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La
ilusión
pacifista
por Alberto Franceschi
lunes, 25
agosto
2003
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La
movilización gigantesca del 20 de Agosto reconstruye lo
multitudinario de las protestas de calle contra el régimen
que fueron postradas tras la derrota política que sufrimos
con la huelga suicida de Diciembre-Enero.
De febrero a hoy la tenaz oposición mantuvo su continuidad
con la manifestación del primero de Mayo y los actos
importantes de los partidos políticos, sobre todo de AD, en
muchas ciudades, o bajo los auspicios de la unidad de toda
la oposición, con grandes jornadas como las del Zulia
lideradas por su gobernador.
La gran importancia del 20 de Agosto, para el resto del
trayecto de la ruta que lleva a la expulsión del locoide, es
que se retoman en Caracas los escenarios de
mega-manifestaciones que impulsan la estrategia opositora.
Ya se superó el efecto más pernicioso, plagado de
escepticismo, que sobrevino con la derrota del Paro
indefinido. Al igual que el fatídico retroceso que
presenciamos luego del fiasco del 12 Abril del 2002, el
movimiento masivo tardó, en ese entonces y ahora, 7-8 meses
para volver al cenit de su contundencia y participación. Ni
el 12 de Abril del 2002, ni siquiera el Paro indefinido
fracasado, constituyeron “derrotas históricas”. Se entiende
que estas últimas ocurren si implican la aniquilación física
de todo un movimiento, o por efecto de una guerra civil
perdida, o el descabezamiento masivo de una dirección, o por
efecto de una ocupación extranjera, etc.
Para asentar un ejemplo histórico sencillo recordemos la
invasión soviética a Checoslovaquia en 1968. Hace hoy 25
años. La destrucción, encarcelamiento, o emigración de los
líderes de la “Primavera de Praga” y la gigantesca depresión
y escepticismo que le comió las esperanzas de libertad de
ese pueblo, les obligó a esperar hasta 1989, es decir 21
años mas tarde, con el derrumbe de la URSS, para concretar
sus sueños.
La causa democrática cubana, que obtuvo el esplendor de
semanas a la caída de Batista en Enero de 1959, rápidamente,
en meses, se trocó en la pesadilla que instauró la dictadura
totalitaria castrista. Ello significó una “derrota
histórica” para el pueblo cubano que aspiraba a vivir en
democracia. Cuando de la borrachera revolucionaria se quiso
extraer una perspectiva democrática ya era tarde. Ya van 43
años de juego trancado.
La noción de “derrota histórica” se aplica con independencia
del signo ideológico del fenómeno político que tratemos. Por
ejemplo, las Fuerzas Armadas argentinas vio “derrotada
históricamente” su capacidad de tutelaje y manipulación del
Estado argentino, sometido a su arbitrio por décadas, cuando
en 1982 fueron derrotados por UK en la guerra de Las
Malvinas y liquidada, como consecuencia inmediata, la
dictadura del General Galtieri. Han pasado 21 años y aunque
esas FFAA recuperaron alguna capacidad de influencia, ya no
se atreven a insurgir como antes.
El caso de Pinochet fue el inverso. Derrotó con su golpe
fascista, por 17 años, a los izquierdistas y aprovechó para
mantener en jaque a los factores democráticos. Estos
desgastaron lentamente a la dictadura y ahora son los
militares chilenos quienes han vuelto a los cuarteles con
una influencia política cada vez menor.
Más en nuestro patio, la “derrota histórica” que le infligió
el gobierno de Rómulo Betancourt al izquierdismo venezolano
los sepultó por treinta años. El demagogo Chávez los sacó de
sus sepulcros políticos cuando estaban arrumados como
reliquias y ya ni controlaban esfínteres.
Cuando Hitler en 1933, tras su elección como Canciller,
generó una confrontación que impuso una “derrota histórica”
a la oposición democrática y socialista, que acobardada se
entregó sin pelear, se abrió la ruta que llevó al cataclismo
bélico al mundo entero. De Hitler ganar la guerra la
barbarie nazi se hubiese implantado hundiendo toda la
civilización mundial. El desastre que significó para
Alemania el liderazgo racista perverso nazi, apenas en los
últimos años termina de restañar, con la caída del Muro de
Berlin y reunificación de 1989, sus últimas heridas y
grandes cicatrices…56 años de trastornos gravísimos le costó
a esa nación el experimento de su locoide.
