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L'Etat
bourgeois
por Alberto Franceschi
lunes, 18
agosto
2003
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Aún
con la clase capitalista dirigente al garete, y sin
liderazgo desde hace varios años, el estado burgués ya
responde al llamado de su raíz histórica gomecista aunque
profundamente transformado, en los denostados cuarenta años,
cuando fue convertido en un Estado de Derecho durante el
régimen de los partidos políticos, y particularmente de AD
como eje del régimen. Toda la sociedad venezolana se
impregnó entonces de un estilo de vida apegado, hasta los
tuétanos, a la democracia representativa, la única que
existe, aunque maltratada, la única viable. Los episodios
que le quedan al régimen chavista, que cae en barrena, se
darán en pocos meses, si tenemos esta vez la suerte que la
dirección de la oposición evite las grandes estupideces.
Por esas simples verdades hechas de acero, este estercolero
gubernamental llamado "revolución bolivariana" tiene los
días contados. Por vía del Referendo Revocatorio, por
elecciones anticipadas, que precipiten el régimen chavista
al abismo del desgobierno, por insurgencia militar,
cívico-militar, insurreccional popular, pacifica o violenta,
con dirección fuerte o con un caos inicial por falta de
ella, marchamos irreversiblemente al fin inexorable de ésta
calamidad, que se acerca al quinquenio de desmadre
institucional, social, militar, económico, fronterizo,
diplomático y un largo etcétera.
El marxismo que aprendió Chávez de los folletitos de
pestilente estalinismo de Martha Harnecker, nunca le
permitieron aprender que si no se destruye el estado burgués
y construye otro estado, con otro tipo de propiedad, de
derecho, de ejército, de economía, y sobre todo con el
sustento en una fuerza social progresiva, éste Etat
bourgeois terminará por devorar todas las peripecias de
cualquier revolución de pacotilla. Tal es el caso del
experimento de nuestro iluminado de Sabaneta, que abordó su
ejercicio del poder con su petulante ignorancia, desatando
como aprendiz de brujo fuerzas que nunca pudo ni supo
controlar.
Reconozcamos sin embargo que aún si Chávez hubiese sido un
genio, una revolución estatista era y es absolutamente
inviable en la Venezuela de principios del siglo veintiuno
que conocemos.
Lo surrero de ésta calamidad llamada revolución bolivariana,
resultó de una combinación realmente sui géneris. Aquí y
ahora, y Chávez dándose cabezazos desde hace cinco años así
lo demuestra, es imposible concretar, con esa dirección
purulenta de los desclazados del malandrerio chavista, una
revolución de vocación estatista, ni ningún otro proyecto
salvo el del saqueo. Este es un país de gran tradición
capitalista. Sus primeros colonizadores de la Europa del
renacimiento fueron enviados, hace ya cinco siglos, por los
banqueros Welser de Augsburgo que se cobraban con nuestro
territorio las deudas de Carlos V.
Estamos ahora enraizados en el pulmón energético mundial con
su concomitante ultra dependencia de los centros financieros
de New York y Londres. Se acabó la marisquera de promover
modelos económicos planificados luego del derrumbe del
modelo soviético, sólo el taciturno Giordani cree todavía en
que con Chávez se puede planificar algo cuando es sabido que
dirige todo desde su programa radial.
Sólo a un orate y por añadidura proverbialmente inculto como
el pomposo- charlatán Chávez se le ocurre imaginarse en
pleitos con USA, la mega potencia global, decidida a parar
en seco con el plan Colombia, a los bandoleros de la
narcoguerrilla y a quienes como Chávez son sus cómplices
vergonzantes.
¿Cómo imaginar, en 1999 que podían desatar impunemente una
expropiación masiva, una sustitución del ejército por una
milicia y adoptar el modelo de tribunales populares de
Cancino, ese portento de las ciencias jurídicas del derecho
difuso?. Sencillamente la única revolución que siguió fue la
de la fiebre cerebral del caudillito inventando batallas
imaginarias y disfrutando con enredar al Estado venezolano y
atemorizando a su burguesía en bancarrota política.
Chávez perdió en los primeros 300 días cuando, arrasando en
varias elecciones ayudado por Indra, todo el mundo creyó que
sentaba unas bases sólidas para construir un poder por
décadas. La tumba del régimen la cavaron Chávez y los 127
constituyentes del chavismo al considerar suficiente remozar
el viejo estado, que es más sólido de lo que muchos creían,
y contentarse con colocar adeptos cada vez mas
descalificados a la cabeza de las FFAA, al creer que un
ejército se derrota en frío, repartiendo sacos de real entre
los compinches, al tener que retroceder una y cien veces en
sus planes de ataques contra las libertades, contra la
propiedad, y en la diplomacia que debió morigerar cuando le
convencieron que estaba siempre sólo en sus ridículas
posturas.
