El
que hacer se ha convertido desde Lenin en una de las principales
prácticas políticas para el engaño y la manipulación. La
pregunta que hacen los de arriba tiene el propósito de anular la
capacidad del colectivo para encontrar respuestas propias. Se le
hace creer que la consulta otorga algún poder de decisión. Pero
las cúpulas toman las decisiones que las mayorías deben seguir.
En el caso venezolano, los
mimos y señas de Madariaga el 19A-1810, indicándole al colectivo
qué hacer ante la consulta de Emparan sobre el mando, son el
inicio de una larga historia de manipulación y órdenes de la
minoría. La declaración de independencia y la propia guerra la
deciden los mantuanos patriotas. El Estado surgido en 1830 es
obra de los militares triunfadores con ayuda de los civiles que
adscriben el nuevo proyecto de dominación. Frente a los señores
está el colectivo dividido en esclavos y "hombres libres".
Con diferencias de formas y
legales continúa esta injusta realidad. Al implantar en 1958 el
"modelo democrático" se reformula el Estado liberal para
consolidar los poderes. Pero ahora la burguesía está respaldada
por los barriles de riqueza que mantienen un Estado rico sobre
la base de las desigualdades y la ficción de democracia y
libertad.
El voto controla la
voluntad de las mayorías. Por cuatro décadas se mantuvo esa
"democracia". El 27F-89 el colectivo mostró su disposición para
protestar y reclamar sus derechos por cuenta propia. El orden
vigente se atemorizó ante la posibilidad del próximo alzamiento.
Por esto creó un "nuevo" muro de contención. Los fracasos de CAP
y Caldera II reafirman esta decisión. Y el llamado "proceso
revolucionario" ofrece la mercancía requerida: fundar una
república que atendiera a las aspiraciones de participación,
justicia, igualdad y solidaridad.
Se avanzó así hacia nuevas
formas de manipulación, manteniendo en la práctica la vieja
estructura cupular y los gastados esquemas leninistas de
organización vertical del poder, en el cual la tal
participaciónprotagonismo no es más que una instancia pasiva,
que no sirve para alcanzar la toma de decisiones. Porque, si la
vanguardia se exhibe como entidad de conciencia, saber y
voluntad, es obvio que al colectivo se le sitúa como una figura
inferior a la cual hay que orientar y conducir. De allí que su
acción esté determinada desde arriba.
Pero hoy ese leninismo no
las tiene todas consigo. Esta sociedad ha dado muestras de un
espíritu levantisco renuente a los esquemas impuestos. Y en la
actualidad, parece obligada a adquirir un nivel de conciencia
para la construcción de otra historia.
Hoy el "proceso" supone que
tiene el control de ese colectivo debido a una inversión
multimillonaria. Pero esa mayoría tarifada no lo acompañó en las
elecciones del 07Ag.-05 y generó un descalabro de consecuencias
aún no establecidas. Y si no pueden llevar a ese colectivo "al
pasquín electoral" ¿cómo embarcarlo a una guerra contra EEUU? No
hay un "comportamiento leninista de las masas". Y para responder
al otro qué hacer hay que ir más allá de esa perspectiva: a la
condición y conciencia de un colectivo que se decida a construir
una sociedad de y para la democracia. Volveremos sobre el tema.
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