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¿Nos aislarán si tumbamos a Chávez?
por Alberto Franceschi  
junio 2002 (*)

 

Es común encontrar, incluso entre gente informada, reflexiones muy aprensivas sobre el futuro de nuestras relaciones internacionales en caso de producirse un cambio abrupto que sustituya el régimen chavista, bien sea luego de un pronunciamiento militar o como producto de eventos más o menos similares a los de abril. Digo aprensivos porque escribo para gente que prefiere el lenguaje diplomático. En realidad aprensivos es igual que decir "gallinas", pero para respetar, diremos que se trata de amigos con razonamientos escrupulosos.

Con la mejor buena fe se argumenta, por ejemplo, que la OEA nos execraría y, los más audaces, hablan incluso de bloqueo económico de Estados Unidos. Así lucubran enjundiosos en sus conjeturas. No sé si decepciono a gente que estima ponderación en mis razones, pero estoy obligado a declarar que nuestro país debe arreglar el entuerto chavista cuanto antes, de forma radical y sin gazmoñerías sobre la hipotética conducta de terceros.

Las naciones democráticas admitirán luego, estoy seguro, y juzgamos por la experiencia histórica, que no sólo teníamos derecho a irrumpir, sino que mostrarían su profundo alivio. Para decirlo con desparpajo: el Presidente de los Estados Unidos se entenderá con quien levante el teléfono en Miraflores. Y en ese mismo sentido las Cancillerías amigas de los países vecinos nos darán apoyo irrestricto, aunque se guarden las formas. Pero hasta aquí, admito, sólo se trata de una invocación para develar mi rechazo a los cultores de la cobardía política.

Veamos entonces las razones para no paralizarse so pretexto de aislamientos. Lo primero que se despeja, a la hora de presentar una nueva autoridad del Estado venezolano surgida del colapso del régimen chavista, es la declaración explícita de cómo el país retoma su fidelidad a sus alianzas estratégicas e históricas.

En primer lugar esto significa que Venezuela se declara interesada explícitamente en la solidez y permanencia del Estado colombiano y en la seguridad de los sistemas de alianzas hemisféricos. No queremos el caos en nuestra inmensa frontera viva con Colombia. No queremos subversión guerrillera, paramilitar ni redes delincuenciales - narcotráfico u otras - que afectan nuestro territorio. Venezuela está interesada en la derrota militar de la subversión del narcoterrorismo guerrillero colombiano.

Queremos una frontera pacificada, donde pueda prosperar la inversión privada, el comercio binacional (Andino y Local), el empleo, el libre tránsito y la paz y seguridad entre las dos naciones hermanas. Entendemos que más allá del Plan Colombia debe establecerse con América toda (y particularmente con Estados Unidos), una alianza estratégica para salvar a Colombia. Venezuela debe ser incorporada a esa "entente" como nación seriamente afectada por la narcoguerrilla colombiana. Requerimos ser incluidos, con urgencia, en una asistencia militar en gran escala, para blindar nuestra frontera ya vulnerable al extremo. Hay que repeler hacia la línea de frontera a todos los intrusos, sus bases de apoyo logístico, sus santuarios de repliegue, sus redes de extorsión mil millonarias con sus impuestos de guerra – vacunas - en el inmenso territorio que cubre todos los estados de frontera y más acá.

Colombia no puede percibirnos más como un territorio donde maniobra a sus anchas la retaguardia de la guerrilla. Las redes de sustento deben ser erradicadas y el apoyo diplomático inmoral de Chávez, sustituido por una expresa coincidencia en el combate internacional a la subversión y el terrorismo. Si se aprecia de cerca, la coincidencia es sustancial con los objetivos del Plan Colombia, puestos en marcha en común entre la potencia norteamericana y el Estado colombiano.

Debemos defender nuestra frontera "ahora" y no esperar que termine de perderse en manos de organizaciones subversivas y delincuenciales. Debemos, además, hacer entender al Estado colombiano y a los Estados Unidos, que para resguardar los equilibrios y la seguridad colectiva regionales Venezuela no puede heredar (luego que finalice la guerra total del ejército colombiano contra su subversión interior) un desbalance militar notorio, como el que ya provoca el Plan Colombia, sin nuestra inclusión como parte afectada.

Si comparamos, por ejemplo, los centenares de helicópteros modernos y el equipamiento con tecnología de última generación para las Fuerzas Armadas colombianas, con el proceso de desmantelamiento de nuestro parque militar, visualizamos, sin duda, las peligrosas consecuencias del abandono del apresto de nuestras Fuerzas Armadas, en medio de esa nueva realidad geopolítica.

El Plan Colombia ya provocó este desbalance mientras nosotros padecemos un Gobierno irresponsable como el de Chávez, que le negó a los Estados Unidos hasta su oferta generosa de apoyo masivo (en obras civiles y otros) para la reconstrucción del Estado Vargas luego de la tragedia del 99. ¿Cómo obtener un reequilibrio armamentista binacional adecuado y proporcional, discutido con Estados Unidos, mientras Chávez permanezca en el poder ufanándose que les niega injerencia porque así lo dictan sus insólitas, bufas y aldeanas nociones sobre la seguridad hemisférica?