El país algo le debe al urredista Luis Miquilena, que fiel
al republicanismo liberal de Jóvito Villalba, convenció al
ignorante padrote llanero que había límites que no podían
transgredirse sin correr el riesgo de hacer estallar todo y
quedarse sin el chivo y sin el mecate.
Esos emplastos constitucionales con el que creyeron
revolucionar la nación solo por poner a diestra y siniestra
leyes de reparto, distribuciones imaginarias, justicia a
granel, progreso sin precedentes, era apenas una pea
jurídica que diseñó la estúpida concepción que las cosas se
hacen una vez que quedaron escritas, como si no tuviéramos
que hacer esfuerzos titánicos para poder superarnos
socialmente.
Ese demiurgo idiota que supone los cambios automáticos por
el solo hecho de pronunciarlos, como aquellos filósofos
nominalistas del medioevo que sostenían que el nombre de la
cosa es parte de la cosa, tiene su versión posmoderna
encarnada en el chavismo que pareciera sostener que las
obras se hacen por el simple y viejo ejercicio demagógico de
prometerlas. ¿Es que acaso en estos cinco años hemos visto
algo distinto a la manía del locoide de creer que al nombrar
distinto las cosas están asumen otra sustancialidad?
El país asistirá en los próximos días a lo que podríamos
llamar la última fase del pleito de la mayoría civilizada
contra este gobierno de malhechores a quienes hay que
detener antes que produzcan males mayores. ¿Qué puede
sucederle a un país en manos de Acosta Carles, Iris Varela,
Lina Ron, Tascón y el gordo Barreto?
Bueno sepamos que esos son los cerebros grises de Chávez.
La Asamblea Nacional ya no le puede dar a Chávez ningún
sustento, tampoco el Tribunal Supremo que aprieta el lazo al
cuello del loco para no perder el propio, mediante el
proceso revocatorio al que le dan viabilidad. Las FFAA
constituyen una olla de presión a punto de estallido al
taponarlas con altos mandos plagados de malandros, el
partido MVR, que se supone proporcionaría nexos con las
bases adeptas al régimen, es una federación de odios.
No esperen estallidos ciegos. No existe crisis económica,
financiera, de empleo, de abastecimiento etc. que el
gobierno no pueda maniobrar ganando algún tiempo. La crisis
ha sido, es y será política. Puede enredarse si se mezcla
con conflictos militares, pero aún en ese caso será la calle
y los factores políticos los que definirán el juego. Ya pasó
la hora de los gremios, ya aportaron una cuota de
sacrificios inenarrables, llegó la hora de la política en
estado puro: LA LUCHA POR EL PODER. Chávez forzará todo para
quedarse y de nuestro lado habrá que estar dispuesto a todo
para impedírselo, derrotarlo y sacarlo.
Aquí NO HABRÁ guerra civil. De fracturarse las FFAA, que son
las que las originan, sabemos que el chavismo será
minoritario y capitularía en pocos días o en horas. Son
gallinas porque son malandros, atiborrados de billetes
proferirán huir para gozar sus reales mal habidos mientras
les echamos el guante.
El estado burgués, l`Etat bourgeois, sobrevivió a Chávez y
terminará cercándolo con sus viejas instituciones y con las
que inventaron los chavistas que se devolverán contra ellos,
porque no eran parte de un nuevo estado, eran apenas una
versión desmejorada de lo que ya teníamos. La Asamblea
Nacional, el Tribunal Supremo, la oficialidad de las FFAA,
las gobernaciones, las policías, las alcaldías y por encima
de todo EL SUFRAGIO UNIVERSAL le dará la estocada final al
mal gobierno, que casi nos hizo retroceder a la anarquía del
siglo XIX. Esa es la vía pacífica que debemos explorar y
acometer con decisión en lo que resta de año.
Pero si el loco se emperra en mantenerse en el poder,
violando groseramente su propia constitución, el olor de la
pólvora se hará sentir y el chavismo perderá, sencillamente
porque en el terreno de la confrontación también seremos
amplia mayoría. Y esa será la salida si no dejan otro
camino.
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