Hay
que partir de una clara y desafiante realidad: hoy somos
Venecuba. Esta es la decisión que las cúpulas de la "revolución"
de aquí y allá le imponen al colectivo. Sobre el caos se siembra
infamia, atraso, errores, ambiciones y egocentrismos. La misma
concepción teocrática que comienza y termina en destrucción.
Venezuela dejó de ser nación-país por encima de la voluntad del
colectivo. Algo distinto a lo que pensaron, soñaron y
planificaron muchas generaciones. ¿Y cómo revertir este cuadro?
El problema va más allá del monstruo Venecuba. ¿Qué está pasando
en el mundo? ¿Habrá cada vez más devastaciones y menos
posibilidades de que el colectivo sea actor y guía de su
historia? ¿Seguirá la muerte-asesinato reinando en todas sus
versiones y dimensiones?
Replantearse Venezuela impone la formación de una nueva
conciencia en base al estudio profundo de una realidad que hoy
tiene su punto de partida-asiento-contexto en la globalización.
¿Es la Venecuba marxistaleninista una instancia con mensaje
triunfal para enfrentar al gigante de todos los poderes? El
agotamiento de los modelos autori-totalitarios es evidente. Hoy
es más claro que nunca que ha llegado la hora del hacer de
todos.
La única manera de enfrentar los poderes de poderes es a partir
de fuerzas que construyan futuro. Se impone concebir y realizar
una concepción colectiva de la sociedad y la historia, sin
repetir esquemas de la derrota y el "individualismo" para dar el
salto hacia el tiempo-espacio-historia que estamos obligados a
construir. O avanzamos en esa dirección, o seguiremos navegando
por las huellas y creaciones de todas las miserias.
Los políticos de nueva vocación y escuela, los núcleos de
"sociedad civil", los trabajadores, estudiantes, los militares
sin "proceso", las instituciones independientes, los medios de
comunicación pueden y deben convertirse en los primeros centros
en llamar al debate sobre el futuro de este ex país, con la idea
de determinar qué se quiere y la forma de construirlo. Se
trazará de este modo una línea poder paralelo al de la
destrucción.
Es necesario comenzar por tener conciencia de que no existen
fórmulas mágicas, ni soluciones reales que no sean producto de
un trabajo persistente. Hay dos caminos para avanzar: conformar
una plataforma clara sobre el qué hacer y cohesionar en torno al
mismo a un colectivo hoy fraccionado, confundido, profundamente
manipulado y reprimido. Dos tareas simultáneas que nos
permitirían ejercer acciones pacíficas pero con la fuerza de la
mayoría, con claro conocimiento del qué se quiere, y sin que eso
signifique delegar una vez más en mesías o dirigentes iluminados
el deber que corresponde a cada uno de nosotros.
Ejercer nuestra responsabilidad y cumplirla es el primer deber
de quien quiera dar el salto hacia una nueva sociedad con
valores que impongan el bienestar colectivo. Indispensable poner
a andar una organización del y para el futuro, al margen de toda
política cadáver. Si seguimos aguardando "salvadores", el tiempo
jugará en favor de quienes disfrutan hoy el poder y de los
negociantes y cómplices de las "oposiciones". ¿Es que
terminaremos todos bailando el son venecubano como partícipes de
un tiempo de vilezas, frustraciones y exterminios?
abm333@gmail.com
|