La
semana estuvo marcada por dos hechos trascendentes. El
primero fue la encarnizada confrontación de poderes en
EE.UU.,donde la mayoría demócrata del Congreso de EE.UU.
aprobó una ley que condiciona los fondos para las guerras
asiáticas al retiro gradual de las tropas antes de un año,
a pesar de la advertencia de Bush de que la vetaría.
Aunque fue una simple demostración de fuerza y la
condición del retiro no es obligante, no hay duda que Bush
tendrá serios problemas para financiar ahora sus
malogradas aventuras en Irak y Afganistán, donde los
insurgentes locales y los terroristas importados sienten
que están ganando la batalla de la opinión pública,
gracias a la creciente indignación de los estadounidenses
por las pérdidas humanas en ambos escenarios.
De alguna manera EE.UU
mantendrá las tropas por un tiempo más, pero hay serios
indicios que la nueva estrategia de la Administración Bush
no está dando los resultados esperados, dadas las bajas
que se registran tanto por ataques suicidas como por las
causadas por rebeldes apoyados por Al Qaeda, que -de paso-
ha declarado un “Estado Islámico de Irak”, a manera de un
gobierno paralelo. Las repercusiones de la confrontación
de poderes están por verse, pero es evidente que ambas
guerras van por el mismo camino que otra guerra impopular
como la de Vietnam, cuando los medios –un actro más en la
guerra- resaltaban los hechos negativos, siempre más
“noticiosos”, generando el natural disgusto en la opinión
pública.
El otro hecho trascendente es
el virtual inicio de una nueva guerra fría, al anunciar
Vladimir Putin que Rusia se retiraba de un acuerdo previo
con la OTAN, donde se especificaba un desarme gradual de
Rusia por la distensión existente después de la caída del
muro de Berlín y la desintegración de la URSS. Pero ahora
Rusia se siente acosada por EE.UU. y otras potencias
occidentales, ya que varios países de la antigua “órbita
soviética” han ingresado a la OTAN y Moscú teme que se le
está tendiendo un “cerco pro-occidental”, con escudo
misilístico y todo, para que Rusia no vuelva a ser una
potencia de cuidado con las visibles presiones
militaristas.
Ahora que su economía va
progresando gracias a los altos precios del petróleo,
Putin ha querido aprovechar el sentimiento nacionalista
para modernizar las fuerzas armadas, (antes muy reducidas
por falta de fondos), y lanzar frecuentes mensajes
patrióticos que le han dado buenos dividendos políticos. Y
si bien no puede ser reelecto por segunda vez, su sucesor
seguramente será del mismo partido y seguirá sus
lineamientos. Aunque EEUU calificó de “absurdos” los
temores de la dirigencia rusa, no hay duda que se inicia
una etapa más difícil en las relaciones entre Occidente y
Rusia, llena de incertidumbre y tensiones geopolíticas.
rpalmi@yahoo.com
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Artículo publicado originalmente en el semanario
ZETA |