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Propiedad
Privada,
Burocracia
y
Socialismo
por Angel Américo Fernández
miércoles,
30 agosto
2006
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La
teoría marxista en sus estudios sobre el capitalismo
privilegió siempre el tema de la propiedad privada como
aspecto clave de sus explicaciones. La tesis más común
señala que la propiedad privada contiene el germen de la
desigualdad, opone propiedad privada a propiedad colectiva
sobre los medios de producción, enfatiza el carácter humano
o socialista de ésta y, finalmente observa una contradicción
entre el carácter social de la producción y el carácter
privado de la apropiación en el régimen del capital. Todo
esto para concluir que el capitalismo condenaba a la pobreza
a las mayorías y sólo un sistema que aboliera la propiedad
privada y la sustituyera por la propiedad colectiva podría
garantizar la conquista de la igualdad social.
Naturalmente, aquellas formulaciones fueron elaboradas en el
tiempo histórico de un capitalismo que se abría paso de modo
crudo y sin ningún tipo de elementos reguladores, tales como
leyes, sindicatos, organizaciones, acción del Estado, etc.;
Ese fue el capitalismo que vio Marx, el de la anatomía de la
acumulación basada en la explotación de la mano de obra,
mucho antes de las grandes transformaciones experimentadas
por el sistema a finales del siglo xix más el recorrido de
los siglos XX-XXI.
Obviamente, muchas de sus apreciaciones son veraces, otras
pueden ser tenidas en cuenta como dato para el análisis,
otras están palmariamente equivocadas, pero está claro que
en los fenómenos sociales el mejor laboratorio es la
historia y el paso del tiempo, es el mejor espacio para la
contrastación de teorías y, es precisamente aquí, donde
vemos el problema, porque por vía comparativa es posible
sacar en limpio que son las sociedades apuntaladas en la
propiedad privada las que han experimentado despegue y
florecimiento, mientras que aquellas basadas en la propiedad
colectiva, en el Estatismo y en la Burocracia socialista han
colapsado, abortado o fracasado estrepitosamente.
Si emprendemos la tarea de explorar la evolución de algunas
formaciones sociales desde el propio nacimiento del
capitalismo, encontraremos evidencias interesantes. Por
ejemplo, la Inglaterra que experimentó las transformaciones
tecno-económicas que condujeron a la Revolución Industrial
tuvo por base una economía de pequeños propietarios
productores de mercancías industriales o agrícolas, un
régimen de pequeña propiedad como observa Marx y el
historiador Maurice Dobb.
La segunda ola de naciones Europeas que alcanzaron la
modernización estuvo montada en una fuerte clase media de
propietarios privados de sus tierras y pequeños negocios.
Japón debió dejar atrás el feudalismo y la propiedad feudal
de la tierra, instaurar la propiedad capitalista para
alcanzar la fase de modernización y, hoy en día se levanta
como una de las potencias mundiales combinando educación con
competitividad y espíritu corporativo.
Siguiendo con la ruta del lejano Oriente, después de largos
años de estancamiento económico, surgen los nuevos tigres
asiáticos, donde destacan Taiwán y Corea del Sur y lo
hicieron claramente con economía capitalista, propiedad
privada y mercado.
El caso de China merece comentario aparte, pues tras un
largo período de revolución Maoísta caracterizado por un
fuerte control del gobierno central sobre la economía, el
agotamiento de la economía planificada fue terreno abonado
para las reformas económicas de Deng Xiaoping acometidas
desde 1978 que restableció la propiedad privada en el campo.
Más tarde la China post-Mao abandona por completo la
economía centralizada y se abre hacia la inversión
extranjera y el capitalismo más rampante para devenir
potencia mundial y con un potencial de desarrollo difícil de
ponderar.
Los trabajos de Kornay sobre las economías de Europa del
Este muestran que en aquellos países, cualquier tímida
reforma que relajara las cadenas del estatismo, tenía como
respuesta inmediata la acción individual orientada hacia el
mercado. Ello parece encontrar confirmación en un examen de
la historia reciente, pues se aprecia que aquellos países
donde se impuso una economía centralizada, de base
colectivista en combinación con una Burocracia Estatal
fuerte de etiqueta socialista, fracasaron sin atenuantes. En
esta dirección pueden citarse los casos de Unión Soviética,
Alemania Oriental, Polonia, Hungría, Checoslovaquia,
Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, Albania; Y también Letonia,
Ucrania, Georgia, Moldavia o, en Asia, Siria, Yemen,
Pakistán, Birmania, Camboya, Laos, Vietnam. África tiene lo
suyo en Angola, Argelia, Benín, Burkina, República del
Congo, Eritrea, Etiopía y muchos otros.
De modo que apelando a un análisis histórico comparativo,
las economías colectivistas anudadas a un esquema de poder
burocrático no pudieron despegar hacia el florecimiento,
sólo las economías abiertas sostenidas en la propiedad
privada han experimentado un rápido progreso. Igualmente,
aquellas economías que, como la de China experimentaron un
desarrollo significativo y se alejaron del estancamiento, lo
hicieron sólo después de haber abandonado el viejo esquema
planificado y colectivista y cuando adoptaron la propiedad y
la inversión privada con un mercado abierto capitalista.
Entonces causa estupor ver cómo se habla por allí con tanto
entusiasmo de abolir la propiedad privada para sustituirla
por la propiedad colectiva. Capitalismo y propiedad privada
no garantizan la erradicación de la pobreza, pero está claro
que los regímenes socialistas fuertemente centralizados ni
siquiera pueden garantizar economías estables y un esquema
de producción de riqueza sostenido en el tiempo. Si no se
produce riqueza, cualquier posibilidad de distribución está
sencillamente cancelada. Por lo demás, estos regímenes
tienen una singular interpretación de la propiedad que
rebasa cualquier exquisito teoricismo, a saber: NO HAY
PROPIEDAD PARA EL RESTO DE LA SOCIEDAD, SÓLO PARA LA
BUROCRACIA Y EL FUNCIONARIADO EN EL PODER. En síntesis, el
fin de la propiedad privada es el comienzo de un tipo de
propiedad más perversa, nefasta y abyecta, aquel en el que
un reducto burocrático de funcionarios, políticos y
militares hacen suya la propiedad de una nación entera.
* |
Magíster en gerencia de la
Educación; Profesor de postgrado en la cátedra de
Filosofía de la Ciencia (Universidad Gran Mariscal de
Ayacucho, Ciudad Bolívar);
Libro: Paradigmas, Métodos y Posmodernidad (colectivo)
Universidad de los Andes, 1995.
Ensayos en Revistas Académicas Internacionales. |
angelferepist@cantv.net
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