En el marco de la discusión
sobre lo que generalmente se llaman derechos democráticos,
les cuento brevemente escenas de mi día a día que creo
útiles referir. Saludé a una vecina a quién conozco porque
su perrita es mi amiga, saliendo temprano de la casa.
Acaricié al animalito, mientras la dueña me preguntaba
para donde iba, ese 23 de enero, de marchas y
convocatorias. No había terminado de explicarle mi día,
cuando ella me explicó amargamente el suyo.
“Ahora, bajo a dar una vuelta a la perra y luego subo a
cambiarme y ponerme el disfraz rojo, para que me pasen
lista en la Plaza Morelos , que es adonde nos convocaron.
Tu sabes, pasan lista a las ocho y media y a las dos de la
tarde, y el que no esté, el lunes la agarran con él. Menos
mal que yo estoy por jubilarme porque no puedo mas. Nos
llevan y nos traen para sus cosas y uno no sabe cuando
termina aquello, además hay que esperar a que llegue
Chávez, que llega cuando le da la gana. Yo desde la noche
antes, de cada uno de esos actos que son ahora casi todas
las semanas no me hallo, estoy incómoda, me duele la
cabeza. Además me da rabia que hagan con nosotros lo que
les da la gana”. Llegó el ascensor. Nos dijimos mutuamente
que nos cuidáramos y tomé un taxi. Pasé por delante del
Ateneo y efectivamente, allí estaban los trabajadores de
las oficinas públicas, vestidos de rojo con sus monitores
caminando hacia la pequeña plaza. . A lo largo de la
salida de la Plaza Morelos a la avenida Libertador, se
alineaban, como siempre, los autobuses que venían con
otros manifestantes que venían desde el interior, de
Carabobo, Valencia, Lara, entre otros.
Otra escena. Un compañera me cuenta que tiene que pedir un
préstamo del Banco de la Mujer para su negocio. “ Cada vez
que voy a solicitarlo y veo que está escrito en la pared,
que hay que decir sí a la enmienda, me devuelvo, porque no
se lo que me van a pedir. Pero necesito el dinero.¿ Y si
me piden que vote por Chávez?” Tuvimos una conversación
sobre aquello, para persuadirla que no le están regalando
nada, que el dinero que está en el Banco de la Mujer es
suyo, que no le debe nada a Chávez ni a su gente , sino a
su trabajo y que pueden hacerla firmar lo que sea, pero
que bajo coacción ningún compromiso vale. Que después
puede votar por lo que sea o hacer lo que le de la gana.
La semana que pasó, a los caraqueños de a pie, los
amenazaron las bandas armadas del gobierno. Atropellaron a
los trabajadores del Ateneo, a los del Museo de Ciencias y
a los peatones , para quiénes el Ateneo no es solamente un
sitio de promoción de cultura, de actos políticos, sino un
sitio de paso constante, con una librería , con buhoneros
que rodean la zona, cerca de edificios públicos como la
Defensoría del Pueblo y dependencias del ministerio de la
Cultura , así como sitio de vecindad de los Caobos y la
Candelaria , parada de carritos y autobuses.
A todos ellos, a mis vecinos, a mis compañeros de las
redacciones de todo el país, destino visible de todas las
amenazas y todos los insultos, de los dirigentes hoy en el
poder, tengo que decirles que no hay manera de hacer
desaparecer las amenazas, la violación de nuestros
derechos, el abuso de posiciones de poder, la acción de
los grupos de choque mercenarios del Presidente, bajando
la cabeza. Que no hay manera , aunque te obliguen a firmar
apoyos y a contribuir con la campaña por una reelección
indefinida, de que puedan controlarnos el voto y la
protesta. Que a los mercenarios les pagan para
intimidarnos y estigmatizarnos, pero que son gente que
gozan no solamente cobrando sus servicios sino viendo el
terror en nuestras caras.
Enfrentando el odio, la violencia y el continuismo en cada
minuto, es la única forma en que nos respetarán. Hay que
persistir en hacer costoso cada enfrentamiento, para
conseguir que se borre la sonrisa de complacencia del
rostro de los abusadores y violadores de nuestros
derechos.
lucgomnt@yahoo.es