Marginal -
por Alexis Márquez Rodríguez
domingo,
17 octubre 2004
A solicitud de una amiga he
dedicado cuatro artículos a explicar el sentido con que la
palabra marginal se usa con más frecuencia. Para mayor
comodidad de los lectores aquí presento los cuatro artículos
integrados en un solo texto.
La
mucha frecuencia con que se usan los vocablos marginal
y marginalidad, unida a otros factores, ha hecho que ese
uso resulte a menudo bastante equívoco. De hecho no es fácil
definir con exactitud ambos términos, entre otras razones porque
la dinámica económico-social de los últimos tiempos ha tenido el
efecto de que los conceptos con ellos señalados hayan sufrido
importantes cambios.
En relación con el concepto que por ahora nos interesa
específicamente, el DRAE da de ambos vocablos definiciones muy
vagas e imprecisas. De marginal dice, en su 4ª acepción:
³Dicho de una persona o de un grupo: Que vive o actúa, de modo
voluntario o forzoso, fuera de las normas sociales comúnmente
admitidas², y de marginalidad: ³Falta de integración de una
persona o de una colectividad en las normas sociales comúnmente
admitidas². La palabra tiene muchas otras acepciones, pero por
ahora mi interés se centra sólo en la de esta definición.
Lo primero que debemos observar es que, de acuerdo con lo que
comúnmente entendemos por marginal, a nadie en su sano
juicio se le va a ocurrir vivir ³voluntariamente² en esas
condiciones. Por otra parte, ambas definiciones son tan generales,
que entran dentro de ellas numerosos casos que, estrictamente
hablando, no corresponden a lo que uno empíricamente considera que
son marginal y marginalidad.
Tampoco los diccionarios especializados dan definiciones
plenamente satisfactorias de ambos vocablos, principalmente
porque, desde el punto de vista de las ciencias sociales cada
autor tiene su propio criterio al respecto, y sobre esa base
ensaya su particular definición.
Una de las definiciones, de las muchas leídas, que más se
aproximan, a mi juicio, a lo que comúnmente se intuye, más que se
piensa, como marginal es la de Gino Germani: ³Šsectores de
la población segregados en áreas no incorporadas al sistema de
servicios urbanos en viviendas improvisadas y sobre terrenos
ocupados ilegalmente² (G. Germani: El concepto de marginalidad.
Nueva Visión. Buenos Aires; 1973. p. 12. Cit. en Diccionario de
Ciencias Sociales. Instituto de Estudios Políticos. Tomo II.
Madrid; 1976. p. 147).
Quizás la falla principal de esta definición está en que reduce el
fenómeno de la marginalidad al medio urbano, a las ciudades
más o menos grandes, y un criterio más actual es que, si bien el
problema se plantea con mayor dramatismo y notoriedad en las
grandes ciudades, ya la marginalidad no puede limitarse
sólo a las ciudades, pues también se produce en muchas zonas
rurales.
En todo caso, creo que el punto crucial para una definición de la
marginalidad reside en la exclusión compulsiva, nunca
voluntaria, de individuos y grupos de personas del disfrute de los
servicios básicos e imprescindibles para la sobrevivencia en
cualquier tipo de sociedad. No sólo porque dichos servicios no
existan, sino también porque, existiendo, aquellos individuos y
grupos no tienen acceso a ellos. ¿Cuáles son esos servicios
básicos e imprescindibles?: trabajo remunerado, alimentación,
vivienda, salud y cultura, por lo menos. Dentro del concepto de
cultura incluyo la educación sistemática y la recreación, esta
última tanto en lo que toca a la producción cultural propia, como
en lo que toca al disfrute del producto cultural de los demás.
También en el concepto de cultura debe incluirse el aseo personal,
aunque en estrecha relación con las ideas de educación y de
salud.
De tal modo que, un sujeto marginal es aquel que no tenga
trabajo fijo y remunerado, lo cual le impide ganar el dinero
necesario para alimentarse y alimentar debidamente a quienes
dependan de él, por lo que también carece de vivienda propia o
alquilada en condiciones mínimas de habitabilidad, lo mismo que de
la asistencia médica elemental para conservar la salud suya y de
sus dependientes; que no asiste ni asistió a la escuela
generalmente es analfabeta, aunque no siempre ni tiene
posibilidad de producir ninguna clase de manifestación artística
en condiciones que no sean las más rudimentarias, ni de disfrutar
de alguna forma de recreación (cine, televisión, radio, teatro,
deportes, etc.).
