y de allí
proviene no poca de la inercia del régimen que se niega a
morir.
Nosotros proponemos algo muy sencillo. El único árbitro real
que puede mantener la viabilidad del Estado Venezolano y
reconstituir la democracia sobre bases sólidas son las
Fuerzas Armadas.
Debemos volver por millones a las calles para exigir que
expulsen del poder al gobierno usurpador y generen las
condiciones para reconstruir el tejido social desgarrado por
el hambre y la polarización racista del gobierno chavista, y
el tejido institucional de la nación arruinado por la
subversión y anarquía propiciada desde la cúpula del poder
revolucionario fraudulento.
La única manera de evitar la guerra civil es que nuestras
Fuerzas Armadas Nacionales promuevan un rápido desenlace,
maniatando las hordas guerreristas y subversivas del propio
gobierno.
Por supuesto la dictadura castrista sólo puede engendrarse
si Chávez gana aún mayores espacios, mientras los líderes
opositores siguen cantando. Ya no se trata de pedir
referéndum, ni elecciones, ni renuncias, ni menos aún
rectificaciones. El país se reconciliará a través de
instituciones fuertes y con equilibrios surgidos de una
exigente práctica democrática futura, mientras ganamos la
batalla al hambre y a la pobreza.
Ya el chavismo tuvo demasiadas oportunidades para que su
jefe endemoniado cambiara de rumbo y se convirtiera en el
presidente de todos. Pero él prefirió ser el perro de Fidel
y el compinche de Marulanda. Así mismo decidió que era más
importante subsidiar el Ejército cubano que mantener
nuestras FFAA en condiciones sociales y profesionales dignas
y con apresto operacional aceptable.
Él concientemente optó por financiar el aparato de seguridad
cubana - el siniestro G2 - mientras desarmaba nuestras
propias policías y las entregaba atadas de pies y manos al
hampa todopoderosa.
El mandamás de la estupidez revolucionaria decidió mantener
nuestros hospitales en ruinas y nuestros médicos
desempleados, pero pagarle centenares de millones de dólares
a Castro para traer galenos y enfermeros de Cuba.
Frente al dilema de hierro - del editorialista del Diario El
Tiempo -que nos anuncia desbarrancarnos hacia la guerra
civil o a una dura dictadura chavista, supongo que nuestras
Fuerzas Armadas no escogerán ninguno de esos dos escenarios.
En los dos pierde el país y los militares son reventados.
La alternativa que no nos dan es la que veo posible y
necesaria desde 1999. En esta hora extrema, de debacle
histórica de Venezuela, nuestras Fuerzas Armadas, que
existen como institución desde hace un siglo, deberán
demostrar su identidad con la Nación y con la sobrevivencia
de su Estado hoy amenazado como nunca antes.
(1) ( diario El Tiempo, Juan Manuel Santos, Un Vecino en
Llamas, 22-02-2004 )
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