Ocho horas de exposición mediática
regaladas a Manuel Rosales, gobernador del Zulia, por los
diputados chavistas de la comisión de Contraloría de la
Asamblea Nacional, son demasiadas, inclusive en un país
como Venezuela, donde hay costumbre, porque el Presidente
de la República, por ejemplo encadenó al menos durante
tres horas diarias los medios de comunicación, los quince
días anteriores a las elecciones regionales. Esta vez, en
vez de demostrar que el líder de UNT es un corrupto,
lograron que explicara sus políticas y sus beneficios a
los policías zulianos y jubilados de la administración
pública, mucho mejor que durante la campaña electoral.
Eso pasa por no hacerse una autocrítica
y darse cuenta que estaban poniendo a un león, maracucho,
pero león al fin y al cabo, al lado de unas ovejas que le
permitieron decir lo que le dio la gana y enfrentar a sus
acusadores, acusándolos, cuando menos de andar paseándose
por Disneyworld y Las Vegas a espaldas de la Revolución y
cuando más, de recibir dádivas de su gobierno y de haber
sido despedidos, en el caso de Mario Isea por haber
colocado en un banco dineros de la nación para ganar
intereses en su beneficio.
Se burló de los interpelados como le
dio la gana y dejó en evidencia que algunos de ellos van
a acusar a los interpelados sin manejar siquiera el
articulado de la constitución que corresponde a la
discusión, como cuando uno de ellos le preguntó por las
atribuciones de los gobernador de Estado, que por
supuesto, están en la Constitución.
También dejó claro, cada vez que le
preguntaron sobre la política de donaciones del estado
Zulia, que no tenía ni de lejos comparación con la
regaladora del gobierno nacional. Mientras él donaba
carros desincorporados que valían cuando mucho 10 millones
de bolívares, el Estado venezolano regala cientos de
millones de dólares a alcaldes bolivianos, nicaragüenses,
a cadetes de escuelas navales del sur y a presidentes en
ejercicio.
Total, veinticuatro diputados
utilizaron todo el día en la interpelación, meses en la
averiguación y el resultado fue que el centro de la
acusación un carro viejo de 10 millones de bolívares, su
color, su nuevo dueño y los usos me imagino pecaminosos
que tendrá en este momento. Nadie entre ellos, por
supuesto, imagina empezar siquiera una investigación
sobre el millón de dólares que llevaba Guido Antonini
Wilson en su maleta a Argentina, en un avión de Pdvsa.
Me imagino que a estas horas deben
estarse arrepintiendo de haber invitado a Rosales. Que
torta.
lucgomnt@yahoo.es