Por supuesto, esta persona no aporta nada en el ámbito de la
producción de bienes y servicios, y, obviamente, está al margen
de la actividad económica productiva que es propia de toda
sociedad, indistintamente del mayor o menor grado de organización
y de riqueza del país a que corresponda. Un buhonero, por
ejemplo, por altos que puedan ser sus grados de pobreza y de
carencias, no es un marginal, y probablemente ni siquiera
un sujeto de pobreza extrema, en la medida en que realiza
una actividad productiva no importa que sea de manera informal,
como dicen los economistas, y en que atiende a su subsistencia y
a la de sus allegados, aunque sea en condiciones difíciles y con
mucha escasez, que no siempre se da, desde luego, puesto que hay
buhoneros que ganan más que muchos profesionales universitarios.
Algunas personas llaman la atención sobre la relación semántica
entre los vocablos marginal, derivado de margen, y
su sinónimo orilla, que dio origen en el pasado a la
expresión ³blanco de orilla², lo mismo que, más acá en el tiempo
agrego yo, a ³patiquín de orilla². Pero no se trata exactamente
de lo mismo, porque ni el ³blanco de orilla² ni el ³patiquín de
orilla² eran propiamente marginales, tal como entendemos
hoy este concepto. Todavía en los años 40 recuerdo que en los
pueblos, y seguramente también en la Caracas todavía pueblerina,
se discriminaba socialmente, más con ingenuidad que con intención
malsana, a la gente pobre, que vivía en las orillas del
pueblo, a quienes incluso se les llamaba también orilleros,
y, en algunos países, arrabaleros. Pero era mas bien una
forma, que hoy nos resulta hasta cómica, de establecer categorías
sociales sin ningún fundamento, salvo la pobreza de unos, frente a
la supuesta riqueza de otros, que casi siempre era mas bien menos
pobreza. Los orilleros no eran, pues, marginales en
el sentido que aquí le damos a este vocablo.
Por otra parte, la sinonimia entre margen y orilla
es muy imperfecta, pues la orilla tiende a verse más como
una línea, mientras que el margen sugiere la idea de
franja, o zona más amplia que la línea. Esto sea dicho sin
desconocer que el DRAE define margen en alguna de sus
acepciones como equivalente a línea. Por eso digo que se
trata de una tendencia, y no de una definición, a ver la orilla
más como una línea, y el margen como una franja o
zona.
Otros sugieren que el concepto de marginal no debe
limitarse a las personas, y por extensión a las comunidades
sociales, sino que debe ampliarse a otros entes, como países,
regiones, etc. Esto es válido si usamos las palabras marginal
y marginalidad más allá del ámbito en el cual me he ubicado
en este artículo, como lo advertí más arriba. Un país marginal
no es propiamente un país caracterizado por la miseria absoluta
que, entre otras cosas, define a los marginales en
sociedades como la nuestra. Una persona o cualquier otro ente
puede mantenerse al margen de algo, sin que puedan ser
llamados marginales en el sentido con que aquí manejamos
ese concepto. La inteligencia y sagacidad de los hablantes, sin
ser gramáticos ni filólogos, ha establecido de hecho, y al margen
valga la aplicación del término de los diccionarios, la
diferencia entre marginal y marginado. Lo que sí
puede decirse, y se dice, es barrio o zona marginal,
para referirse al ámbito físico en que viven los marginales,
individuos o grupos.
El marginal no es, además, una persona que, como también
sugieren algunos, recibe del Estado paternalista, a modo de
dádivas o de limosnas, determinados beneficios, sin dar nada a
cambio, porque el marginal, como ya dije, carece
prácticamente de todo, bien porque no existan los servicios de
que debería ser beneficiario, bien porque, existiendo, no
disfrute de ellos por diversas causas, especialmente por su
extrema pobreza, que, lo más elemental, le impide desplazarse de
su zona marginal hasta los lugares donde funcionan esos
servicios, cuando existen. Menciono el concepto de pobreza
extrema, pero advierto que esta no debe confundirse con
marginalidad, si bien de hecho el marginal es un
individuo extremadamente pobre, pero no todo individuo
extremadamente pobre es un marginal.
