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El Día del Gran Culillo
por Alberto Franceschi  
sábado, 7 febrero 2004

 

En política lo único interesante de escribir sobre la evolución de los escenarios es llegar a pronosticar con precisión el curso más probable de los acontecimientos. Para lograrlo hay que arriesgar un vaticinio que acierte a partir de las conductas de los principales actores que copan el espacio y de cuya confrontación surgen, como síntesis, los nuevos escenarios.

Si precisamos este concepto debemos precavernos contra el simplismo de autodidactas que resuelven que su esquema deberá ser más fuerte que la realidad, a la que domeñan para que quepa en sus pronósticos… conozco a varios.

Nadie puede, salvo por un azar que linda con el albur de los brujos, predecir con exactitud lo que se nos viene encima, si el gobierno impide que el CNE dé libre curso al Referéndum Revocatorio.

Yo creo que los tres chavistas del CNE y toda la inercia del aparato de Estado, controlado por el MVR, trabajan para que no se realice.

Sin embargo el resultado de la lucha lo decide la lucha misma. Por eso no puede pronosticarse nada irreversible en la contienda política.

También sé, que si la presión de la oposición es muy fuerte, los árbitros vendidos pueden verse obligados a pelear por la encomienda fraudulenta de Chávez en el trecho que sigue. El del momento de realizarlo. Sabemos que el gobierno tratará de imponerlo pasado el plazo en que le obligue a elecciones anticipadas.

Pero si pasa agosto, Chávez, como sabemos, tendrá la papaya de designar un vicepresidente que lo sustituya hasta el dos mil seis, mientras él se dedica a la subversión, a repartir real reventando las finanzas públicas y a su campaña electoral mundial. Su rol de perro de Fidel le ocupará todo su tiempo. Entre otros asuntos vivirá planeando, con su amo, como desfalcar más aun a Venezuela para seguir manteniendo la casta del millón de burócratas policiales de Castro.

Si imponemos que el Referéndum Revocatorio se dé en tiempo, el gobierno acudirá a su plan B. Se desatará en el país una oleada sin precedentes de intimidación terrorista contra la oposición. Pero al propio tiempo veremos funcionar la maquinaria estatal repartiendo real y favores, a diestra y siniestra, para intentar lograr lo que si es posible para este gobierno, corrupto hasta los tuétanos: ganar el Referéndum tratando por todos los medios fraudulentos, además del de garrote y zanahoria, que no logremos más de 3.750.000 votos.

Cada día que pasa los muy bien artillados equipos de estrategas del gobierno, con recursos mil millonarios, se lanzan en vorágine a confundir, intimidar y a comprar opositores. Todo vale, son dueños del Estado.

Frente al creciente descontento militar ya lanzó impúdicamente su línea de enterrar en la mierda el prestigio militar que queda, para hacerlos corresponsables de los fraudes en estados claves como Carabobo y Zulia. Allí, generales acólitos suyos uniformados hasta hoy, los lanza como candidatos al fraude de Agosto.

El mensaje es sencillo: si estás contra mi te quitaré hasta la pistola de reglamento en tu retiro. Te mantengo en la picota de la desgracia profesional, te haré la vida un ocho.

En cambio si estas conmigo te llevaré hasta trisoleado, te haré mil millonario y te elegiré gobernador. Cuando sales de general a donde te haré llegar más rápido y colmado de privilegios, aunque seas el peor de tu promoción, te reservo un futuro de exitoso político venal, siempre bajo mi protección autocrática. Si robas, aunque sean cifras escandalosas, te perdonaré, siempre y cuando sigas siendo de obsecuencia perruna.

La fortaleza de Chávez viene de su poder corruptor… y de la espantosas debilidades de la dirección opositora. Y cuando en un país la democracia se gangrena hasta el límite que el voto del parásito vale más que el de un científico, o letrado o dignidad eclesiástica, difícilmente esa nación se ahorra el tránsito por los traumas y accidentes constitucionales.

¿CUÁL ES LA GRAN APUESTA DE CHÁVEZ?... Como gran conocedor de las ruindades humanas, quizá porque reúne demasiadas en su práctica de vida, el déspota sencillamente apuesta al día del gran culillo. Conociendo el cinismo del gran charlatán, no lo imagino creyendo su propio cuento sobre que el pueblo tomará la calle para defenderlo. Sólo los imbéciles pudieron creerse el cuento que seis millones lo repusieron en el poder el 13 de Abril del 2002. Boves Chávez sabe que en realidad le debe el poder a la cúpula militar del General Vázquez Velasco que lo quitó, forzado por el estallido del 11, y lo volvió a poner cuando Carmona se alzó en el aire con el coroto que no le pertenecía.

El día del gran culillo será aquel cuando les lanzará, a los opositores humillados por el Revocatorio saboteado, el desafío ¡TUMBENME! Y sobrarán los chorreados que dirán “nada fuera de la constitución”, y cuando uno les diga “pero él ya hizo añicos esa constitución”, se verá responder en retruque: “que él la viole, nosotros no, porque no somos bárbaros”.

¿Y como sigue la historia? Nos dirán: “vamos a desquitarnos en las elecciones regionales y locales de agosto”. Y la respuesta de la mayoría democrática, ultrajada por el déspota y manoseada por la dirección de aprendices y embaucadores, será el ausentismo masivo ante lo que considerarán un fraude pestilente, una vez que quedó demostrado que el gran malandro usa la pantalla electoral sólo como un terreno adicional de sus malabarismos ventajistas para afianzarse en el poder.

Que nadie se engañe. Si el gobierno sabotea el Referéndum Revocatorio esto producirá un gran escepticismo que hará inviable, para la oposición, utilizar otra vez el terreno electoral mientras Chávez sea presidente. Algún gradualista opositor, hasta bien intencionado, me diría “si Chávez nos quita el Referéndum la gente, más indignada que nunca, irá a derrotarle en las elecciones de Agosto”. Nada puede descartarse en política, pero me temo que esa posibilidad es bastante remota.

Si Chávez se burla del Referéndum es por que tuvo la fuerza que le viene de la estupidez de la dirección de la oposición, y hará caída y mesa limpia en las elecciones de Agosto, si es que llegamos allí; si es que antes no nos sorprende una fractura militar y el advenimiento de tiempos muy duros de violencia y fragmentación nacional.

Cuando se observa ese desfile de promesas y de viajes, haciendo depender todo de la famosa comunidad internacional, que nos muele con su paciencia burocrática por la sencilla razón que no nos ven guáramo para expulsar al malandro, uno se pregunta: ¿Y ahora qué viene?

El atronao gasta diez, veinte mil millones más en otra movilización, como la que acabó con el hipódromo, para mantener sus áulicos alertas, mientras la oposición enlutada trata de contrastarle en Altamira ¿Son estos los episodios finales de la resistencia que desfallece confiando que la batalla se dará en los escritorios de la OEA?

Mi más profunda convicción es que la gran mayoría democrática está abandonando sus últimas ilusiones en el terreno referendario, para esperar lo que haya que esperar de una solución militar a la crisis del estado y la nación venezolana.

Percibiendo que sus grandes municiones: las grandes movilizaciones, los paros, la huelga indefinida, fueron disparadas con la pólvora mojada del pacifismo a ultranza, impuesto por una dirección que festinó esas poderosas armas de resistencia, razonan conservadoramente que ya no quedó otra que confiar ciegamente que las Fuerzas Armadas que sostienen al malandro, sencillamente le digan que se acabó, que se vaya al carajo.

Si percibiendo que se acerca al abismo del desconocimiento de su propia constitución Chávez se resigna antes, o después de tolerar el Referéndum, a negociar unas elecciones generales, preparémonos entonces a usar el arma electoral. Pero si Chávez desconoce el RR, aquí no hay otra cosa que determinar que se trancó el juego y las FFAA deben sacar al déspota. Así lo quiso él y hay que complacerlo.

 
 
 
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