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¿Bailaremos al son venecubano? 
por Agustín Blanco Muñoz
domingo, 11 septiembre 2005

 

Hay que partir de una clara y desafiante realidad: hoy somos Venecuba. Esta es la decisión que las cúpulas de la "revolución" de aquí y allá le imponen al colectivo. Sobre el caos se siembra infamia, atraso, errores, ambiciones y egocentrismos. La misma concepción teocrática que comienza y termina en destrucción. Venezuela dejó de ser nación-país por encima de la voluntad del colectivo. Algo distinto a lo que pensaron, soñaron y planificaron muchas generaciones. ¿Y cómo revertir este cuadro?

El problema va más allá del monstruo Venecuba. ¿Qué está pasando en el mundo? ¿Habrá cada vez más devastaciones y menos posibilidades de que el colectivo sea actor y guía de su historia? ¿Seguirá la muerte-asesinato reinando en todas sus versiones y dimensiones?


Replantearse Venezuela impone la formación de una nueva conciencia en base al estudio profundo de una realidad que hoy tiene su punto de partida-asiento-contexto en la globalización. ¿Es la Venecuba marxistaleninista una instancia con mensaje triunfal para enfrentar al gigante de todos los poderes? El agotamiento de los modelos autori-totalitarios es evidente. Hoy es más claro que nunca que ha llegado la hora del hacer de todos.

La única manera de enfrentar los poderes de poderes es a partir de fuerzas que construyan futuro. Se impone concebir y realizar una concepción colectiva de la sociedad y la historia, sin repetir esquemas de la derrota y el "individualismo" para dar el salto hacia el tiempo-espacio-historia que estamos obligados a construir. O avanzamos en esa dirección, o seguiremos navegando por las huellas y creaciones de todas las miserias.

Los políticos de nueva vocación y escuela, los núcleos de "sociedad civil", los trabajadores, estudiantes, los militares sin "proceso", las instituciones independientes, los medios de comunicación pueden y deben convertirse en los primeros centros en llamar al debate sobre el futuro de este ex país, con la idea de determinar qué se quiere y la forma de construirlo. Se trazará de este modo una línea poder paralelo al de la destrucción. 

Es necesario comenzar por tener conciencia de que no existen fórmulas mágicas, ni soluciones reales que no sean producto de un trabajo persistente. Hay dos caminos para avanzar: conformar una plataforma clara sobre el qué hacer y cohesionar en torno al mismo a un colectivo hoy fraccionado, confundido, profundamente manipulado y reprimido. Dos tareas simultáneas que nos permitirían ejercer acciones pacíficas pero con la fuerza de la mayoría, con claro conocimiento del qué se quiere, y sin que eso signifique delegar una vez más en mesías o dirigentes iluminados el deber que corresponde a cada uno de nosotros.

Ejercer nuestra responsabilidad y cumplirla es el primer deber de quien quiera dar el salto hacia una nueva sociedad con valores que impongan el bienestar colectivo. Indispensable poner a andar una organización del y para el futuro, al margen de toda política cadáver. Si seguimos aguardando "salvadores", el tiempo jugará en favor de quienes disfrutan hoy el poder y de los negociantes y cómplices de las "oposiciones". ¿Es que terminaremos todos bailando el son venecubano como partícipes de un tiempo de vilezas, frustraciones y exterminios?

abm333@gmail.com

 
 
 
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