La nueva elección que tenemos
delante, se presenta con variaciones importantes con
respecto a las anteriores.
Primero no se trata de votar
para escoger un cargo, así que no tenemos que comparar
personas ni obras. Segundo, los votantes hemos variado. La
oposición se nutre ahora de un piso que siempre estuvo
allí pero que ha crecido y se nota mucho más: chavistas
que no son tales, personas registradas por el partido de
gobierno como militantes, que han experimentan un proceso
de rechazo, han sido molestados hasta lo indecible por las
exigencias cada vez mas exageradas de adhesión a sus
líderes y a sus decisiones, que han sufrido por
situaciones que los han perjudicado en su conciencia, en
su patrimonio o en su propia imagen. Aparte, muchos han
sido amenazados, vigilados y execrados en sus puestos de
trabajo por no ser suficientemente ardientes, en la
defensa de la revolución.
Otro elemento que ha cobrado
mas importancia en esta campaña es la emergencia de la
actividad de los grupos de choque contra los dirigentes
emblemáticos, los líderes políticos, las comunidades
religiosas. E igualmente contra estudiantes y periodistas,
pensando que atacando a las cabezas visibles opositoras se
lograría intimidar lo suficiente al electorado silencioso
para lograr votos a favor del continuismo por la vía del
miedo y el control social.
El ciudadano común que se
opone al gobierno, la tiene a veces complicada. Porque se
pregunta a veces que hacer ante el desmoronamiento del
piso político del chavismo y ante la ofensiva de los
grupos de choque.
La tentación de muchos es
execrar a los arrepentidos. Sacarles en cara los días de
sumisión y de indiferencia hacia nuestros problemas. Hay
quién lo hará. No lo dudo. Pero yo recomiendo una mano
tendida a los miles de atrapados en las redes del
funcionariado público, a los que creyeron una vez en las
misiones como método de solucionar la gravísima crisis de
salud que sigue vivita y coleando. A los cientos de
izquierdistas que vieron montarse en el poder a una
superburguesía voraz y ladrona, sin solución de
continuidad. A la gente de buena fe, que creyó y está
decepcionada.
Uno de los primeros muros que
hay que tumbar en Venezuela es del sectarismo político,
triunfo indiscutible para el chavismo, esta división que
nos acaba como pueblo. Para los segundos, para los grupos
de choque, todo lo contrario. Hay que combatirlos con lo
que se tenga a mano y se sea mejor: la pluma si es la
pluma, el puño, si es el puño, el voto si es el voto. No
entienden otro lenguaje y hay que borrar su método de
combate de nuestro mapa político sin compasión.
lucgomnt@yahoo.es