El testimonio de la
profesora Herma Marskman en ABM: Hugo Chávez me utilizó
impacta por lo comprobable. Una de las angustias permanentes de
quien estuvo ligada a ella por casi una década, tiene que ver
con una fijación: ¡Todo lo que toco lo destruyo! (p.114). Por
eso su proyecto, instituciones, partido y el propio ex país
sufren los avatares de la acción destructiva. Pero esta
conducta-inclinación no nace con el golpista-presidente. Tiene
una larga data en la historia de los agentes destructores.
Hace 513 años se
inicia la invasión que hace de la destrucción su más apetecible
objetivo. La empresa se recubrió con el manto del Descubrimiento
de América para ocultar sus verdaderos objetivos: tomar tierras
y gente.
La misión
consistía en hallar tierras ‘que en descubiertas serían
pobladas’. Pero la presencia de ‘gente’ obligó a aplicar un
operativo que junta las fuerzas represivas de la Metrópoli a las
de la Santa Iglesia para adelantar el exterminio de quienes se
les negó tal condición. Se les catalogó de antropófagos,
politeístas y salvajes, para imponerles la civilización y la
evangelización. En este proceder se asienta la tesis de
O’Gorman, para quien América es una invención de Europa. Se
ignora que no hay sociedades cubiertas ni descubiertas y que
¡Nadie descubre a Nadie!
De allí que no
aceptemos la condición de descubiertos, encontrados,
contactados. Este es un continente que desde un inicio defiende
su historia milenaria del usurpador-destructor. Indispensable
aprehender que somos una condición y una conciencia diferentes,
que no acepta el mote de inferior, y de ‘nuevo y salvaje mundo’
que le debe lo que es a la propia invasión.
No es posible
agradecer y exaltar el exterminio que se adelantó para tratar de
convertirnos en una sociedad sin pasado, sin huellas ni
registros. Porque los invasores destruyeron cuanto quisieron
para construir una sociedad a la medida de sus maldades y
miserias.
Y esa acción
descubridora-destructora no se agota en la acción invasora
inicial. Sigue en los llamados tiempos coloniales,
independentistas o republicanos. En cada momento se expresa el
invasor y aún hoy la invasión se vuelve dictadura, democracia y
hasta ‘revolución’. Esencialmente es la misma historia de y
para la destrucción.
Los
herederos-invasores en cada momento se distinguen por su
tendencia a ocuparlo y decidirlo todo. Y es un invasor que
mantiene y conserva su condición de descubierto-inferior que
necesita de la fuerza-atropello, la exaltación y la
postración-veneración de sus súbditos para sentirse realizado.
La nuestra es
entonces y aún una sociedad de y para descubiertos.
Indispensable abrir e imponer la condición y perspectiva de los
No Descubiertos, la conciencia de porvenir y
construcción de libertad y futuro. La única forma de acabar con
todo lastre de inferioridad, derrotismo, pasado-desolación y
avanzar hacia tiempos apartados de zozobras, polarizaciones e
ignominias, por encima de muchos descubiertos, que bajo la
cobertura de revolucionarios, siguen actuando en función de
mantener en alto la destrucción. El actual proceso es, en este
sentido, la mejor prueba-demostración de la continuidad de la
invasión descubricionista y criminal.
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