Inicio | Editor | Contáctenos 
 
Webarticulistas
Manuel Malaver
Eli Bravo
Luis  DE LION
Roberto Palmitesta
Lucy Gómez
Alexis Márquez Rodríguez
Ted Córdova-Claure
Antonio Sánchez García
Aníbal Romero
Charles Cholaleesa
 
 
 
 
 
 
 
 

 

referencement


 
 

La arbitrariedad como manera de gobernar 
por Agustín Blanco Muñoz
domingo, 03 julio 2005

 

Una ilustre diputada, haciendo gala del desparpajo político e ideológico propio de la política actual de este expaís, precisó la posición de su partido sobre los ‘saboteadores’ de la acción parlamentaria del ‘proceso’ en la AN: “somos la mayoría y por ello podemos aprobar lo que nos de la gana, cómo y cuándo nos de la gana. Si ustedes quieren hacer lo que nosotros, pues busquen una mayoría, si no tienen que calársela.” Esto ocurre en el marco de una discusión sobre la reforma al Código de la Persecución (antes Penal) y de la Ley del Banco del Gobierno, (antes BCV).


Y a la hora de la protesta de la oposición, el no menos ilustre presidente de la AN amenazó con sacar de la cámara a un diputado con el ‘auxilio’ de la GN. De inmediato los opositores convocaron una reunión para decidir si se la siguen calando o no. La decisión se expresó así: seguiremos luchando en el seno de la AN. Es decir, continuarán ‘conservando los espacios ganados por la propia voluntad del pueblo’. Prosigue el circo.


¿Y cómo salir de este pesado, agotador y trágico círculo? ¿Es posible formar otra política con miras a construir un futuro diferente? ¿Estamos todos obligados a convalidar y legitimar el proceder de quienes, en nombre de ‘su mayoría’ deciden hacer lo que les da la gana por encima de cualquier ley o reglamento?

La confrontación hoy y aquí crece impulsada por quienes están dispuestos a alimentar dos posiciones. Una que sustenta y aplica la violencia legalizada que permite hacer lo que les salga de sus ganas, jugando al parlamento, las elecciones, el discurso democrático y la práctica del aplastamiento de toda disidencia, mientras concede espacios y tolera todo tipo de corrupción. Otra que se diseña para quienes actúan desde el sitial de lo que llaman oposición.

A ellos se les dice lo mismo que expresa Betancourt en 1959: o se la calan o se van a la violencia ilegal y radical. Pero ocurre que esa oposición argumenta que su mayor acompañante es la soledad y, en consecuencia, que no puede aceptar el desafío de la violencia. Prefiere por tanto seguir en plan de calársela hasta que pueda ocurrir ‘algún milagro que los ponga a valer’.

Esto significa que con esta oposición, no se vislumbra ninguna salida a la crisis que padecemos. ¿Qué pueden ofrecer unos actores que tienen como norma-dogma el cuidado de lo que ya poseen, para seguir disfrutándolo con ayuda de ‘sus lógicas explicaciones’? ¿Es que se han planteado alguna vez hacer una política distinta a la que se elabora desde las cómodas butacas y los modernos micrófonos de la AN, normada por la denuncia permanente que nadie escucha ni procesa?

EL RÉGIMEN
La pregunta de una aguda lectora apunta hacia la precisión: ¿Pero es que ellos no pueden o no quieren tomar otra posición? ¿Han caracterizado al régimen para saber a qué atenerse con respecto a sus ejecutorias? No basta aceptar que estamos ante un gobierno autoritario de inclinación fascista-totalitaria, que tiene su mayor logro en la corrupción, y que está dispuesto a enfrentar e impedir toda disidencia y cuadrar estructuras legales e institucionales destinadas a abrirle el mayor espacio al pensamiento único que le dé mayor base de sustentación a la ‘política de las ganas’.

Hay que medir los efectos de esta definición en el día a día. Estamos ante un poder que mantiene invariable la maquinaria de su Consejo Nacional del Fraude Electoral y que pretende profundizar los mecanismos para alimentar la angustia-temor-terror para que el colectivo social se sienta cada vez más comprometido a respetar y convalidar el orden existente y se abstenga de avanzar en los caminos no permitidos.

abm333@gmail.com

 
 
 
© Copyright 2005 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.