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¡Hacia el otro qué hacer! 
por Agustín Blanco Muñoz
sábado, 3 septiembre 2005

 

El que hacer se ha convertido desde Lenin en una de las principales prácticas políticas para el engaño y la manipulación. La pregunta que hacen los de arriba tiene el propósito de anular la capacidad del colectivo para encontrar respuestas propias. Se le hace creer que la consulta otorga algún poder de decisión. Pero las cúpulas toman las decisiones que las mayorías deben seguir.

En el caso venezolano, los mimos y señas de Madariaga el 19A-1810, indicándole al colectivo qué hacer ante la consulta de Emparan sobre el mando, son el inicio de una larga historia de manipulación y órdenes de la minoría. La declaración de independencia y la propia guerra la deciden los mantuanos patriotas. El Estado surgido en 1830 es obra de los militares triunfadores con ayuda de los civiles que adscriben el nuevo proyecto de dominación. Frente a los señores está el colectivo dividido en esclavos y "hombres libres".

Con diferencias de formas y legales continúa esta injusta realidad. Al implantar en 1958 el "modelo democrático" se reformula el Estado liberal para consolidar los poderes. Pero ahora la burguesía está respaldada por los barriles de riqueza que mantienen un Estado rico sobre la base de las desigualdades y la ficción de democracia y libertad.

El voto controla la voluntad de las mayorías. Por cuatro décadas se mantuvo esa "democracia". El 27F-89 el colectivo mostró su disposición para protestar y reclamar sus derechos por cuenta propia. El orden vigente se atemorizó ante la posibilidad del próximo alzamiento. Por esto creó un "nuevo" muro de contención. Los fracasos de CAP y Caldera II reafirman esta decisión. Y el llamado "proceso revolucionario" ofrece la mercancía requerida: fundar una república que atendiera a las aspiraciones de participación, justicia, igualdad y solidaridad.

Se avanzó así hacia nuevas formas de manipulación, manteniendo en la práctica la vieja estructura cupular y los gastados esquemas leninistas de organización vertical del poder, en el cual la tal participaciónprotagonismo no es más que una instancia pasiva, que no sirve para alcanzar la toma de decisiones. Porque, si la vanguardia se exhibe como entidad de conciencia, saber y voluntad, es obvio que al colectivo se le sitúa como una figura inferior a la cual hay que orientar y conducir. De allí que su acción esté determinada desde arriba.

Pero hoy ese leninismo no las tiene todas consigo. Esta sociedad ha dado muestras de un espíritu levantisco renuente a los esquemas impuestos. Y en la actualidad, parece obligada a adquirir un nivel de conciencia para la construcción de otra historia.

Hoy el "proceso" supone que tiene el control de ese colectivo debido a una inversión multimillonaria. Pero esa mayoría tarifada no lo acompañó en las elecciones del 07Ag.-05 y generó un descalabro de consecuencias aún no establecidas. Y si no pueden llevar a ese colectivo "al pasquín electoral" ¿cómo embarcarlo a una guerra contra EEUU? No hay un "comportamiento leninista de las masas". Y para responder al otro qué hacer hay que ir más allá de esa perspectiva: a la condición y conciencia de un colectivo que se decida a construir una sociedad de y para la democracia. Volveremos sobre el tema.

abm333@gmail.com

 
 
 
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