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Chile: Proyección de la elección presidencial
por Andrés Benavente Urbina
Lunes, 16 enero 2006

 

El resultado de la segunda vuelta de la elección presidencial muestra el triunfo de la candidata de la Concertación Michelle Bachelet  alcanzando   el 53, 49% de la votación contra el 46,5% de Sebastián Piñera, candidato de la Centro-derecha.  La simple observación numérica señala que la diferencia entre ambos candidatos  es superior a la distancia que medió en la segunda vuelta del año 2000 entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín. Sin embargo, es menor a la distancia que hubo en la elección legislativa de diciembre pasado entre la Concertación y la Alianza. 

La interrogante que puede plantearse desde el ángulo de los inversores está relacionada con la proyección del manejo de la economía y con la vigencia del buen clima de negocios existente en Chile. Una simple lectura de los programas de ambos candidatos llevó a los  analistas de Wall Street a expresar antes de la elección su confianza  en que la economía chilena no corría peligro dado que seguirá creciendo sea cual sea el resultado de las elecciones presidenciales. Fundamentan tal apreciación en que les  parece que hay un grado de consenso muy elevado entre los bloques políticos más importantes   lo que no alterará la reglas claras que posee la economía, entre ellas la de un Banco Central autónomo, por lo que si gana uno u otro candidato no implicará un quiebre en dichas políticas, sino más bien una continuidad en lo sustantivo. 

Esto hace, en términos comparativos que la expectación que genera la elección chilena es bastante menor a la que provocan las elecciones en países vecinos como Bolivia, Argentina y Venezuela, que han implicado rupturas con modelos económicos, en tanto que en Chile  las diferencias son de enfoques y matices, como por ejemplo determinar la cobertura de salud pública, o si las  subvenciones a la educación pre-escolar serán entregadas a las madres o a los establecimientos educacionales. O si la política para fomentar la innovación tecnológica se hará por medio de fondos concursables por parte del Estado, o a través de beneficios tributarios para las firmas. 

Refuerza esta visión  de los analistas norteamericanos, las afirmaciones hechas por la propia candidatura de Michelle Bachelet cuando señala que su gobierno mantendrá la disciplina fiscal y los equilibrios macroeconómicos;  destaca la importancia de la complementación público-privada,  comprometiéndose a garantizar las condiciones de estabilidad para que el empresariado pueda seguir trabajando y en materia tributaria expresa que alzar los  impuestos no será su prioridad, salvo que los recursos que se obtengan no puedan, en su momento, financiar el cumplimiento de las metas programáticas trazadas. En cambio, se privilegiará la  racionalización tributaria revisando las franquicias. La propuesta más innovadora que plantea es llevar a cabo una reforma previsional que busca mejorar el sistema de capitalización, aumentar la cobertura y dar seguridad a la sociedad sobre el cumplimiento de los estándares mínimos en las pensiones. 

Hay que resaltar que las diversas ofertas de la candidata triunfante hablan de “perfeccionar”, “extender los beneficios” de un modelo económico en actual aplicación y en caso alguno se señala su derogación o alteración en sus pilares. Como sí ocurrió en Argentina con Kirchner o más recientemente en Bolivia. Su programa económico está a considerable distancia del esquema económico de Hugo Chávez y de las propuestas de Humala en Perú. La evaluación de estos escenarios en perspectiva comparada es lo que da tranquilidad a los inversores extranjeros. 

Sin embargo, hay una dosis de inquietud potencial en algo que va más allá de las declaraciones de la candidata triunfante y dice relación con el proceso de acentuada izquierdización de la Concertación visibilizado en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005 donde se impuso al interior de la coalición de gobierno la tendencia más socialista tradicional,  partidaria de una mayor intervención del Estado en la economía a través de incrementos en los marcos regulatorios y aumentos en la carga impositiva. No es esta la tendencia que se expresó con mayor visibilidad en la campaña electoral de la candidata, pero puede recuperar terreno y gravitar posteriormente dado que es una corriente que se siente por el mayor número de adhesión electoral que obtuvo. Obviamente si es esta la corriente que en algún momento termina imponiéndose dentro del futuro gobierno por sobre la visión liberal que refleja el programa electoral, el clima de confianza desaparecerá siendo reemplazado por el temor al desdibujamiento de la estrategia de desarrollo que para Chile ha sido exitosa.

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Andrés Benavente Urbina: Politólogo. Investigador del Área de Análisis del Entorno Latinoamericano de la Escuela de Postgrado, Facultad de Economía y Empresa, Universidad Diego Portales.

 
 
 
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