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La China y sus misiles
por Roberto Palmitesta  
miércoles, 7 febrero 2007



A fines de la semana pasada, la detección por parte de Washington de una exitosa prueba secreta china, que reveló el notable avance de la tecnología militar de Beijing, al ser capaz de destruir desde Tierra un inservible satélite meteorológico chino que orbitaba a 865 km de altura, a una velocidad de unos 30 mil km por hora. Con su habitual secretismo, los chinos negaron cualquier prueba de ese tipo y reafirmaron su voluntad para un “uso pacífico del espacio exterior”. Pero aunque esta política que coincide con la de EE.UU., ambas naciones siguen desarrollando armas para uso en el espacio, por si acaso.

La protesta de EE.UU. fue mayormente por regar en el espacio desechos sólidos que puede afectar el funcionamiento de satélites y poner el peligro la vida de astronautas, el temor del Pentágono reside en que se pudiera destruir los satélites-espía estadounidenses, que vigilan todas las actividades militares y espaciales chinas desde hace un cuarto de siglo, cuando empezó a ser una potencia de cuidado. Esto, sin contar los daños que pudiera causarse a los satélites de comunicaciones, de los cuales depende la telefonía y el Internet, vitales en la vida moderna. El vocero de la Casa Blanca Tony Snow enfatizó en una conferencia de prensa –con la típica arrogancia de superpotencia- que EE.UU. no permitirá que ninguna potencia interfiera sus actividades espaciales y que “negará el acceso al espacio” de cualquier nación con intenciones ofensivas.

Ecos de Star Wars

En realidad, la prueba no pone a China en la delantera, pues EE.UU. tiene también la capacidad de derribar satélites desde tierra desde 1985, cuando derribaron uno en una prueba similar a la china. La URSS tuvo una capacidad similar pero luego archivaron el proyecto por los riesgos mencionados, y se enfrascaron en la competencia creada por EEUU y su Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), luego conocida con su nombre popular, Star Wars, anunciada por Reagan en 1983. En realidad, el SDI apuntaba a derribar –con la ayuda de satélites- a misiles nucleares que pudieran provenir de la URSS, y el solo anuncio del proyecto –junto con su incapacidad de competir con el mismo -- fue determinante llevar a la debacle del gobierno comunista, mientras EE.UU. se proclamaba ‘vencedor’ de la guerra fría.

Así que Star Wars tuvo un efecto arrollador, sin ni siquiera haberse implementado, pues fue archivado en la década de los 90 por Clinton, ya que Rusia había dejado de ser un enemigo formidable, pero la emergencia de China -como potencia económica, militar y espacial-- está cambiando todo el panorama, aunque el Pentágono se concentró desde entonces en un sistema más modesto conocido como Defensa de Misiles Balísticos (BMDO), que pudiera derribar desde tierra misiles provenientes de cualquier parte del mundo, un plan que desarrolló en asociación de sus aliados de la OTAN. Ahora, algunos proyectos del SDI seguramente serán reactivados para estar a la par de los chinos, que sorprenden a cada rato por su capacidad tecnológica.

Los nipones, preocupados

El acelerado armamentismo de Beijing ha tenido preocupado no sólo a los EE.UU. sino a su aliado regional, Taiwán, por el viejo diferendo territorial sobre la soberanía de la isla desde inicios de la guerra fría. Así, Washington extendió su paraguas defensivo no sólo sobre Taiwán, sino también sobre Japón y Corea del Sur. Pero estos aliados en el Lejano Oriente están confiando mucho últimamente sobre la capacidad defensiva de EE.UU., desde que Corea del Norte demostró no sólo su capacidad misilística sino su potencial nuclear, al hacer explotar una bomba atómica de baja potencia en octubre de 2006. EE.UU. y sus aliados protestaron y hubo una resolución de la ONU condenando la prueba atómica, que está intensificando la carrera armamentista en el este asiático, mientras en estos días se trata de reanudar las negociaciones de 5 países (EEUU, China, Rusia, Japón y Corea del Sur) con Norcorea sobre el desarme de este última, que sigue armándose hasta los dientes a pesar de su pobreza.

En efecto, hace tres semanas Japón anunció que creaba por fin un Ministerio de Defensa, algo que no tenían desde que los aliados le impusieron una constitución pacifista después de su derrota en la II Guerra Mundial. Japón ha tenido desde entonces sólo policía, guardia costera y comandos antiterroristas, y apenas en 2004 –presionado por Washington— accedió a enviar una fuerza expedicionaria a Irak, que se ocupa de vigilar las labores de reconstrucción, algo que marcó un hito en su historia reciente.

El rumbo que parece tomar esta “potencia durmiente” es fácil de vislumbrar, pues –en vista de la lentitud con que se trata de persuadir a Pyongyang a un desarme unilateral-- Japón parece estar procurando sus propios medios de defensa, al estilo de Taiwán. Y nadie sabe hasta donde llegará su armamentismo, lo que genera temor entre sus vecinos, pues Japón fue una temible potencia militar en la primera mitad del siglo XX, cuando invadió toda Corea, la costa China y Manchuria, y casi todo el sudeste asiático y las islas del Pacífico, hasta que EE.UU. frenó el expansionismo japonés a partir de 1942.

Corea del Sur, potencia en ciernes

Corea del Sur, igualmente inquieta por la actividad militar de sus hermanos del norte, también se está equipando en el área militar, y recientemente compró a EE.UU. 20 aviones de combate F-15K, que se suman a los 40 F-35 que ya tenían pedido para el 2008. Y no se puede olvidar que tanto Japón como Corea del Sur tienen una considerable experiencia nuclear, pues manejan decenas de reactores atómicos en su territorio para generar electricidad, ya que carecen de recursos energéticos propios. De ahí a fabricar bombas atómicas queda sólo un paso, como bien se está comprobando en el caso de Irán, donde existen temores de que esté desarrollando en secreto un arsenal atómico para convertirse en la primera potencia militar del Mediano Oriente. De hecho, esta semana Irán acaba de probar varios mísiles, y algunos pudieran llevar eventualmente ojivas atómicas.

Curiosamente Irán está avanzando en el enriquecimiento de uranio con la ayuda de Rusia, que está tratando de volver a tener influencia en Asia y regresar a ser una superpotencia después del ascenso de Putin al poder. No se puede ignorar que en Asia hay otras dos potencias nucleares, India y Pakistán, y que esta última es una democracia frágil donde es frecuente el terrorismo de inspiración islámica y existe una fuerte oposición radical. Y tampoco se puede olvidar que Israel tiene un arsenal atómico, aunque no lo reconozca públicamente, y que está sumamente inquieta por el armamentismo iraní. En fin, el panorama geopolítico de Asia se ve cada vez más complicado y la avanzada prueba misilística de China, junto con la emergencia de Corea del Norte como potencia atómica, no hace sino incrementar el armamentismo y generar una guerra fría con nuevos protagonistas.

rpalmi@yahoo.com

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  Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA

 
 

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