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La desestabilización de Pakistán
por Roberto Palmitesta  
lunes, 22 octubre 2007


Lo ocurrido en Pakistán el jueves, con la masacre contra una multitud inerme que vitoreaba a la ex premier Benazir Bhutto, es un claro ejemplo de la capacidad y métodos del extremismo islámico que –si bien es minoritario-- amenaza con desestabilizar al gobierno pro occidental de Musharraf. Si Pakistán no logra una relativa estabilidad, caminando hacia la democracia mientras combate al extremismo, podría caer en manos de políticos inescrupulosos que se alinearían con Irán y con los movimientos de Jisbolá y Hamás, para formar una poderosa alianza que podría desestabilizar aún más a Irak y Afganistán, mientras torpedea los esfuerzos de paz con Israel. Por fortuna el ejército es una fuerza moderadora y no apoya a la causa islámica radical, y lo mismo hacen las dos principales agrupaciones políticas, que proyectan una alianza con el visto bueno de EE.UU.

Nadie duda que la vecina Irán, con sus ambiciones extra territoriales, promueve también la desestabilización de Pakistán, como todo lo que va en contra de Washington, aunque sin intervenir abiertamente, ya que lo suyo es dominar el Golfo Pérsico, por su riqueza petrolera y el control de las rutas de suministro a Occidente, un arma nada despreciable a la hora de la gran confrontación, una posibilidad que parece aumentar cada día más, a juzgar por las declaraciones de los halcones de cada bando. Curiosamente, ya Bush mencionó en un discurso la delicada frase “Tercera Guerra Mundial”, mientras Teherán no abandona su retórica belicosa.

A la postre, Irán acaba de recibir en el propio Teherán un espaldarazo de Rusia, que la asesora y equipa en su programa atómico civil, y por ende tiene un evidente conflicto de intereses al oponerse a las sanciones contra Irán en el Consejo de Seguridad. Lo mismo hace China, pero para asegurarse los suministros petroleros que tanto necesita para su acelerado crecimiento económico. De ahí que Olmert viajó de urgencia a Moscú para inyectar una dosis de realismo en la política antagónica que desarrolla Putin desde hace unos años contra Occidente, para recuperar el antiguo sitial de la URSS, no sólo con su irresponsable armamentismo sino con su potencial energético. Mientras tanto, la escalada de precios petroleros, causada por el habitual nerviosismo por los suministros, sirve para abultar la renta petrolera de los regímenes autoritarios tanto de Rusia como de Irán, democráticos sólo en apariencia. Irónicamente la factura es pagada por el mismo Occidente, que no logra reducir su adicción por el petróleo, por más que lo intenta.

rpalmi@yahoo.com

 
 

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