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Y ahora...el padre de todas las bombas
por Roberto Palmitesta  
martes, 19 diciembre 2007


La semana pasada un alto funcionario militar ruso anunció que su país había desarrollado y probado una poderosa bomba no nuclear, que resultaba cuatro veces más destructiva que la conocida MOAB que tiene EE.UU. desde el 2003. Irónicamente, los rusos la bautizaron como “el padre de todas la bombas”, en referencia al apodo otorgado informalmente por EE.UU. a su bomba, que llamaron “mother of all bombs”, ya que el acrónimo oficial era MOAB, por Massive Ordance Air Blast, ya que opera por una expasión súbita del aire seguida por una pavorosa explosión, que asemeja al de una bomba atómica. De ahí que, en su anuncio, los rusos la llamaron “el padre de todas las bombas”, para enfatizar que es más poderosa que una MOAB.

En efecto, tanto el artefacto estadounidense como el ruso entran en la categoría de bombas termobáricas, compuestas de una bomba pequeña que produce una nube explosiva sobre el objetivo, que luego es encendida causando una llama que destruye todo en un área más amplia, como si fuera una pequeña bomba atómica. La explosión es capaz de destruir incluso un bunker subterráneo, como los que albergan ciertas instalaciones atómicas en Irán.

La bomba es lanzada en paracaídas desde un avión y teledirigida por satélites para que se dirija al objetivo, de modo que es una “bomba inteligente” a la vez. La primera MOAB de ese tipo, se probó en un campo de pruebas en Florida y la explosión se sintió a 30 km de distancia. En esa ocasión -marzo de 2003- estaba diseñada para atemorizar al ejército iraquí, con el cual se iba a enfrentar en unos días, así que el opotuno anuncio fue parte de la guerra psicológica.

La bomba termobárica rusa, que contiene unos 7 mil kilos de material explosivo, se anuncia como mucho más poderosa que la MOAB ya que su tecnología de explosivo ha sido desarrollada con el proceso de nanotecnología, que utiliza componentes ultra-diminutos para ahorrar espacio. Para dramatizar los efectos de la prueba, que fue transmitida por televisión, Rusia mostró como su bomba destruía todo un bloque de edificios de apartamentos, que iban a ser demolidos por métodos convencionales. El comunicado ruso no dio más detalles --en la mejor tradición soviética-- pero agrega que estaba de desarrollo desde hace tiempo y que con la misma “no pretenden iniciar una nueva carrera armamentista”.

Sin embargo, Rusia ya había anunciado hace unas semanas el desarrollo de nuevos mísiles y bombarderos de largo alcance para recuperar el tiempo perdido desde la debacle de la URSS en 1991, que paralizó muchos programas militares por falta de fondos. Así, en agosto realizaron una exposición para mostrar los últimos productos de su tecnología aeronáutica militar, evento que fue muy concurrido. No hay duda que Rusia piensa volver a ser una gran potencia, empujado por los “halcones” en su estamento militar, al mismo tiempo que piensan explotar su otrora avanzada tecnología bélica como una fuente adicional de ingresos para complementar su generosa renta petrolera. En el fondo, todo temor a conflictos genera alzas en el petróleo, y –copiándose de la tradicional actitud capitalista- los negocios son los negocios.

Recordando las “otras” carreras armamentistas

Desde la invención de la pólvora por los chinos a principios del segundo milenio, todas las potencias militares trataron de desarrollar explosivos más potentes y seguros. A fines del siglo XX, la invención de la nitroglicerina -y luego la dinamita o TNT por Alfredo Nobel- fue un hito en esa carrera, ya que permitió su manejo seguro también para fines civiles, como la demolición de rocas para la construcción de edificaciones, carreteras y túneles. Las guerras aceleraron el desarrollo y ya en la primera conflagración mundial se tiraron las primeras bombas desde aviones, aparatos que entonces hacían su entrada en los conflictos bélicos.

Para tener bombas más poderosoas, en la segunda guerra mundial EE.UU. decidió desarrollar bombas atómicas –en previsión de que Alemania las tuviera antes-- y el poder destructivo de las primeras –que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki- eran equivalentes a unos 20.000 kilos de explosivo convencional o TNT. Gracias a una efectiva labor de espionaje, en cuatro años la URSS se equiparó y pronto se inició una carrera armamentista, aumentando paulatinamente el poderío de las bombas a centenares de kilotones, hasta que –en 1952- la tecnología nuclear dio un salto cuántico al desarrollar ambas potencias la temible bombas termonucleares (bomba H), que llegaron a tener hasta 50 megatones, o sea equivalente a un 50.000 kilotones de TNT. Para fines de los años 80, las dos superpotencias acumularon arsenales nucleares que tenían el poder destructivo global de varios millardos de toneladas de TNT, y todavía hoy día conservan una buena parte de los mismos, a pesar de varios tratados limitativos que los redujo sustancialmente.

Dada la suspicacia que existe actualmente entre Rusia y EE.UU., el gobierno de Bush ordenó reactivar los programas nucleares y EE.UU. trabaja en bombas atómicas de “cuarta generación”, que incluye bombas de neutrones –menos destructivas pero más mortíferas para los humanos- mientras se trabaja en fabricar bombas cada vez más potentes con explosivos convencionales, ya que las atómicas son vistas con recelo por la persistente y mortífera radiación que dejan al explotar.

Gran Bretaña y Francia también desmantelaron parte de su arsenal atómico pero China ha seguido desarrollando a todo tren armas atómicas y termonucleares cada vez más poderosas, para desalentar un ataque enemigo, mientras India y Pakistán están empeñados en una carrera armamentista nuclear desde 1998, e Israel tiene desde 1967 su propio arsenal atómico para defenderse de sus vecinos belicosos. Uno de ellos es ahora Irán, país que desarrolla una tecnología nuclear con potenciales fines bélicos, algo que preocupa sobremanera a Occidente, ya que obligaría a EE.UU. y sus aliados a tomar medidas militares para destruir esas instalaciones. Corea del Norte ya explotó sus primeras bombas atómicas pero acordó paralizar su programa a cambio de ayuda en el campo energético. Se habla de una nueva iniciativa de desarme global, pero como están caldeados los ánimos por la turbulencia en el Oriente Medio, es difícil que se dé por ahora.

Por lo que se puede ver, cada cierto tiempo se produce una nueva carrera armamentista, gracias a la nefastas asociación entre los mlitaristas y el complejo industrial-militar que se lucra con las ventas de armas, mientras los mandatarios inescrupulosos gobiernan a través del temor, creando crisis y amenazas para aferrarse al poder o subir su popularidad. Todos los dictadores hicieron eso en el pasado, y muchos gobernantes “democráticos” también. Sólo una ciudadanía informada, que no se deja embaucar, puede evitar el círculo vicioso del armamentismo innecesario, con lo cual el mundo puede recibir el beneficio de que se inviertan en proyectos constructivos –y no destructivos- los recursos monetarios que administran los gobiernos, siempre fruto de sacrificios de la ciudadanía.

rpalmi@yahoo.com

 
 

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