Lo que Chávez buscó con obstinación y nunca obtuvo -pero no
por ello se ha rendido y aun espera obtener- es una “derrota
histórica” de la oposición democrática. Aquí desde el primer
día de gobierno del atronao le combatimos con vehemencia y
sin ambages. La espesa baba aclamacionista que sedujo a una
buena parte de nuestras elites, no logró sin embargo que el
bocazas sintiera, desde esa primera semana hasta hoy, que se
imponía de forma irreversible y definitiva su revolución
truculenta. Cuatro años y medio después sentimos que vamos,
en pocos meses, a la confrontación decisiva, después de
haber perdido enormes batallas por responsabilidad de
improvisados líderes de la oposición.
Usted que marchó cien veces, firmó toda planilla que
pusieron frente a sus ojos, limpió sus pulmones y maltrató
sus oídos con los benditos pitos, abolló más de una olla, y
descargó su batería corneteando, se habrá preguntado: ¿Por
qué tarda tanto en caer el malandro y su corte de
bicharracos? La respuesta es sencilla: Nos hemos mantenido,
contra lo que nos atribuye y pregona el régimen, en una
estrategia pacifista, gradualista, con tácticas de
apaciguamiento como guía y norma de lucha.
Hemos escuchado y seguido lo que se ha remachado hasta la
fatiga desde los grandes medios: que bastarían nuestros
actos civilizados para propiciar el fin de esta barahúnda
malandrosa, que tomó forma de gobierno autoritario en este
desdichado país. Es probable que quienes diseñen esta
política de la oposición, con la constitución chavista en la
mano, y con la mejor buena fe del mundo, recojan mañana la
hermosa cosecha de haberle evitado a la sociedad venezolana
la amargura de los frutos atroces de la violencia y de los
traumas.
Si gana esta estrategia del pacifismo, que muchas veces hizo
retroceder a cien mil o a medio millón de manifestantes
nuestros, tragándose su frustración al verse impedir llegar
al destino, porque Lina y sus 100 violentos malvivientes,
pagados por el alto gobierno, así lo determinaban, entonces
ocurriría que logramos una victoria de forma inédita. En esa
hipótesis debemos ser considerados en la antología política
mundial, porque sin precedentes y contra todo pronóstico se
habría logrado, en nuestro país, salvar el modo de vida
democrático con un costo final apenas perceptible de
victimas. Hasta hoy con todas sus contradicciones y metidas
de pata, el esquema pacifista funcionó o por lo menos no
podemos endilgarle, en exclusividad, los grandes fracasos,
porque sencillamente están agregados a la columna del haber
de aprendizaje político de la nación entera, por mas caro
que haya resultado dejar al bicho en el poder.
Nos hemos comportado, fieles a nuestra educación de fuertes
tradiciones democráticas, como si fuéramos noruegos, suizos
u holandeses; pero enfrentamos a un pequeño déspota como
Noriega que obligó a los yanquis a ir a sacarlo, con
bombardeos e invasión de su madriguera por haberse
convertido en un problema mayor para el pueblo panameño y
para la seguridad de USA. Felizmente nuestras FFAA no son de
la misma naturaleza que ese cuerpo de mercenarios asesinos
como fue la Guardia panameña, aunque los Acosta Carles,
Garcia-Carneiros y otros sigüises de uniforme, ya actúen
como tales.
A veces es necesario discutir sobre las posiciones
expresadas por los dirigentes de la oposición. Para empezar
porque se han puesto grandes tortas y las caras han cambiado
poco. Pero si conocemos de las experiencias y crisis pasadas
y actuales de tantas naciones, llenas de convulsivos
desenlaces, o por lo menos con itinerarios casi siempre
traumáticos, uno tiene como mínimo el deber de alertar sobre
las ilusiones pacifistas, que son como sueños de los que
despertamos contrariados cuando nos sacan de él, en
sobresalto.
Hemos sostenido que el atronao es capaz de grandes actos de
salvajismo. Recordemos que mandó a matar a granel aquel 11
de abril. También creemos con muchos, que en las chiquitas
el locoide siempre arruga y se entrega.
En sobremesas etílicas más de uno echándosela de analista
eructa la tontería que Chávez es prisionero de un círculo de
hierro, muy extremista, que le obliga a actuar con
violencia. Esto carece de veracidad. El más irresponsable
del círculo de Chávez es el propio iluminado, convencido que
debe tensar la polarización para intentar ganarnos en una
situación límite de confrontación.
En realidad los episodios que nos esperan serán variopintos,
muy contradictorios. Pueden incluso darse virajes bruscos
que confundan al punto que teniendo la fuerza para echar al
orate, de repente se crea que no se tiene la capacidad
suficiente o que es inconveniente si no es por vía
electoral.