Creo firmemente que el Gobierno del Sr. Presidente Álvaro Uribe Vélez, entendería que si ésta es la óptica, desde el primer minuto, del Gobierno que sustituya al aventurero Chávez, no puede menos que celebrarlo para refundar una genuina diplomacia basada, como antes de Chávez, en una verdadera comunidad de propósitos. Cada nación mantendrá las respuestas adecuadas y proporcionales a cada contexto. Nosotros no debemos comprometernos en el escenario de su guerra interna.

Menos aún en el papel intrigante de supuestos neutrales como defiende Boves (Chávez). Sólo si el Estado colombiano se derrumbara estaríamos en el deber, para preservarnos, pour raison d´etat, de pasar la línea de frontera. Nuestra gran tarea es de disuasión, prevención y limpieza de todo indicio de penetración y uso de nuestra geografía, espacio aéreo, sistema político, financiero, etcétera, por parte de la guerrilla, los paramilitares, el hampa binacional y toda la imbricada red construida, con estas facciones, por el narcotráfico.

A la caída de este gobierno de Boves, aventurero e ignaro, debe replantearse la política de alianzas a la luz de la enormidad de cambios ocurridos en el mundo desde el 11 de septiembre de 2001, que para el locoide de Sabaneta sólo fueron motivos para disparar discursos lunáticos y pasearse febrilmente por capitales de países, cuyos gobiernos atribulados debían recibir al indeseable visitante que se les auto invitaba en medio de la emergencia.

El creciente desenganche norteamericano futuro, de las fuentes de abastecimiento petrolero de zonas altamente vulnerables, situadas en el Golfo Pérsico y en el Asia central, convencerá a los Estados Unidos de las enormes ventajas de generar desde Venezuela la mayor parte de los 10 ó más millones de barriles de petróleo y/o su parte equivalente en gas natural que ellos importan. El "boom" de inversiones en petróleos rusos, que nos sacan ventajas, se lo agradecerán a Chávez. Sin embargo aún hay tiempo. Pero, por supuesto, estamos hablando para después de Chávez, porque éste con sus amoríos y pasiones ideológicas con todos los enemigos jurados de la potencia americana, más su proyectado ejército latinoamericano, su corazoncito con Tirofijo Marulanda y las torpes legislaciones petroleras, nos mantendrá enterrados y sin avanzar en ese urgente reenfoque de nuestras relaciones económicas, políticas y militares.

Los americanos soportarán a Chávez mientras sus discursos no afecten vitalmente sus intereses. Somos nosotros quienes debemos dar los primeros pasos en la dirección de un profundo viraje hacia una alianza estratégica con los Estados Unidos para entrar, con mucha mayor audacia, en su espacio comercial, en su NAFTA junto a México y Canadá.

Estamos en condiciones inmejorables para convertirnos en el país clave, justo en medio del continente para convertirnos, además del surtidor energético de toda América, en el puente y beneficiario de una economía globalizada a fondo, en la Zona Dólar. Grandes puertos, aeropuertos, turismo masivo, gran industria de aceros con las tecnologías del siglo XXI, alimentadas con más represas hidroeléctricas (iguales o mayores a Guri), petroquímicas pesada y liviana de centenares de derivados, gran industria del gas (mayor que la petrolera), aluminios, agricultura de exportación, en una frase: gran capitalismo privado nacional y foráneo con fuerte arraigo aquí. Ese sería el plan pos-Chávez.

Pero la primera condición es no sólo restablecer los nexos con Norteamérica sino además repotenciarlos, a partir de un viraje profundo de nuestro diseño diplomático, económico y militar. Hagamos que los Estados Unidos nos necesiten tanto como nosotros a ellos. La complementariedad económica, financiera e incluso militar como la tienen con Europa, es viable y vital para nuestro futuro, aunque sean muy modestas nuestras proporciones. De esa gran nación debemos obtener, como ya lo hace México, un gran caudal de inversiones para mejorar drásticamente nuestros equilibrios sociales, a través del empleo productivo masivo.

Estados Unidos, Colombia y todos los países amigos de Latinoamérica y Europa (comenzando por España) no nos aislarán si se les exponen estas ideas y líneas de inserción internacional, con estos conceptos categóricos sobre nuestra futura diplomacia, desde el primer minuto del nuevo gobierno luego de sacudirnos a Boves. Sobre todo sabiendo ellos que nuestra vocación democrática es absolutamente indeclinable.

Se necesita cierta dosis de ignorancia para suponer que preferirán a Chávez en lugar de ver surgir un verdadero Gobierno democrático y restaurador de nuestra innegable "occidentalidad". El fin del chavismo, como experiencia de Gobierno (o de desgobierno más bien), sólo será lamentada en el exterior por la legión de vagos -ya son miles- que viven de nuestro presupuesto pregonando la famosa revolución que para nosotros ha sido una desgracia y para ellos una jauja; y por supuesto por Fidel Castro y sus ladinos burócratas que tendrán que buscarse otro pitcher…y ya están escasos.



Nota: La fecha de Junio 2002 que leyó no está equivocada, este artículo efectivamente lo envié por la red hace ya 15 meses. Como ahora puedo hacerlo conocer a muchísimas más personas y sin que haya tenido que cambiarle una coma, agradecería consideraran la pertinencia y actualidad de lo que aquí está escrito.

 

 
 
 
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