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Chile: Una integración realista
por Andrés Benavente Urbina
miércoles, 16 agosto 2006

 

De manera paralela a los problemas que se han planteado en la relación comercial entre Chile y Argentina, ha surgido la iniciativa de producir un acercamiento entre países ribereños del pacífico que tengan ciertas afinidades básicas en lo concerniente a la estrategia de desarrollo y a su perfil de clima de negocios. 

El canciller Alejandro Foxley ha dicho que se trataría de un Foro tipo APEC, es decir donde lo sustantivo sean las economías y que a la vez tenga la flexibilidad institucional compatible con el propósito de que cada país pueda desarrollar con absoluta libertad su política comercial. En otras palabras, una instancia que se ubique en las antípodas del MERCOSUR que se ha convertido, como bien lo ha expresado Uruguay, en una camisa de fuerza para que sus países miembros puedan desarrollar con autonomía efectiva su comercio exterior. 

En esta convergencia, Chile se reencontraría con algunos socios de la Comunidad Andina de Naciones, el antiguo Pacto Andino, del que se retiró – precisamente – porque constituía una traba para la apertura comercial que el país inauguraba en la segunda mitad de la década de los setenta. Ahora, la Comunidad Andina de Naciones ha evolucionado insertándose en la economía globalizada, siendo una expresión de ella como es la suscripción por Colombia y Perú de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos lo que motivó el retiro de la Venezuela de Chávez. 

Tanto la Comunidad Andina de Naciones, como el Foro de las economías latinoamericanas que miran al Pacífico, son entidades políticamente plurales alejadas del ideologismo estatista de los años sesenta. No se busca la revolución sino el desarrollo. Coexisten gobiernos de perfiles diferentes como los conservadores de Alvaro Uribe (Colombia) y Vicente Fox (México), con el social  demócrata de Alan García (Perú) y el centroizquierdista de Michelle Bachetet (Chile). Se comparten intereses comunes que se enmarcan en una visión de desarrollo compartida en sus líneas sustantivas.  

Son economías que propician buenos climas de negocios, que conciben a la inversión extranjera como una de las variables del crecimiento sostenido y vehículo de una siempre activa transferencia tecnológica. Comparten la idea de la urgencia de abordar de manera eficiente el drama de la pobreza y no el afán de instrumentalizarla políticamente convirtiéndola en generadora de conflictos y movilizaciones rupturistas. Se apunta a incentivar la generación de riqueza no solo para mejorar la calidad de vida de la población, sino para hacer frente al siempre permanente desafío de avanzar en la modernización de la infraestructura y la extensión y perfeccionamiento de la educación. 

Son países en que el clima de negocios se sustenta en la buena fe de los gobiernos y gobernantes; en el respeto a la vigencia de los contratos; en la ausencia de discrecionalidad administrativa; en suma en tener una visión de país de largo plazo que vaya más allá de la coyuntura electoral siguiente. Perú acaba de dar un muy buen ejemplo al respecto: el último acto del presidente Alejandro Toledo fue el aplicar el  nuevo royalty a la minería sólo a las inversiones nuevas, desestimando afectar a las inversiones ya realizada dando con ello una prueba de seguridad jurídica.  

La aproximación de estas economías es menos declamativa: no se invoca a los fundadores de las repúblicas, que vivieron otras realidades y sus figuras tienen las obvias deformaciones que introducen los mitos. No es la realización de un sueño del pasado, sino una apuesta de futuro. Ese es un factor que le da fuerza y vitalidad a la iniciativa. 

Es probable que, con el rápido paso del tiempo, con el dinamismo de la economía internacional, con la voluntad de hacer reformas macro y microeconómica que mejoren las respectivas competitividades, se avance mucho más que un MERCOSUR fracturado por hondas tensiones internas que suelen ocultarse en retóricas nacionalistas y revolucionarias con sabor a pretérito.

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Politólogo, Investigador Escuela de Postgrado, Facultad de Economía y Empresa,
Universidad Diego Portales.

 
 
 
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