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Doble comando
por Lucy Gómez  
sábado, 7 febrero 2009


La nueva elección que tenemos delante, se presenta con variaciones importantes con respecto a las anteriores.

Primero no se trata de votar para escoger un cargo, así que no tenemos que comparar personas ni obras. Segundo, los votantes hemos variado. La oposición se nutre ahora de un piso que siempre estuvo allí pero que ha crecido y se nota mucho más: chavistas que no son tales, personas registradas por el partido de gobierno como militantes, que han experimentan un proceso de rechazo, han sido molestados hasta lo indecible por las exigencias cada vez mas exageradas de adhesión a sus líderes y a sus decisiones, que han sufrido por situaciones que los han perjudicado en su conciencia, en su patrimonio o en su propia imagen. Aparte, muchos han sido amenazados, vigilados y execrados en sus puestos de trabajo por no ser suficientemente ardientes, en la defensa de la revolución.

Otro elemento que ha cobrado mas importancia en esta campaña es la emergencia de la actividad de los grupos de choque contra los dirigentes emblemáticos, los líderes políticos, las comunidades religiosas. E igualmente contra estudiantes y periodistas, pensando que atacando a las cabezas visibles opositoras se lograría intimidar lo suficiente al electorado silencioso para lograr votos a favor del continuismo por la vía del miedo y el control social.

El ciudadano común que se opone al gobierno, la tiene a veces complicada. Porque se pregunta a veces que hacer ante el desmoronamiento del piso político del chavismo y ante la ofensiva de los grupos de choque.

La tentación de muchos es execrar a los arrepentidos. Sacarles en cara los días de sumisión y de indiferencia hacia nuestros problemas. Hay quién lo hará. No lo dudo. Pero yo recomiendo una mano tendida a los miles de atrapados en las redes del funcionariado público, a los que creyeron una vez en las misiones como método de solucionar la gravísima crisis de salud que sigue vivita y coleando. A los cientos de izquierdistas que vieron montarse en el poder a una superburguesía voraz y ladrona, sin solución de continuidad. A la gente de buena fe, que creyó y está decepcionada.

Uno de los primeros muros que hay que tumbar en Venezuela es del sectarismo político, triunfo indiscutible para el chavismo, esta división que nos acaba como pueblo. Para los segundos, para los grupos de choque, todo lo contrario. Hay que combatirlos con lo que se tenga a mano y se sea mejor: la pluma si es la pluma, el puño, si es el puño, el voto si es el voto. No entienden otro lenguaje y hay que borrar su método de combate de nuestro mapa político sin compasión.

lucgomnt@yahoo.es

 
 

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