Entonces se
prohibió a los particulares:
“Los
retiros en efectivo que superen los doscientos cincuenta
pesos ($ 250) o doscientos cincuenta dólares
estadounidenses (US$ 250) por semana, por parte del
titular, o de los titulares que actúen en forma conjunta o
indistinta, del total de sus cuentas en cada entidad
financiera.
Las
transferencias al exterior, con excepción de las que
correspondan a operaciones de comercio exterior, al pago
de gastos o retiros que se realicen en el exterior a
través de tarjetas de crédito o débito emitidas en el
país, o a la cancelación de operaciones financieras o por
otros conceptos, en este último caso, sujeto a que las
autorice el Banco Central de la República Argentina”.
En
Argentina quedaron prácticamente paralizadas por la
medida, tomada el tres de diciembre de 2001, todas las
operaciones en efectivo y miles de ciudadanos tuvieron que
recurrir a los tribunales para poder sacar su dinero años
después, aunque hubo algunos que recurrieron a la
violencia debido a la desesperación.
El
corralito argentino prácticamente duró un año, pero sigue
vivo como medida posible, porque en las crisis
económicas europeas lo han evocado con frecuencia,
temiéndolo. Y hace unos días, fue visto paseando por
Venezuela, aunque quiénes lo pusieron en práctica en
Argentina, no tienen nada que ver con el modelo socialista
bolivariano, ya que fueron el ex presidente de la Rúa y el
ex ministro Domingo Cavallo. La visión criolla se
produjo después de una alocución presidencial que en otros
momentos y en otro país se consideraría contraproducente e
imprudente, la del Presidente Chávez amenazando a los
bancos con la nacionalización.
Por razones
distintas a las de economías corroídas hasta los huesos,
como la Argentina de hace diez años o la griega de hoy,
Venezuela según el partido Comunista y los seguidores del
Presidente necesita un mayor control del Estado sobre el
sistema bancario. Y como de costumbre, el Presidente amaga
y sus áulicos hacen la traducción completa . Políticamente
hablando, la clase media venezolana hace todavía
demasiados negocios, se da demasiadas ínfulas y tiene
demasiado margen de maniobra, la revolución tiene que
avanzar. El control de todos los negocios debe estar en
manos de los amigos del gobierno. En este caso, hay un
pretexto , que los bancos no dan suficiente dinero para
créditos agrícolas.
Este caso se parece mucho al de la
liquidación de la autonomía del Banco Central de
Venezuela. El Presidente empezó a quejarse porque
necesitaba “un millardito” para sus proyectos y la
directiva del BCV no se lo aprobaba. ¿Que pasó? Terminó
con la autonomía del Banco y creó
fondos
alternos para pagar sus proyectos sin dar explicaciones,
incluyendo el financiamiento de sus campañas electorales
y el de los regímenes amigos.
En este
caso, es lo mismo: están avisando que requiere del dinero
privado (porque se le está acabando el público) para
seguir reinando. Cuando acabe con la banca privada,
nuestro dinero estará allí, a su alcance.
Ya la
medida está inventada y los razonamientos no faltará quién
se los cuadre. Pero guerra avisada no mata soldado, y si
lo mata es por descuidado.
Así cuentan
el final de la medida en El País: “La falta de dinero que
provocó el corralito dio lugar al trueque. La clase media
comenzó los cacerolazos. El mayor sonó la tarde del 19 de
diciembre en medio de saqueos. De la Rúa declaró el estado
de sitio. La población lo desafió y salió a las calles.
Después de una represión policial que en dos días dejó 39
muertos, el presidente huyó en helicóptero de la Casa
Rosada rodeado de manifestantes. "¡Que se vayan todos!",
gritaban. Algunos se organizaban en asambleas barriales.
Otros agredían a todos los políticos.
Argentina
acabó suspendiendo pagos. Se habían congelado depósitos
por 66.000 millones de dólares , se paralizaron 18
millones de cuentas .
Es una
historia que hay que recordar porque el final fue dañino
para las dos partes: los políticos y la gente común.
Y en cuanto
a que si en caso de que haya una medida de
nacionalización sin corralito, la apruebo o no, por lo
menos al principio, tengo algo mas que decir y por
supuesto, oponerme . Soy cliente de los bancos venezolanos
que siguen superpoblados, con lentos servicios y
respondiendo a una lentísima bancarización electrónica en
el país, en términos generales. Así y todo me considero
dentro de los afortunados no solo por tener cuenta
bancaria sino por tenerla en el sector privado. Baste una
sola referencia. Si usted está acostumbrado a que cuando
se le acaba su libreta de ahorros, se la den en la
oficina donde abrió su cuenta, el mismo día y hasta en
mucho menos de una hora, en el Banco de Venezuela, que es
del Estado, hay colas de treinta y cuarenta personas,
para que le atiendan el cambio de libreta en una sola
taquilla. Y cuando usted llega a que lo atiendan, le toman
los datos, llena y firma una planilla y le dicen que tiene
que esperar cinco días hábiles para irla a buscar.
¿ Se
imagina cuando todos los bancos se pongan igual?
lucgomnt@yahoo.es