El
populismo de Ollanta Humala y el centrismo de Valentín
Paniagua han dado señales que generan inseguridad jurídica
en la campaña electoral presidencial.
El
candidato Humala entregó su programa presidencial llamado
“La gran transformación”. Allí se reiteran propuestas ya
conocidas en materia política y económica que apuntan a
establecer los que sus seguidores llaman “la Segunda
República”, emulando consignas de lo que fue la primera
candidatura presidencial de Hugo Chávez en Venezuela.
En
lo político se ofrece convocar a una Asamblea Constituyente
para elaborar una nueva Constitución que clausure lo que se
da en llamar la fase “neoliberal”. Sin embargo, no habría
que esperar el cambio de Constitución para que Perú entrase
a un escenario de la más abierta inseguridad jurídica. Así
el plan de nacionalizaciones de inversiones implica
violaciones a principios claves del Estado de Derecho como
el respeto a la vigencia de los contratos. Explícitamente el
candidato a vicepresidente Gonzalo García lo afirma: “Ni
estabilidad jurídica ni tributaria”, agregando que un
eventual gobierno de ellos no suscribirá ningún contrato de
inversiones y ninguna Carta de Intención con el Fondo
Monetario Internacional.
En
lo económico se asegura que se nacionalizarán las
inversiones privadas – nacionales y extranjeras – que
recaigan en áreas que son consideradas estratégicas en la
economía, esto es: hidrocarburos, gas, electricidad, agua y
saneamiento, servicios esenciales, espacio aerocomercial y
puertos. En el sector minero, uno de los pilares del
crecimiento económico del Perú en los últimos años, se
plantea aplicar un impuesto a lo que se llama sobreganancia,
que obviamente fijará el poder político bajo criterios
discrecionales. En el sector de la inversión extranjera se
llevará a cabo una auditoría para examinar cuál es el valor
de retorno de las inversiones extranjeras. En un mundo
globalizado, plantean que el énfasis de la economía estará
en la expansión del mercado interno con un modelo económico
que “conecte a los pueblos excluídos”. En otras palabras un
modelo de intercambio y expansión de la pobreza.
Interesante es precisar que Humala no proviene de los
sectores de izquierda tradicional sino que es un militar en
retiro protagonista en el pasado de actos sediciosos. En
Perú no es primera vez que del seno del Ejército salen
propuestas nacionalistas y socialistas tan radicales. En los
años sesenta, el general Juan Velasco Alvarado tras un golpe
de Estado encabezó un gobierno militar que hizo de la
nacionalización de capitales extranjeros y de la
confiscación de propiedad privada nacional uno de los ejes
de su administración. A ese velasquismo revolucionario
invoca y evoca el candidato nacionalista.
Las propuestas de Humala serían una anécdota de campaña si
la suya fuere una candidatura marginal. Sin embargo,
diversas encuestas lo muestran con importantes porcentajes
de apoyo: un 22% en un sondeo realizado a fines de febrero
que si bien lo ubica en un distante segundo lugar, le abre
opción de pasar a la segunda vuelta que tendrá lugar dada la
alta dispersión de votos que se espera por el alto número de
candidatos. Es probable que al final no alcance la
Presidencia de la República, pero lo que inquieta más allá
del resultado es que en Perú exista un ambiente político y
social en que una propuesta populista tenga tantos adeptos.
Peor aún, inquieta la proliferación de las señales de
incertidumbre, cuando un candidato centrista, como el ex
Presidente Valentín Paniagua, si bien muy abajo en las
encuestas (6%) se sume a la relativización del marco
jurídico de las inversiones al señalar que es partidario de
renegociar los contratos de gas de Camisea. Su argumento es
efectista: “las circunstancias que sirvieron para la firma
de los contratos han cambiado”. Queriendo explicar cómo
plantea la revisión de convenios que él mismo firmó como
Mandatario señala que se trataba de un gobierno de
transición, como si eso excusara relativizar el derecho.
No
deja de ser inquietante para un país en que una campaña
presidencial más que la consolidación de lo que ha sido
hasta ahora una exitosa estrategia de desarrollo muestre
tantas señales de incertidumbre.
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Andrés Benavente
Urbina: Politólogo.
Investigador del Área de Análisis del Entorno
Latinoamericano de la Escuela de Postgrado, Facultad
de Economía y Empresa, Universidad Diego Portales. |