El ser marginal supone, además, una mentalidad, un modo de
ser, que de hecho puede variar de un lugar a otro. Pero no se
trata de una condición preexistente que conduzca a la
marginalidad, sino lo contrario: la mentalidad marginal
es consecuencia de la marginalidad. Los factores
determinantes de esta van condicionando la mentalidad de las
personas, que empiezan siendo marginales de hecho,
materialmente, y terminan adquiriendo aquella mentalidad
marginal.
Alguien me preguntó una vez si un profesional universitario podría
llegar a ser un marginal. No es fácil responderle. En
principio podría decirse que no, por cuanto la formación
universitaria tiende a ser antinómica de la condición de
marginal, además de que difícilmente puede darse el caso de
que un profesional universitario caiga en tal estado de carencias
que lo lleve hasta la marginalidad. Aun cuando el
profesional sea un desempleado, y no ejerza por ello su profesión,
generalmente su nivel de cultura y de conocimientos le permitirán
realizar, aunque sea ocasionalmente, algún tipo de trabajo
remunerado que le permita subsistir, y le evite caer en la
indigencia que es característica del marginal. Sin
embargo, no se descarta que individualmente un sujeto con
formación universitaria pueda caer en la marginalidad, por
diversos factores, como, por ejemplo, la aniquilación moral por
el alcoholismo o la drogadicción.
La marginalidad, además, puede presentar grados o niveles.
Es frecuente que una persona, al referirse a determinados
individuos, halle, aunque sea por intuición, que unos son más o
menos marginales que otros.
Por otra parte, como todo estado o condición social, la
marginalidad es superable. Nadie está condenado a ser un
marginal toda la vida. Por tener la marginalidad una
base primordialmente económica, es de suponer que al superarse el
grado de extrema pobreza también podrá superarse la marginalidad
de hecho, si bien la mentalidad generada por ella deberá ir
cambiando más lentamente, y aun podrá resistirse al cambio.
Desde otro punto de vista, la marginalidad puede
interpretarse como un grado extremo de alienación, en el sentido
marxista de este vocablo, referente a la ausencia en los
individuos o en la sociedad de la condición humana que es
intrínseca a toda persona, pero que precisamente les es arrebatada
en determinadas situaciones sociales, en que se priva al
individuo o al grupo social del disfrute de los valores y
beneficios inherentes a tal condición humana.
El concepto sociológico más próximo al de marginalidad es
el de lumpen, formulado por Carlos Marx. Lumpen, en
realidad, es apócope de la expresión lumpemproletariado,
que fue como la acuñó Marx. Según este, el lumpen está
formado por las capas más pobres de la población, carentes de
conciencia de clase. Marx, en El Capital, define el
lumpen al decir: ³Šlos vagabundos, los criminales, las
prostitutas, en una palabra, el proletariado andrajoso
(Œlumpemproletariado¹)Š². (El Capital. México; 1946. Fondo
de Cultura Económica; Tomo I. p. 545). Como se ve, el concepto ha
evolucionado, y hoy no se puede, a riesgo de ser injustos,
atribuir indiscriminadamente el calificativo de lumpen, al
menos en su connotación de persona sin conciencia de clase, a
todos los vagabundos, los criminales y las prostitutas. Tampoco se
puede identificar al marginal con el lumpen, aunque
se trata de ideas y de seres muy afines.
En resumen, podemos definir al marginal como una persona
que vive compulsivamente al margen, es decir, fuera de la
condición esencial del ser humano, porque está privado del
disfrute de los bienes y beneficios que la vida en sociedad debe
significar para todos los seres humanos: trabajo suficientemente
remunerado, atención eficaz a su salud, educación, cultura,
distracción, etc., y que vive fuera de la actividad productiva.
Marginal significa muchas otras cosas, y los diccionarios
registran numerosas acepciones. De hecho tiene, además, otros
usos. Como advierto al comienzo, aquí me he referido sólo al
concepto sociológico tal como lo he definido. No se trata de lo
que a mí me parece, sino de lo que comúnmente se piensa, del uso
que generalmente se da a esa palabra. Hay quienes no están de
acuerdo con esa definición común, y desearían que la palabra
marginal tuviese otro significado. Están en su derecho, pero
este no puede estar por encima del que tienen el común de las
personas para pensar de otro modo.
Marginal deriva de margen, del Latín margo, -ginis,
que significa borde, margen.
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