Quizás porque durante la
mitad del siglo XX hemos estado bajo gobiernos
autoritarios, nuestros medios audiovisuales han preferido
realizar películas críticas de los dictadores de esa
etapa, siendo Rómulo Betancourt el único que ha sido
llevado al cine con un enfoque positivo. Las demás obras
se refieren a dictadores como Cipriano Castro, Juan
Vicente Gómez, Carlos Delgado Chalbaud y Marcos Pérez
Jiménez, que se muestran bajo una mirada bastante negativa
por los libretistas.
El Cabito y sus amoríos
Usando un guión de Julio César Mármol, el cineasta
Daniel Oropeza acomete en 1978 la cinta “El Cabito”,
que narra algunos de los excesos de Cipriano Castro
durante su mandato autocrático. La película, interpretada
por el recién fallecido Oscar Ibarra como el libertino y
temperamental mandatario, se centra en su obsesión para la
conquista de mujeres jóvenes, generalmente reclutadas
entre los familiares de algún funcionario del régimen. La
víctima de turno es encarnada por Chony Fuentes. La cinta
se exhibió sin mucho éxito, quizás por no contar con
actores famosos, y el interés del espectador estuvo
enfocado en la intemperancia etílica y sexual del
dictador, luego depuesto por Gómez.
Un Gómez muy realista
El sucesor de Castro tuvo más suerte, primero en una
curiosa película mexicana en blanco y negro de 1951,
“En tiempos de Gómez” , del prolífico director Ramón
Rodríguez Granada, quien lo muestra como un dictador
benévolo y pintoresco, mientras desarrolla una trama
romántica ambientada en la Venezuela de los años 20. Mucho
después, en 1980, Gómez fue el protagonista de una
miniserie homónima, que motivó luego una secuela gracias a
la receptividad que tuvo la primera, ambos con libretos de
José Ignacio Cabrujas. El éxito de Gómez I y II se
debió en parte a la impactante interpretación de Rafael
Briceño, quien –además de su notable parecido físico--
imitó maravillosamente la pausada dicción andina y el frío
carácter del dictador.
Un extraño asesinato
También con un guión de Cabrujas se realizó a mediados
de los 80 una miniserie de dos episodios, “El asesinato
de Delgado Chalbaud”, que narra los hechos que
condujeron al secuestro y muerte en 1950 del entonces
presidente de la Junta de Gobierno, de manos del
aventurero Rafael Simón Urbina. Fue una meticulosa
producción de RCTV, cuyos exteriores se filmaron en los
mismos escenarios caraqueños en que ocurrieron los hechos.
La obra fue prestigiada por la actuación de Raúl Amundaray
en el papel central y Miguelángel Landa en el de Urbina.
La transmisión disfrutó una amplia audiencia, en vista de
la fama de los actores y aunque el enfoque del guión fue
bastante objetivo, pues Delgado Chalbaud sale bien parado
por ser la víctima del extraño secuestro.
Ficcion y realidad en otra dictadura
“Estefanía” fue una de las telenovelas de mayor
audiencia de 1979, alargada hasta 1980 justamente por la
gran acogida que tuvo el primer año, ya que reflejaba con
mucho dramatismo la represión del régimen perezjimenista.
Aunque narraba hechos ficticios que pudieron haber
sucedido en la dictadura, la trama novelesca exigió que
los nombres fueran cambiados, con Pérez Jiménez y Pedro
Estrada representados por los personajes Marcos Suárez
Figuérez y Pedro Escobar, respectivamente. El primero fue
interpretado por Luis Rivas, maquillado estupendamente
para el rol, pero el segundo impactó más por ser el
necesario villano de la obra, luciéndose Gustavo Rodríguez
con una buena combinación de cinismo y malicia. José Luis
Rodríguez y Pierina España encarnaron la pareja romántica
en la resistencia durante la primera etapa de la novela.
El intento de magnicidio
En 1984 se estrenó el filme “El atentado”, que
narra con bastante fidelidad el intento de magnicidio de
Rómulo Betancourt durante un desfile militar en Los
Próceres en 1960, de manos de sicarios contratados por el
dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo. El
mandatario venezolano fue interpretado inteligentemente
por Gustavo Rodríguez, quien fuera luego estereotipado en
ese papel en otras películas y series televisivas. Orlando
Urdaneta y Alicia Plaza completaban el reparto estelar en
esta cinta dirigida por Thaelman Urgelles, que figuró
entre las más taquilleras del año. En 2003 la misma
trama, expandida con más incidentes novelescos, sirvió
para una miniserie de 10 capítulos del mismo nombre, con
un libreto de Cabrujas y con Gustavo Rodríguez nuevamente
en el rol de Betancourt.
Parodias presidenciales en tv
En el campo de la comedia televisiva, diversos
artistas cómicos se lucieron en papeles de presidentes
criollos, aún los que estaban en funciones. En las décadas
de los 70 al 90 se recuerda con agrado el segmento “La
escuelita” de Radio Rochela, donde los mandatarios eran
parodiados más o menos inteligentemente, pero sin que los
aludidos gustasen mucho de las ocurrencias. En efecto, la
Radio Rochela de RCTV fue cerrado en 1984 por un día por
“retratar en forma humillante” al presidente Luis Herrera
y su esposa Betty, y en 1991 Carlos Andrés Pérez ordenó la
suspensión de “La escuelita” por considerarlo denigrante
para el cargo de la presidencia, medida que fue apelada
por RCTV pero ratificada por la Corte Suprema.
En dicho programa, Cayito Aponte imitaba a Carlos
Andrés Pérez, César ‘Bólido’ Granados era el que
parodiaba a Luis Herrera (años antes hizo lo mismo con
Betancourt), Juan Ernesto ‘Pepeto’ López a Rafael Caldera
y Ricardo Gruber a Jaime Lusinchi. Más recientemente, el
versátil Emilio Lovera parodió a varios presidentes,
mientras Laureano Márquez se concentró en Caldera y
Rolando Salazar en Chávez. Pero últimamente han habido
pocos programas cómicos de parodia política en la
televisión criolla, quizás intimidados por la estricta Ley
Resorte y la severa mirada de CONATEL.
rpalmi@yahoo.com
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Artículo publicado originalmente en el semanario
ZETA |