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Tratando de reducir el consumo de combustible
por Roberto Palmitesta  
lunes, 17 diciembre 2007


El Congreso de EEUU aprueba un “paquete energético” que implica carros más pequeños y eficientes –y menos contaminantes-- mientras los candidatos definen sus planes en esa materia, en busca de reducir los volúmenes de petróleo importado.

Mientras arrecia la campaña presidencial en EE.UU., se van conociendo poco a poco los planes de los candidatos en materia energética, algunos realistas, otros menos factibles, en una nación que busca con mucho empeño -aunque sin mucho éxito hasta ahora- reducir su dependencia de fuentes foráneas, y especialmente de Venezuela, con la cual mantiene una relación de conveniencia por razones mayormente económicas y estratégicas.

Demócratas y republicanos

En general los enfoques de los dos partidos principales muestran sólo algunas sutiles diferencias. Así, el demócrata insiste en aumentar el uso de biocombustibles con miras a reducir el consumo de gasolina y diesel, mientras los republicanos favorecen una mayor producción nacional de petróleo, especialmente en la plataforma continental y en las reservas naturales de Alaska, todo mientras propone extraer del carbón un combustible líquido poco contaminante y facilitar el uso de energías alternas como la solar y la eólica.
Para lograr estos objetivos, los demócratas eliminarían cierta concesiones impositivas a las petroleras, y gastarían los fondos liberados en investigación y desarrollo de combustibles alternos, enfocándose en la producción de etanol celulósico (de desechos vegetales) para no afectar la producción de maíz y soya. Al mismo tiempo insistirían en mejorar la eficiencia de combustible de los vehículos a gasolina y diesel, lo que requerirá cuantiosas inversiones de parte . de los fabricantes de carros. Por su parte, los candidatos republicanos tratan de no afectar mucho a estas empresas, acorde con su tradicional defensa de la empresa privada.

Cuidando el “voto verde”

Ciertamente no todas las propuestas son realistas, y algunas se hacen sólo para fines políticos, tratando de ganarse el “voto verde” y del sector laboral, en el caso de los demócratas, mientras los republicanos tratan de complacer al sector empresarial, ya que todavía no creen que el cambio climático es producido por la actividad humana. Los aspectos económicos también traspiran de esas dos actitudes, pues el enfoque republicano podría hacer bajar los precios a través de una mayor producción petrolera, mientras a los demócratas no importaría que subieran los precios de los combustibles al público, ya que esto a su vez disminuiría el consumo y por ende la contaminación ambiental. Incluso, los demócratas han ido tan lejos como apoyar la generación eléctrica por la vía nuclear, un tema todavía controversial por los peligros que conlleva.

En cuanto a eficiencia de combustible, fijado desde 1984 en 27.5 millas por galón (mpg) para los autos de pasajeros, los demócratas tienen las propuestas más ambiciosas, acorde con su perfil “verde”. Así. Hillary Clinton propondrá fijaras en 40 mpg para el 2020, mientras su correligionarios JohnEdwards adelantaría esa fecha para el 2016 y Bill Richardson iría más allá y exigiría 50 mpg para ese mismo año, algo que es considerado poco realista por los técnicos.

El paquete energético aprobado

Mientras tanto, gracias a la presión de los ecologistas, en las pasadas semanas se aprobó en el Congreso un “paquete energético” donde se fijó la eficiencia en 35 mpg para el año 2017, una meta bastante modesta que ya ha sido sobrepasada en Europa y Japón, donde los vehículos tienen exigencias de cumplir 40 mpg, mientras que en China ya se exige 35 mpg. En otras palabras, en EEUU están bastante atrasados frente a otros países industriales, debido a los cabildeos de la poderosa industria automotriz, que ha hecho mantener el nivel vigente de 27.5 mpg durante más de dos décadas. Sin embargo, gracias a un acuerdo de compromiso entre la dirigencia demócrata –a cargo de la combativa Nancy Pelosi- y los senadores de Michigan (donde se centran las fábricas de autos), se pudo aumentar la meta de eficiencia en 40%, un logro notable dadas sus implicaciones en un período electoral.

Asimismo, gracias a los nuevos límites de eficiencia, los tres grandes de la industria automotriz seguramente fabricarán una mayor proporción de carros compactos e híbridos, en lugar de los tradicionales vehículos grandes, ahora anacrónicos en un mundo donde ya escasea la energía barata y abundan los contaminantes. Aunque el efecto de estos cambios tardará en apreciarse, no hay duda que EE.UU. está empeñada no sólo en reducir su criticada “adicción al petróleo” sino en lograr una mayor protección del ambiente, máxime en vista de tantos desastres naturales –incendios, inundaciones, huracanes— que han azotado a esa nación en años recientes. Todo lo cual incidirá eventualmente en el consumo de petróleo y por ende afectará la economía de las naciones petroleras, de ahí que Venezuela haría bien en seguir de cerca estas tendencias y diversificar su economía.

El caso venezolano

Al mismo tiempo, Venezuela haría bien en reducir su propio consumo de combustibles, en vista de que todo ahorro permitirá mayores exportaciones tanto de crudo como de derivados. A raíz de la bonanza petrolera que se vive por los altos precios, la compra de autos ha aumentado a niveles exagerados (más de 300 mil carros en 2007), lo que significa un consumo creciente de gasolina. Este hecho, junto con los precios ultrabajos de los combustibles -subsidiados por el gobierno por razones políticas- está generándose un derroche inexcusable, tanto en vehículos convencionales como por el uso de autos potentes como los Hummer y los 4x4, a menudo usados por status y no por necesidad.

Asimismo, el público no cuida el gasto de combustible ya que los precios no lo motivan, resultando en un derroche que podría reducirse notablemente –quizás entre 20 y 30%- con una política realista de precios junto con regulaciones más estrictas de eficiencia de combustible para los vehículos ensamblados en el país, que se guian por normas anticuadas. Solo en gasolina, un ahorro concienzudo significaría disponer de unos 100.000 barriles diarios más para exportación. Es hora de quitarnos la costumbre de que podemos derrochar porque somos un país petrolero, especialmente cuando tantos países sufren por la escasez de combustibles o por los altos precios, lo que no ayuda mucho a nuestra imagen en el exterior.

rpalmi@yahoo.com

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  Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA

 
 

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