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El 3D: Otro escalón de la tragedia
por Agustín Blanco Muñoz
viernes, 24 noviembre 2006

 

La madrugada del 4F-92 la gente del común, de a pie, dijo de muchas maneras, que no le importaba quienes estaban al frente del intento de golpe para derrocar al presidente legal de los venezolanos. La gente sólo quería que se acabara la pesadilla del gobierno de Carlos Andrés Pérez, pasara lo que pasara y que la acción golpista diera los mejores frutos. Después se discutiría lo que podría sobrevenir. Hoy se repite el cuadro emocional.  

Se sigue sin advertir que el GP es producto del gran vacío que se genera en el propio tránsito de una política que hace de la inestabilidad, la ineficiencia, el fracaso y la corrupción sus mayores aciertos. Es el pacto social y político  que sólo sirvió para garantizar la pervivencia de  grandes males y que se encargó de dejar establecida su propia huella. Por ello hemos sostenido que estamos ante la propia continuación del Pacto de Punto Fijo, aunque ahora por la vía del ‘proceso revolucionario’. 

Y la demostración la proporciona la ‘acción revolucionaria’ que se adelanta en este ex-país que perfectamente puede atribuirse a cualquier gobierno de los “40 años de las cúpulas podridas”. Si por sus actos los reconoceréis, es indudable que estamos ante la continuación de aquel tiempo de tragedia y dolor. 

Y cuando se presenta al “candidato de la unidad nacional”, como  la salida a lo que se ha dado en llamar la ‘pesadilla actual’, nos encontramos con una renovada expresión de la misma política. Y  es que la magnitud de la crisis que padecemos no ha sido capaz de crear ni una nueva dirigencia ni una política que marque distancia con dos ejes del mal que padecemos, para producir una perspectiva y un proceder que apunte hacia el futuro.  

Entendemos con precisión la crítica que se hace a nuestros escritos y el clamor de muchos lectores  porque propongamos una salida distinta. A estas alturas, como en el 98, la gente se  deja llevar por el espejismo de un cambio que jamás ha llegado. Y la más palmaria demostración reside en el cuadro histórico actual.  

Vamos a una aparente confrontación electoral entre un candidato, el GP, que, como Fidel Castro, ha reiterado que las ‘revoluciones’ no se pueden perder en las urnas, y un contendor que, haciendo caso omiso de esa afirmación, juega a ser actor de una democracia inexistente. 

Las consecuencias de esos actos no se pueden aún medir en toda su dimensión. Vivimos todavía los resultados del vacío político que se profundiza a partir del 27F-89. La democracia que no era, jugó a liquidar lo que quedaba de ella, esperanzada en un actor emergente que prometía arrasar con los males y fundar una nueva república.  

Y la fundó, sólo que lejos de ser algo nuevo, resultó una multiplicación de los grandes estigmas, fallas y deficiencias de una democracia representativa que sólo representaba los intereses de una minoría. El ‘proceso revolucionario’ levanta la propuesta de una participación, a la que sólo acuden los elegidos de turno, amenazando con extenderse en el poder, tanto o más tiempo que sus antecesores. El cambio fue sólo de nomenclatura. 

Por ello afirmamos, y lo hemos hecho desde hace un buen tiempo, que estamos frente a una pugna de dos bandos de similares ambiciones. Y que el colectivo, de nuevo, se expresa a partir de unas  emociones que son sabiamente administradas por una política que sólo persigue cambiarle la administración a la misma política de la perversión populista. Y ante  esta perspectiva, todo análisis se estrella.  

Se  preguntará entonces que si estamos convencidos de esto, qué sentido tiene  reiterar nuestros planteamientos que muchos califican de pesimistas y fuera de contexto. Reiterar, como lo hicimos en 1989, en 1992, en 1994, 1996, 1998 y a través de los 8 años de la “revolución” del GP, que hasta que no se avance en dirección a una nueva política, capaz de romper con el pasado y avanzar, a través de un liderazgo horizontal, producto de la organización y conciencia del colectivo, hacia un redimensionamiento de la historia, aquí seguirá rigiendo la misma tragedia. 

Y continuarán guiando el acontecer los hechos fortuitos, la improvisación, la confusión, la indefinición, como soporte básico de una acción regida hoy por la represión, la persecución, la corrupción, la complicidad y la negociación. 

En ese marco, al colectivo sólo le queda hoy extraer de la experiencia la fuerza necesaria para cohesionarse, más allá de toda elección, en torno a un proyecto de país, un modelo de sociedad, un código de deberes, que permita desarrollar una verdadera resistencia pacífica, ni golpista ni armada, contra todo atropello, todo vejamen, toda injusticia, toda desigualdad y toda manipulación negra o misional. 

Enderezar los entuertos acumulados en más de 200 años de falsedad republicana , en 40 de seudo-democracia y en 8 de trampa revolucionaria, es una empresa de proporciones gigantescas, que sólo podrá acometer un colectivo decidido a construir su propio destino, a ser actor de su propia historia, a tomar las riendas, en este terrible presente de su propio futuro.  

Y que no se  pregunte por las coordenadas del camino. Porque a cada uno de nosotros nos corresponde trazarlas, bien alejadas, por cierto, de los trillados cauces de la trampa, el fraude, la mentira, el engaño y la tragedia que se volverá a concretar el 03D-06. Ojalá el 04D-06, en medio de la convulsión que se ve venir, sea el inicio de una lucha por un tiempo sin tragedias.

          abm333@gmail.com

 
 
 
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