El
asunto está claro: el beisbol profesional se convierte en
laboratorio para una “buena y profunda” aplicación de la Ley
Resorte. El objetivo: impedir en estos espectáculos la
publicidad de alcohol y cigarrillos. Porque éste es un régimen
revolucionario que vela por la salud-vida del futuro de la
juventud venezolana.
Pero no queda la
aludida ley en el control publicitario sino que ataca los
llamados símbolos de los patrocinantes. En este caso específico
a la conocida cervecera cuyo logotipo exhiben los uniformes de
los peloteros. El trabajo de Johan Ramírez: ‘Ponchado sin
tirarle’ (EU, 02/10/05, 3/6) considera con mucha propiedad la
relación y diferencias entre publicidad y patrocinio. Advierte
que si no se puede exhibir patrocinantes materialmente habrá
llegado el momento de cerrar nuestra televisión al mundo del
deporte.
Lo cierto es que
la manera de enfrentar el fenómeno no es mediante el
ocultamiento de la imagen, sino abordándolo en su fondo-raíz. Y
está claro que ese no es el caso de esta seccional de Venecuba.
Con lo de la publicidad se toca la forma y no los contenidos
reales. El consumo de alcohol en los estadios del mundo
capitalista forma parte de la rutina. En nuestro caso el
universitario y el olímpico, como puntos de venta, están al
frente a nivel nacional. Y Venezuela está a la cabeza del uso
alcohólico latinoamericano.
¿Por qué, en
todo caso, no hacer una gran campaña contra el uso del alcohol y
un verdadero proyecto para sembrar el país de campos deportivos?
En la Cátedra del Deporte de la UCV (cerrada hoy por el
Rectorado) hemos insistido en la necesidad de establecer el
deporte colectivo como un instrumento de vida que aparte al
joven de vicios y lo ayude a construir el futuro.
¿Pero cuál es el
otro fondo del asunto? Tal vez haya que pensar que aquí, de
acuerdo con la mentalidad prestada que caracteriza a buena parte
de los gobernantes de esta república de la destrucción, esté
planteado acabar con el deporte profesional e igualarnos con la
experiencia cubana. En esta dirección todo el deporte se
convertiría en una maquinaría del Estado-proceso-revolución.
Algo que entusiasmaría y alegraría mucho a Fidel Castro, en su
condición de presidente de Venecuba.
La orden está
dada: vamos a ir limitando la ‘empresa capitalista en el área
deportiva’. Claro, esto es algo que forma parte del
pantallerismo revolucionario, porque se sabe que en la práctica
esto ocurrirá de otro modo. Estos ‘revolucionarios’ no se
atreverán a liquidar la industria del deporte. Buscarán los
acuerdos para que sigan funcionando con la gracia gubernamental.
No es de extrañar que en las próximas horas se exhiba el método
Chávez/Polar (Chalar) para que todo quede resuelto con méritos
socialistas para Miraflores y el agradecimiento y votos de los
empresarios y los fanáticos.
En cualquier caso
se seguirá vendiendo la idea de la revolución que avanza a paso
de vencedores, incluso en el deporte, aunque sin olvidar que a
buena parte de los venezolanos no se les puede tocar a la
progenitora ni a su equipo profesional. ¿También impondrán la
payasada ‘deportivo-socialista’?
abm333@gmail.com
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