Las
pasadas dos semanas han estado llenas de sustos en el
espacio. Por una parte, los tripulantes del transbordador
Atlantis encontraron una pequeña fisura en el escudo
térmico de su nave, una vez que entraron en órbita y lo
revisaron con la cámara de su brazo telescópico. Al
acoplarse a la Estación Espacial Internacional, donde
cumplieron una misión técnica, dos de los astronautas
hicieron varias caminatas espaciales en las cuales
trataron de reparar con grapas la fisura, temiendo que
pudiera causar un desastre como el que destruyó al
Columbia en 2003. Sin embargo, los expertos en el centro
de control, en Houston, estudiaron exhaustivamente el
problema y decidieron que la fisura –de unos diez
centímetros- no pondría en peligro la misión y la vida de
sus tripulantes y dieron el visto bueno para el retorno.
Regreso exitoso
Y tuvieron razón, pues a pesar
del mal tiempo en Florida el reingreso a la atmósfera se
produjo el fin de semana pasado sin incidentes, para el
alivio de todos, pues, otro accidente hubiera sido fatal
tanto para el programa espacial estadounidense como para
el futuro de la EEI, que depende grandemente de los
transbordadores para sus suministros, especialmente los de
gran volumen, que no pueden llevarse en las estrechas
naves Soyuz que envían los rusos desde su aeródromo de
Kazajstán. Aún regresando sin problemas, la tripulación
del Atlantis estuvo por días preocupada por el tiempo
tormentoso en Florida, que hizo aplazar el aterrizaje dos
veces, y finalmente obligó a la nave a aterrizar en una
base en el desierto de California, a 5000 km de Cabo
Cañaveral. Justo a tiempo antes de que se le acabara el
combustible, si hubiera tarda un día más en el espacio,
pues aunque la nave regresa planeando, necesitan
combustible para las maniobras.
Otro susto en la EEI
El segundo susto se lo
llevaron los tripulantes de la EEI, que vieron
desconectado gran parte del sistema informático, que
controla a su vez muchos sistemas vitales de la compleja
nave. El problema hubiera sido bastante serio para todos,
pues sin las computadoras los tripulantes hubieran tenido
que ser rescatados por una Soyuz que se enviaría
apresuradamente, o –aprovechando que estaba un shuttle
acoplado a la estructura orbital- regresar en el Atlantis,
que los hubiera acomodado a duras penas en la nave, aunque
hubieran estado todos bastante apretados, pues la cabina
de los shuttle está acondicionada para un máximo de 8
tripulantes. Por fortuna, uno de los tripulantes rusos de
la EEI descubrió la causa de la falla, que fue un
desperfecto causado por el cambio de paneles solares que
tuvo lugar esa semana en el vacío, y cuya manipulación
afectó el sistema eléctrico. Y, con la proverbial
inventiva rusa, se pudo arreglar el problema instalando un
bypass manualmente con un cable eléctrico en el interior,
algo que hizo respirar de alivio a los astronautas, tanto
residentes como visitantes.
Accidentes en 50 años de vuelos espaciales
Los dos incidentes hacen
recordar otro muy serio ocurridos en la misma EEI y en
otros laboratorios espaciales, como los Skylab y los Mir,
sin contar los sustos que pasaron otros astronautas
durante el medio siglo de la era espacial, desde que se
envió el primer Sputinik en 1957 y, dos años después, el
cosmonauta Yuri Gagarin fuera el primer hombre en órbita.
Antes que Gagarin, se rumora que dos cosmonautas
soviéticos murieron en lanzamientos abortados, y otro
murió al estrellarse la nave a tierra, incidentes ocultos
por el hermético régimen comunista, que anunciaba solo los
viajes exitosos. El segundo astronauta que hizo un vuelo
suborbital en 1961, Virgil Grissom, casi se ahoga al
inundarse su cápsula amarizada. El exitoso programa Apolo,
que puso un hombre en la Luna, se tiñó de luto al morir en
1967 tres astronautas en un incendio dentro de la nave
Apolo I, durante una prueba en tierra. Ese mismo año, un
cosmonauta ruso que regresaba en el primer vuelo orbital
de un Soyuz, murió cuando falló el paracaídas que frenaría
le regreso de la nave a la Tierra.
Más víctimas fatales
El programa ruso vivió otra
tragedia al morir asfixiados –por una fuga de aire a
bordo-- tres cosmonautas en 1971, cuando regresaba la
Soyuz 11 de un acoplamiento a la primera estación espacial
en órbita, la Salyut 1. El programa Shuttle, orgullo de la
NASA, tuvo sus dos tragedias con las explosiones del
Challenger cuando despegaba en 1986, y del Columbia cuando
regresaba a la base en 2003. En retrospectiva, hasta el
2007 18 astronautas de EE.UU. y cuatro rusos murieron en
vuelo, siendo en total el 5% de los astronautas que
estuvieron en órbita. Otros 11 astronautas murieron
durante el arduo entrenamiento en ambos países. Pero el
accidente más publicitado, que por fortuna no se convirtió
en tragedia, fue el sufrido por la Apolo 13 en su viaje a
la Luna en 1970, cuando tres astronautas estuvieron en
vilo y pasando frío durante cuatro días, al fallar sus
sistemas eléctricos por un corto circuito. No llegaron a
la Luna pero al menos regresaron sanos y salvos en su
cápsula averiada a tierra, o más bien al océano Pacífico.
Además de los accidentes
mencionados, hubo muchos otros por problemas técnicos,
tales como fallas de computadoras o trajes espaciales,
exposición al vacío o fuego a bordo, falla en
acoplamiento, choques en el espacio, y hasta un choque con
un pájaro, afortunadamente sin resultados fatales. No hay
duda que el espacio está acechado con muchos más peligros
que en la superficie terrestre.
rpalmi@yahoo.com
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |