Con
la Franja de Gaza sumida en la anarquía, la violencia y el
desabastecimiento, es difícil alegrarse por los planes de
Washington, Bruselas y Tel Aviv de ignorar esa zona y
concentrar su ayuda económica en Cisjordania –ahora que
Hamás no está en el gobierno- para que Gaza se hunda en la
miseria y Hamás recapacite y se someta a un gobierno
dirigido por Fatah. El orgullo grupal, el fanatismo y el
saboteo de los extremistas impedirá cualquier arreglo con
el gobierno moderado del dúo Abbás-Fayad, mientras Irán se
alegra de tener una base a un paso del enemigo que
prometió obliterar. Así las cosas, Gaza se encamina a
parecerse a Somalia, Irak o Afganistán, con un gobierno
virtual e infestado de guerrillas con agendas
personalistas, grupales o extranacionales.
Para echarle más leña al
fuego, Ahmadineyad anunció con orgullo que “Irán había
producido un kilo de uranio enriquecido”, que puede servir
para un reactor atómico…o para fabricar bombas atómicas.
Dada la terrible amenaza que hizo meses atrás, queda poca
duda en qué fines preferirá utilizarlas, empeorando así
eventualmente las crisis regionales y animando a las
grandes potencias occidentales a prepararse para una
campaña similar a la que libraron contra Saddam Hussein en
1991, cuando éste invadió Kuwait.
Se puede debatir sobre quien
empezó la carrera armamentista, pero mientras tanto mucha
gente inocente ingresa en la filas de los refugiados, como
está sucediendo en la golpeada Irak, que ya tiene 2
millones en países vecinos y otros tantos desplazados en
el interior. Lo mismo sucede en Afganistán, con Irán
tratando de infiltrarse para crearle problemas a la
coalición aliada, igual que lo hace en Irak, donde la
apuesta es mayor por lo del petróleo. Cada vez más se
aclara el astuto plan de Ahmadineyad, quien obviamente
pretende convertir a Irán en la mayor potencia regional y
controlar el flujo de crudo desde el Golfo, lo que le
daría un inmenso poder.
Es obvio que Arabia Saudita y
los emiratos del Golfo Pérsico estén preocupados por la
evolución de los acontecimientos, mientras EEUU y Europa
se inquietan por avizorar el peligro para los vitales
suministros petroleros del Oriente Medio. El petróleo y
las ambiciones geopolíticas nunca han hecho una
combinación armoniosa, como bien nos estamos dando cuenta
aquí en casa, donde no se habla sino de milicias, armas,
submarinos y aviones de guerra, derrochando los
petrodólares en planes guerreristas –disfrazados de
‘defensa nacional’- en lugar de invertirlos en planes de
desarrollo para mejorar las condiciones socioeconómicas de
los pobres. ¿Aflorará algún día un poco de sensatez?
rpalmi@yahoo.com