Hay
un consistente llamado que se convirtió en una
poderosa cantaleta: Debes ir a votar muy temprano y quedarte en
el lugar para cuidar tu voto e impedir el fraude. Esta vez no se
trata sólo de elegir al próximo presidente sino escoger entre
democracia-libertad y comunismo. Y si no votas contra el
comunismo, serás culpable de ayudar a que el ‘proceso’ alcance
la destrucción del sistema vigente para implantar otro, tal y
como lo anuncia el GP desde 1998 en Habla el Comandante.
Y eso significa,
entre otras cosas, eliminar| la propiedad privada, la
producción capitalista y la forma de cambio que la determina. El
Estado concentrará los poderes y lo decidirá todo. En lo
político, se impondrá el pensamiento único, basado en la ‘raíz
de todos los saberes’ que tiene su fuente en la expresión
Maisanta-Mao-Zamora-Marx-Bolívar-Fidel, de donde emanará el
partido único a cuyo frente estará ‘el jefe único’ (JU).
Se implantará la
Dictadura del Proletariado y un Estado tomado y dirigido por los
obreros que, en definitiva, tiene la misión de liquidar
progresivamente las estructuras burguesas. Es la transición
hacia el comunismo, a cuyo frente estará la ‘vanguardia que nada
tiene que perder más allá de sus cadenas’.
El Estado se
irá extinguiendo para dar paso a la sociedad
comunista, que dejará atrás el postulado socialista de ‘a cada
quien según su capacidad-trabajo’ y pondrá en vigencia el nuevo
lema y ley: ‘a cada quien según su necesidad’. Atrás quedará la
lucha de clases como motor de la historia que, con la violencia
que le es propia, construyó la sociedad comunista.
¿Esto es lo que se
aspira enfrentar a punta de votos dentro de dos semanas? Este
llamado proyecto revolucionario es, por su propia naturaleza,
violento. Hasta el presente no hay ningún caso de ‘revolución’
que se haya apartado de la violencia. Pero tampoco hay ninguna
experiencia triunfante. Se propone entonces tomar un camino que
en todo el mundo produjo un inmenso fracaso.
Ahí quedó la
concreción del muro, síntesis de la quiebra de un proyecto que
jamás le dio el poder a ‘los de abajo’. Lo real y “socialista”
fue la aparición de una gran y perversa burocracia que comenzó a
disfrutar de la nueva ‘experiencia revolucionaria’.
Aquella sociedad
‘socialista’ no crea un nuevo modo de producir y ser-vivir. De
allí su derrumbe y su abierta continuación en las estructuras
capitalistas. Hoy los puntales de la potencia socialista, que
sirvió de contra-balance en el llamado mundo bipolar, dieron
paso al imperio unipolar yanqui en cuyo mercado-portaviones
están montados hoy.
Por ello, a
estas alturas ¿quién puede pensar en implantar
un régimen socialista, fase de transición hacia el comunismo? El
actual ‘proceso’ y su jefe único han propugnado un cambio de
sistema que luego concretan en un tal socialismo del siglo 21.
¿Un socialismo capitalista?
Porque todo el
aparato constituyente está basado en las leyes del capital y en
las más limpias líneas del neoliberalismo. De allí que vivamos
el período de mayor entrega al mundo trasnacional-imperio
unipolar yanqui. El último gesto ‘revolucionario’ de este
proyecto ‘liberador’ esta representado por los contratos mixtos
y la eliminación de los planes de la explotación de orimulsión,
para acatar una decisión norteamericana de no producir lo que le
pueda quitar algunos mercados.
Aquí, en definitiva,
el socialismo del siglo 21 opera como una gran cobertura. Una
manera de exhibir un proyecto político e ideológico,
supuestamente opuesto a la democracia de los 40 años de dominio
de las cúpulas podridas, que ha servido de excusa para vender la
mercancía tramposa de un ‘socialismo’ que convive con el imperio
unipolar norteamericano y que sólo ha ‘socializado’ la miseria.
Un régimen que, para
garantizar su continuidad, ejerce una violencia que mezcla la
versión stalinista con los aportes del totalitarismo-fascismo
para crear una sociedad-Estado de un hombre y una burocracia. Es
la sociedad de los rojos. Y cada día se venderá más un comunismo
sin comunismo que pretende instaurarse como “democracia del
militarismo-neofascismo-perversión”.
En este marco se
producirá el fraude electoral del 03D-06. ¿Se podrá evitar este
camino con el ‘voto democrático’ por el “otro proyecto”? ¿O
vamos hacia la legalización de este
‘totalitarismo-autoritarismo’ revestido de democracia electoral?
La
llamada democracia
de las cúpulas fue capaz de defenestrar a Carlos Andrés Pérez y
permitir el triunfo del GP. Hoy, este régimen, revestido de un
comunismo que no lo es, y de una fachada democrática que aplaude
la inscripción del ‘rosalismo’, como su opuesto necesario
¿permitirá su sustitución pacífica en las urnas? Y si no lo
hace, como claramente lo ha reiterado el GP ¿hacia dónde nos
conducirá ‘elegir’ entre dos trampas-engaños?