Todos los procesos son inéditos por definición y cuando se
rompen las reglas básicas, como hizo Chávez con su
subversión institucional, ilegal y por su paroxística
relación con la sociedad, no hay guión ni calendario
prefijado que anticipe el escenario final. Si todo sigue en
los rieles del proceso revocatorio aquí existen, quizá,
hasta cuatro probabilidades básicas: 1) Chávez se rinde, es
revocado y trabajosamente el país reencamina su democracia,
2) Chávez resuelve escapar a los dilemas de hierro del
revocatorio y convoca un referéndum aprobatorio de una
enmienda constitucional, imposible de esquivar para la
oposición, para provocar elecciones anticipadas, con recorte
de mandato y así intentar, aunque pierda la Presidencia,
mantener cuotas de poder importantes 3) Chávez resuelve
boicotear y postergar el proceso revocatorio tratando por
todos los medio de llevarnos hasta el segundo semestre del
2004, para designar a un secuaz para completar el período y
4) El país se desespera ante esta última estratagema y se
produce la espiral de violencia que significa para la
oposición el abandono de toda la estrategia pacifista.
Demás está agregar ahora, y sobre todo por lo especulativo
del análisis, imponderables futuros, que pueden sobrevenir.
Anótese la fractura y choques dentro de las FFAA con Chávez
en minoría, la intervención extranjera, presumiblemente de
EEUU a partir del borrascoso escenario de fronteras
incendiadas por la guerra contra la narcoguerrilla, e
incluso la fragmentación del territorio nacional a partir
del separatismo zuliano, contra el estado chavista para
defender la unidad y restitución del Estado democrático
venezolano ya incompatible con un régimen comatoso de
beligerancia subversiva generalizada, impulsada por un
Presidente que perdió la chaveta.
No estoy proponiendo apartarnos ni un milímetro de la
estrategia pacífica y electoral que nos permite el proceso
hacia el referéndum revocatorio. No estoy proponiendo ningún
plan B. Sólo exhorto al liderazgo opositor a no sembrar
ilusiones sobre un único e irreversible camino pacifista,
porque sencillamente Chávez sí tiene un plan B, e intentará
ganar, y puede ganar, aunque solo sea otro año para su
ridícula comedia de desgobierno, si sólo respondemos a sus
desplantes con retrocesos y cobardía.
Así como para un país pacifista el mejor antídoto contra las
provocaciones guerreristas de un vecino belicoso es armarse
hasta los dientes para disuadirlo, la mejor estrategia
pacifista para que Chávez no nos saque del camino que
abrazamos, de evitarle a este país un inútil derramamiento
de sangre, es estar dispuesto a no retrocederle ante su
pretensión de chantajearnos con la violencia. Sólo si el
siente que no sale vivo o que será barrido con su
aristocracia lumpem, y perderán todo, y serán perseguidos
por sus delitos de sangre, de violencia o de dolos, hasta en
los confines del mundo y mientras respiren, sólo si nos
percibe así, será capaz de transarse.
Los meses que vienen son decisivos, nada más obvio y ritual
decirlo, pero para el común de los desdichados venezolanos,
e inmigrantes que comparten nuestro suelo y nuestro pan, es
bueno reclamar que no estamos en la hora de maniáticos
electoreros, ni del pescueceo ridículo de más de un
improvisado que quiere ser ungido de notoriedad forzada.
Viene la hora de salir del hoyo del gobierno de destrucción
nacional y para ello si el revocatorio es saboteado la calle
insurreccional deberá tener la palabra.
Por eso es importante, muy importante, celebrar que volvimos
a ser capaces de realizar, como el 20 de Agosto, las
mega-marchas, pero que a nadie se le ocurra creer que la
ilusión pacifista puede ganar por si misma. Las más de las
veces pueden ser incluso el principal obstáculo para la
victoria. El referéndum es REVOCATORIO no es conciliatorio.
El referéndum es expulsatorio, es para sacarlos, no para
perdonarlos en el camino. Luego podemos hacer todas las
reconciliaciones que sean necesarias y loables. Si queremos
ganar esto en paz, los chavistas deberán aceptar terminar
con esta rochela ideológica que les ha servido para
disimular, tras el barullo, sus ejecutorias de malandros
prevaricadores que ya padecimos cuatro años y medio. Y no
hay manera distinta, no hay precedentes en la historia
mundial, y no existen sucedáneos, para que entiendan que
perderán todo y más, si se les ocurre llevarnos a la
confrontación.
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