Nosotros, mensajeros del odio,
tenemos que decir que reflejamos en nuestros textos
solamente lo que vemos en las calles y en las bocas de
quiénes nos rodean y que no tenemos en la vida otro
objetivo, por vocación, que violar desde ahora y para
siempre, el artículo nueve de la nueva Ley de Educación,
que primorosamente plantea prohibir la publicación y
divulgación de programas , mensajes , publicidad,
propaganda, promociones de cualquier índole , a través de
medios impresos, audiovisuales u otros, que inciten al
odio, la violencia, la inseguridad, la intolerancia, la
deformación del lenguaje; que atenten contra los valores,
la paz, la moral, la ética y las buenas costumbres, la
salud, la convivencia humana, los derechos humanos y el
respeto a los derechos de los pueblos y de las comunidades
indígenas y afrodescendientes, el terror, las
discriminaciones de cualquier tipo, el deterioro del medio
ambiente y el menoscabo de los principios democráticos de
soberanía e identidad local, regional y nacional.
Recuerdo varias mañanas de
noticias: una en que ví un tanque atravesando las rejas de
Miraflores, en Caracas . Otra en la que la imagen era la
de un avión penetrando una torre en Nueva York. He visto
inundaciones en Asia y en Venezuela con la gente llorando
con el agua a la cintura, tsunamis que dejaron las playas
de paraísos turísticos llenas de muertos, un comando
armado de venezolanos penetrando el sitio de trabajo de
una televisora caraqueña , golpeando, gaseando y
humillando a otros seres humanos, alocuciones
presidenciales llenas de amenazas.
Me han sacudido esas imágenes.
Me han producido angustia, pesadillas, me han hecho pensar
sobre si la humanidad tiene remedio., me han causado
amargura., me han dolido. No sé si a otros las han hecho
preguntarse si vale la pena matar a cinco mil personas en
Nueva York o humillar y asustar a los dueños y
trabajadores de Globovisión por cumplir con un ideario
político. No sé tampoco si era mejor no enterarse de las
penurias que pasan en Venezuela, de quiénes buscan casa
después de un derrumbe o una inundación y de cómo
sobreviven esos que llaman damnificados, equivalentes a
los parias de la India.
Pero no creo que debiera
haberme perdido ver ninguna de esas cosas. Me han hecho
persona, así como los amaneceres preciosos de mi tierra,
como la gente amorosa, como saber que Dudamel es oído con
respeto y admiración en todas partes del mundo o que han
pasado 40 años de la llegada del hombre a la Luna. Lo
bueno y lo malo, lo horroroso y lo bellísimo, son signos
de nuestra humanidad. No somos ángeles, tampoco demonios.
Y necesitamos enterarnos de cual es nuestra propia
naturaleza comparándola con los hechos los otros, para
saber que somos y porqué. Nadie puede darnos lecciones de
bondad, reprimiendo lo que debemos ver.
Me parece sí, que el intento
es inútil. Que en esta época, , ni los gobernantes
iraníes, con todo lo que significa vivir en una teocracia
en pleno siglo XXI, han podido reprimir que el mundo se
entere de su realidad.
Hoy, quiénes discuten o
intentan presentar una ley Orgánica de Educación, se
mueven por eso en arena movediza . Plantean un viejo
desiderátum humano: que con no hablar de algo, con no
pensar siquiera en ello, podemos desaparecerlo.. Que se
puede impedir el input de la crueldad, de la maldad, sólo
con no recibirlos conscientemente. Que basta con no ver la
pobreza para que se acabe la miseria humana. Que una
televisora que oculte los huecos de los calles, hará que
los ciudadanos se conformen con la vida de penurias que
tienen. Que con no oir las denuncias sobre corrupción, se
olvidarán que los dirigentes que promueven el rasero de la
miseria para las mayorías, andan tuteándose por el mundo
con las Naomí Campbell y hospedándose en hoteles de todas
las estrellas posibles, festejando con sus familias que
disponen de aviones del Estado para ir y volver de sus
vacaciones.
Les recomendaría a quiénes
proponen el silencio de las denuncias, que lo único que
obtendrán es no enterarse cuando las masas estén a punto
de lanzárseles encima, hartas de desafueros, porque con el
sonido e imágenes monocordes, salido de las radios,
televisoras y periódicos tomados por el Estado, no podrán
ser avisados con tiempo suficiente .
lucgomnt@yahoo.es